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Parana » Adn21
Fecha: 28/08/2025 02:50
La presentación del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, se convirtió en una trinchera política. La oposición, armada con el escándalo de la Andis, lo acorraló, pero el funcionario se atrincheró detrás del argumento de la “operación política”, esquivando los nombres de Karina Milei y Lule Menem, los verdaderos fantasmas del debate. El aire en el recinto de la Cámara de Diputados estaba cargado de una tensión que superaba los formalismos. Aunque el reloj marcaba una sesión de informe de gestión, el tema del día no estaba en los papeles, sino en los audios que circulaban hace semanas. Con el eco de la polémica por supuestas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis) resonando en cada rincón, Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, se paró frente a la bancada con la misión de defender al Gobierno. Su tarea era compleja: hablar de números mientras la oposición le exigía que hablara de nombres. El caso, que ya investigan el juez Sebastián Casanello y el fiscal Franco Picardi, tiene una trama simple pero explosiva: audios filtrados de Diego Spagnuolo, extitular de la Andis, que describen un presunto esquema de sobornos. Lo que hizo estallar la crisis no fue solo el dinero, sino las menciones a figuras clave del poder, especialmente a la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, y a Eduardo “Lule” Menem. La oposición no tardó en encender el fuego. Los legisladores de casi todos los bloques, desde Unión por la Patria hasta la Coalición Cívica, se turnaron para lanzar preguntas punzantes y chicanas. Miguel Pichetto, con su habitual tono grave, sentenció: “El silencio no es el método con el que puede abordar estas dificultades. Tiene que dar respuestas”. Eduardo Toniolli fue más directo y sarcástico: “Hay un patrón que se repite en muchos de estos casos. Es el de Karina Milei. Y, al parecer, muerde más que Conan”. Las ironías y los gestos, como el del diputado Maximiliano Ferraro mostrando un “3” con los dedos, en alusión al presunto aumento de las coimas, demostraron que la oposición no tenía intención de dar tregua. Francos, sin embargo, se mantuvo inquebrantable. Su respuesta a las acusaciones fue un muro de contención. Repitió una y otra vez que todo era una “operación política”. Argumentó que la filtración y las “acusaciones no fundamentadas” eran parte de un patrón para desestabilizar al Gobierno. Pero en su discurso, la evasión era tan notoria como la defensa. El jefe de Gabinete evitó cuidadosamente pronunciar los nombres de Karina Milei y Lule Menem, como si nombrarlos les diera una validez que él les negaba. La crónica de esa tarde no se limitó a las evasivas. El radical Rodrigo de Loredo le recriminó al Gobierno su estrategia de confrontación, advirtiéndole que “asfalta el camino para el retorno del kirchnerismo”. La diputada Vilma Ripoll lanzó una ironía que se volvió viral, al decir que solo lo “interrumpiría el 3%”, en referencia al porcentaje de coima mencionado en los audios. La respuesta de Francos, aludiendo a la escasa cantidad de votos del partido de Ripoll en las elecciones de Bolivia, demostró que el debate, lejos de ser institucional, había bajado al nivel del cruce personal. Francos también tuvo que enfrentar el tema de la droguería Suizo Argentina, cuyo nombre aparecía en los audios. Con números oficiales que mostraban un crecimiento meteórico en sus contratos con el Estado, el jefe de Gabinete buscó relativizar los hechos. Dijo que los 108 mil millones de pesos eran parte de una licitación para dos años, no un pago directo, pero sus palabras no terminaron de convencer a una oposición que pedía a gritos una auditoría. El día terminó con Francos defendiendo el plan económico del Gobierno y asegurando que responderían “con transparencia”. Pero el verdadero mensaje de la jornada se dio en lo que no se dijo. El jefe de Gabinete llegó con más de mil respuestas escritas, pero la única que importaba, la que la oposición esperaba, la que nombrara a los principales implicados, quedó en el aire. El silencio, como señaló Pichetto, no fue el método de una gestión que busca la verdad, sino la estrategia de un Gobierno que prefiere tapar una herida antes de exponerla. Resumen La tensa comparecencia de Guillermo Francos en Diputados, dominada por el escándalo de los audios de la Andis. Acorralado por las preguntas de la oposición, que exigía explicaciones sobre las acusaciones de sobornos y la mención a figuras como Karina Milei y Lule Menem, el jefe de Gabinete optó por la evasión. Francos catalogó el caso como una “operación política”, defendió la gestión del Gobierno y esquivó sistemáticamente los nombres clave. A pesar de los intentos por desviar el foco, la sesión dejó en claro que la crisis de los audios es una herida abierta que el Gobierno intenta cerrar con el silencio, en lugar de con respuestas claras y concretas.
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