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» Diario Cordoba
Fecha: 27/08/2025 23:27
Dieciocho incendios activos, tres pueblos evacuados, uno confinado en Extremadura. León en alerta, como Zamora y Orense. Bosques calcinados, carreteras cortadas, montes donde todo tardará en crecer. Imágenes tristísimas de vecinos que tienen que dormir en pabellones deportivos, con la mirada perdida sobre las pocas pertenencias que han podido llevar, angustiados por la incertidumbre ante la vuelta a un lugar que ya no será como antes. Nada es como antes, en realidad. Este agosto ha sido el mes más caluroso desde que se tienen registros. Llevamos veinte días de calor insoportable, de noches en las que el termómetro no baja y madrugadas insomnes. Las mañanas son un desfile de ojeras y caras largas. La siesta se llena de chicharras y zumbidos metálicos de los aires acondicionados al máximo. Yo no recuerdo tantos días de calor. Tampoco tantos fuegos activos. Ni tanto pirómano de andar por casa, niñatos inconscientes que bromean sobre qué pueden quemar y cuándo. En mi ciudad arde un cerro cada verano por pura diversión de quien provoca el fuego. Si no queremos darnos cuenta, estamos peor de lo que pensamos. Tenemos que tomar medidas ya, porque cada año el calor comienza antes y se va después, y la solución no es poner el aire acondicionado o presumir como idiotas de que dormimos arropados por el frío artificial o nos paseamos en manga larga por la casa mientras el mundo se quema fuera. Cada uno puede asumir su propia responsabilidad y por supuesto, exigir responsabilidades a quienes las tienen. En eso consiste elegir representantes. No somos expertos, pero los gobiernos pueden buscar a quienes sí pueden proponer soluciones. Yo no sé si los fuegos son más frecuentes porque no se cuidan los montes, porque hay menos ganado o porque antes las cabras devoraban la maleza que ahora arde como si fuera papel. No lo sé, pero seguro que existen quienes sí saben de prevención, de qué hay que hacer en invierno para que el verano no sea una ratonera de llamas y cenizas. Parece que nuestra memoria es de pez y en septiembre olvidaremos el calor, el fuego, la angustia, preocupados por otras cosas más cercanas. Pero ahora hay dieciocho incendios activos, y gran parte de Extremadura agoniza bajo las llamas. Tres pueblos evacuados y uno confinado. Las líneas ferroviarias con Galicia están cortadas. Han muerto voluntarios y bomberos. Se ha abrasado el ganado encerrado que no ha podido huir. Yo recuerdo aquel viejo anuncio de 1962: «Cuando un monte se quema, algo suyo se quema». Y sigue teniendo razón, después de tantos años. *Profesora y escritora
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