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  • Gonzalo Heredia: escribir para entenderse y enfrentarse a su propia historia con su nuevo libro Extranjera

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 27/08/2025 02:42

    LA FÓRMULA - GONZALO HEREDIA - SE PUEDE ROMPER LO HEREDADO - SER HIJO SIENDO PADRE En un nuevo episodio de La Fórmula Podcast, el actor y escritor Gonzalo Heredia compartió cómo su experiencia personal lo llevó a explorar nuevas voces en su última obra, Extranjera, donde construyó un universo femenino inspirado en la fuerte presencia de mujeres en su vida. Además, habló sobre las contradicciones de la paternidad actual: ser hijo y padre al mismo tiempo, sentir que a veces repite frases de su propio padre y enfrentar la incertidumbre de no tener todas las respuestas. El episodio completo podés encontrarlo en Spotify y YouTube. Gonzalo Heredia comenzó su formación artística en la adolescencia y debutó en televisión en 2001. A lo largo de su carrera se destacó en producciones televisivas, teatrales y cinematográficas, siendo reconocido por su versatilidad y compromiso con sus personajes. En 2024 estrenó El sabor del silencio, una serie de suspenso policial y drama político. Además de su labor actoral, incursionó en la escritura con las novelas Construcción de la mentira y El punto del no retorno. Su novela más reciente, Extranjera, aborda temas como las herencias familiares, la identidad y la capacidad de superar obstáculos, adentrándose en la experiencia de una joven inmigrante dentro de su comunidad y linaje. Heredia construye un relato que combina introspección, sensibilidad y un profundo interés por las relaciones humanas y la transmisión de la memoria familiar. Gonzalo Heredia reflexiona sobre la construcción de voces femeninas y la influencia de las mujeres en su universo literario (Maximiliano Luna) —¿Qué te pasa cuando te enfrentás a una hoja en blanco? — Creo que es más un mito de la hoja en blanco, como que en un momento estás sin saber qué decir. Para mí no existe el momento que no sabés qué decir. Siempre hay o preguntas que no tenés respuestas o siempre hay formas de querer decir algo y estás como tratando o intentando buscar esa forma y por eso tenés acopio de lecturas o siempre hay una imagen que te llamó la atención, siempre hay una frase, una oración, un párrafo, una idea que te está dando vueltas en la cabeza. Entonces, yo creo que es un mito eso de enfrentarte a la hoja en blanco. Para mí sí existe el vacío pos publicado una novela o pos haber terminado un primer borrador de un texto. Yo sí creo que ahí hay un vacío y hay como un desprendimiento y también una parte que sigue, que es tratar de entender lo que escribiste, porque vos tenés una pulsión a la hora de sentarte a escribir, tenés unas preguntas que te hace como es la inercia del sentarte a ensayar posibles respuestas a esa pregunta. Pero cuando eso termina, hay toda una parte que sigue, que es como la mirada de las otras personas, que se termina de completar y terminás de entender qué es lo que escribiste. Me pasó con Construcción de la mentira, con la primera novela, que cuando se presentó, yo había entendido que eso era una novela existencialista, que era un personaje que hablaba sobre el hecho de ser o no ser, o el hecho de preguntarse quién soy. Y eso la convirtió en una novela totalmente existencialista. Entonces, ahí terminás de entender qué es lo que pasa. Sí creo en ese vacío, en esa especie de zona inhabitada. Pero no creo que haya un momento de hoja en blanco. LA FÓRMULA - GONZALO HEREDIA - NO SIENTO A MIS HIJOS COMO PROPIOS —¿Qué información tenés hoy de quién sos, que tal vez no tenías antes de haber escrito este libro? — Creo que Extranjera es un libro bastante profundo. Es la primera vez que me meto o que construyó un universo femenino y que narro a partir de voces femeninas. Para mí, el, el mundo femenino, la voz femenina en mi vida es muy particular. También porque tengo una historia muy particular con mi mamá, tengo pareja, una hija, hermana, me crié con primas, con tías. El mundo femenino para mí es muy particular, desde siempre fue muy particular. Y en este caso, construir todo eso y narrar desde ese lugar, me ha movilizado muchas cosas. Es decir: “¿Cómo será la voz de una inmigrante, primero, árabe, dentro de esa comunidad, dentro de un linaje familiar que tiene herencias que van cayendo de generación en generación? ¿Cómo es esa voz en esa infancia con esa abuela, y cómo repercute eso, directa o indirectamente, en ese último eslabón que es su nieta?” La pregunta es un poco eso: ¿Se puede romper lo heredado o estamos como destinados a repetir de generación en generación las mismas cosas que nuestros, que nuestros, eh, nuestros parientes? Tengo 43 años, sigo siendo hijo y empecé a ser padre. Entonces, hay un lugar de esta generación, sobre todo, en donde no terminamos de ser hijos, siendo hijos no tenemos todas las respuestas que necesitamos y empiezo a ser padre sin tener todas las respuestas para mi hijo. Entonces, ese lugar, esa intersección, a mí me llamaba mucho la atención y digo: “ ¿Cómo empiezo a ser padre?” Porque la primera reacción que uno tiene como padre es: yo no voy a hacer nada parecido a mi papá, voy a ser todo lo contrario. Pero también es como una especie de trampa eso, porque querés ir tan, tan, tan para el otro lado que terminás pegando la vuelta en un momento. Entonces, por ahí viene la pregunta: “¿Estamos destinados siempre a hacer lo mismo de alguna u otra forma? ¿Es algo que está en el ADN o es algo de verdad que el ser humano es por momentos tan ciego que no puede darse cuenta de eso? Ahora, como padre y como madre, hay un lugar en donde yo me siento muchas veces igual a mi papá. Cuando les digo algo, le exijo algo o le pido algo, pienso para dentro mío: estoy siendo igual que mi papá, le estoy diciendo lo mismo. Pero está la contradicción, porque yo siento genuinamente esto que les estoy diciendo. No es que porque mi papá decía eso, no lo voy a copiar y le voy a decir lo contrario. Si no pienso lo contrario, pienso lo que les estoy diciendo. ¿Se parece mucho a lo que decía mi papá? Y sí, muchas veces sí. Pero tengo que ser honesto conmigo también. El actor comparte su visión sobre las contradicciones de la paternidad y el desafío de ser hijo y padre a la vez (Maximiliano Luna) — Recién mencionabas que todavía no terminaste de encontrar las respuestas como hijo para entender esa relación padre-hijo. ¿Cómo se buscan esas respuestas? ¿Es con el diálogo, es a través de qué? — Creo que hay un momento en donde uno a los padres ya los deja ver como a padres y los empieza a ver como personas que, con las herramientas que tuvieron, hicieron lo que pudieron. Más allá de que cuando uno es padre entiende muchas cosas y se da cuenta de cosas, hay un lugar en donde nosotros como hijos exigimos y llega un momento que es como decir: “¿Cuánto más le puedo exigir? ¿Qué más le puedo exigir? ¿Cuál es la obligación que tiene mi papá o mi mamá de darme? Yo a mis hijos la verdad que no los siento como propios, en el sentido de como una propiedad. Obviamente, me siento un testigo privilegiado de ser parte de la vida de dos personas, ahora menores de edad, poder compartir parte de su vida y que yo sea, de alguna forma o tenga como una cierta voz en donde les pueda hacer saber lo que está bien y lo que está mal, construir cierta percepción del mundo y también que sean como de alguna forma espejos míos que me enfrenten con cosas que a mí no me gustan tanto de mí. Pero es eso, no es más que eso. Y pienso que en algún momento va a pasar que no tenga más para dar. Obviamente que hay una relación que va a existir y vamos a tener esa relación de padre e hijo y de padre e hija, es totalmente obvio. Pero llega un momento que al no tener todas las respuestas, muchas veces a mi hijo me encuentro diciéndole: “La verdad es que no sé”. Nosotros venimos de una generación de padres y de madres en donde todos lo sabían, donde todo lo podían, en donde no estaba permitido el sentimiento a flor de piel. Y yo lloro adelante de mis hijos…Yo abrazo, le digo te amo a mi hijo que tiene 14 años. Si escucha esto, me mato (risas). Lloro cuando estoy triste, cuando me emociono por algo, me conmuevo. Y él me pregunta: “¿Estás llorando? ¿Estás triste?” Y le cuento lo que me pasa. Trato de poner en palabras lo que me pasa. Nosotros fuimos criados por una generación de padres y de madres en donde las cosas no se ponían en palabras. Y ellos venían criados de una generación de padres y de madres en donde había silencios, solamente. Entonces, creo que esta generación, creo que la premisa o el desafío que tenemos por delante es el de la comunicación en todo sentido. Queremos romper algo de la generación de nuestros padres y nuestras madres, de lo que no se dice, lo que se esconde, lo que se calla. Venimos a decir, a plantear todo lo que nos pasa, cualquier cosa, y estamos criando una generación que está hipercomunicada. Ya empieza como a pegar la vuelta un poco, ¿no? Esta vuelta que decía antes. Todo está al alcance de la mano, cualquier respuesta que necesiten y eso es muy vertiginoso. LA FÓRMULA - GONZALO HEREDIA - YO LLORO CON MI HIJO —¿Qué cosas te gustaría para tus hijos si tuvieras que resumirlo en algunas palabras? — Que sean apasionados. A mí me gustaría que ellos encuentren su pasión, su pasión propia, por lo que sea. Que tengan esa motivación de levantarse todos los días para ir a buscar, que vayan a buscar eso que les apasiona. Descubrir algo que te apasiona es muy difícil muchas veces. Tardás mucho tiempo, yo he tardado mucho tiempo y a veces no me he dado cuenta. No hay un momento crucial que diga bueno, a partir de este día, sino que se fue dando, se fue construyendo. Y a veces puede pasar toda una vida sin darte cuenta de eso, con esa parte adormecida. Ponerte en contacto con eso es muy difícil a veces. Realmente es muy difícil porque a veces la vida te pasa por encima, porque si no trabajás, no comés. Porque si no hacés tal cosa, no vivís. Es como una parte que se empieza como a relegar o a meter como en un lugar un poquito más cerrado porque uno tiene que empezar como a elegir y demás. Lo único que les deseo es que descubran su pasión y que puedan llevarla a cabo y que descubran eso que les pueda dar como el sentido de su propia vida. —¿Dónde encontrás tus pasiones? — Yo la verdad no concibo un día si no leo. Es un lector que lo construyo, lo fui construyendo desde cero, te diría. En mi casa no había hábito de lectura y el hecho de que a mí me pase algo con un libro, que empiece a leer y que no pueda dejar de leer y que todo eso era un sentimiento extraño porque en mi contexto no había nadie con ese artefacto llamado libro. Entonces, ¿qué es esto que está pasando? ¿Por qué me pasa esto? ¿Por qué necesito abrirlo o leer? ¿Por qué me pasa que dejo el libro ahí y sigo pensando en el libro? Y en ese momento uno no puede poner en palabras qué es lo que te está pasando, si no tenés a nadie que haya pasado por esa experiencia. Después de construir esa imagen de que un lector es una persona culta, una persona de un cierto círculo elegido, con cierto poder adquisitivo o no, pero de un cierto lugar, mayormente con estudios y etcétera. Y tuve que deconstruir esa imagen, primero en mí y después el hecho de habitar el mundo con un libro en la mano, ponerme a leer en algún lugar público. A mí me daba mucha vergüenza sacar un libro en el subte y ponerme a leer. Van a pensar que quiero dar una imagen de persona que lee, de persona culta. Y no, estás leyendo un libro, nada más. En su nueva novela, ‘Extranjera’, Heredia explora las huellas de la memoria familiar y la transmisión generacional de las herencias (Maximiliano Luna) — Te voy a hacer la última pregunta que le hago a todos los invitados. Quiero que me cuentes algo que en el último tiempo te conmovió, te dejó pensando, te tocó una fibra o te removió algo. Puede ser alguna idea que tenés dando vuelta en la cabeza y que quieras compartir. — Últimamente me está pasando algo bastante particular con el paso del tiempo. Hace poco vi la película Historia de un matrimonio y me conmovió mucho por el hecho de eso, del paso del tiempo y cómo no solo en la pareja, sino en los vínculos, cómo los vínculos empiezan, por momentos, a deshacerse sin que uno se dé cuenta o empiezan como a mutar, cómo se van transformando y muchas veces uno está mirando para otro lado o lo que sea. Hay algo de eso que cuando vi la película, que también tiene que ver, obviamente, con la paternidad, con la maternidad, pero hay algo concretamente del paso del tiempo que me conmovió mucho. LA FÓRMULA - GONZALO HEREDIA - ME LLEVO BIEN CON EL PASO DEL TIEMPO — ¿Te asusta el paso del tiempo? — No, no. Tengo muy buena relación con el paso del tiempo. Pero es como subir una escalera y, en el momento de mirar para abajo, decir: “Mirá qué alto”. Es un poco vertiginoso y trae también cierto orgullo, pero hay una mezcla de todo. Y yo con el paso del tiempo siempre tuve buena relación. Desde chico tuve buena relación con esa fantasía de cuando llegue a grande o había como una especie de anhelo o de esperar cumplir cierta edad o tener cierta edad, porque tenía grandes planes y los sigo teniendo. No tengo mambo con esta cosa, por ejemplo, de haber trabajado con una imagen mucho tiempo, con una imagen más relacionada con el deseo y con esta cosa de la belleza y demás. Tengo cero mambo con eso. No hago nada para detener el tiempo, estéticamente hablando, y me deprimiría mucho hacer algo para intentar verme como me veía hace veinte años atrás. Me muero de tristeza. Me llevo muy bien con esa parte. Me da un poco más de nostalgia la otra, esto de lo que fue, esto de no sé, de volver al barrio del que, que nací y tener ciertos recuerdos, ciertas cosas que pasaron. Es más nostalgia que otra cosa. Por eso, no es un mal ejercicio pensar todo el tiempo que esto va a terminar. Pero está bueno intentar, por momentos, tener esa línea de pensamiento o ese pensamiento que sea casi como fugaz durante el día, porque siempre recordamos con anhelo el pasado, ¿viste? Y ya medio que nos autospoileamos un poco decir: “Tendría que haberlo vivido con más plenitud eso que viví”. Y bueno, viví el presente así. Viví el presente porque ya te estás contestando lo mismo, ya tenés la experiencia de que todo pasado fue de alguna forma más lindo o lo recordás con cierta alegría. Bueno, tendríamos que vivir el presente. Lo digo y me lo digo para mí también.

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