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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 25/08/2025 14:51
Con la menopausia el colesterol LDL puede duplicarse incluso en mujeres con dieta saludable lo que eleva la posibilidad de infartos (Imágen Ilustrativa Infobae) Durante mucho tiempo se asumió que las mujeres estaban más protegidas que los varones frente a las enfermedades del corazón, al menos hasta una edad avanzada. Sin embargo, los estudios más recientes derriban esa idea y revelan una realidad distinta: con la llegada de la menopausia, el riesgo de enfermedad cardiovascular se multiplica y representa una amenaza silenciosa que exige un nuevo abordaje médico. La enfermedad cardiovascular ya es la primera causa de muerte entre las mujeres en todo el mundo y en América Latina. Incluso, los datos muestran que la cantidad de mujeres que fallecen por esta causa es mayor que la de varones. Mientras que en ellos la mortalidad por cardiopatía isquémica disminuyó en los últimos años, en las mujeres la incidencia se mantiene estable y elevada. Esta tendencia deja en claro que los cambios biológicos propios de la menopausia son determinantes en el futuro de la salud cardíaca femenina. Menopausia y descenso de los estrógenos El estrógeno protege arterias y regula lípidos en sangre su caída en la menopausia genera hipertensión y acelera la aterosclerosis (Imagen Ilustrativa Infobae) El descenso del estrógeno no solo marca el final del ciclo menstrual, sino que retira una protección natural que ayudaba a mantener la elasticidad arterial, equilibrar los lípidos en sangre y moderar la presión arterial. La doctora Noelia Brenzoni, médica cardióloga del Hospital Universitario Austral, explicó a Infobae que la menopausia no sólo transforma el cuerpo, sino también al corazón. “Con la caída de los estrógenos, el colesterol LDL puede duplicarse incluso en mujeres que mantienen una alimentación saludable. A esto se suman cambios en la distribución de grasa e inflamación de los tejidos, factores que incrementan el riesgo de infarto, arritmias y ACV. La enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en mujeres y con la menopausia el riesgo se multiplica de manera alarmante (Imagen Ilustrativa Infobae) Por ello, la especialista propone sumar el chequeo cardiovascular al control ginecológico anual, sobre todo después de los 50 años, remarcando la importancia de este paso ante la ECV como primera causa de muerte en mujeres. Brenzoni sostiene que es fundamental trabajar con un enfoque cardiometabólico, donde participen además del médico clínico y el cardiólogo, profesionales como nutricionistas y hepatólogos, en un equipo interdisciplinario. La prevención precoz es clave, con evaluación regular de la presión arterial, consultas al médico clínico y cardiólogo, así como análisis de glucemia, diabetes, colesterol y función renal. A partir de esta evaluación integral, se determina el riesgo cardiovascular y, si corresponde, se prescribe tratamiento farmacológico. La menopausia precoz, que se presenta antes de los 45 a 50 años, expone a las pacientes a un mayor riesgo cardiovascular por un mayor tiempo sin estrógenos. El colesterol a partir de los 45 años La rigidez arterial aumenta en ausencia de estrógenos y esto favorece accidentes cerebrovasculares que dejan secuelas graves ( Imagen Ilustrativa Infobae) Muchas mujeres con colesterol normal antes de los 45 años pueden ver aumentado su LDL luego de esta etapa. El déficit hormonal, junto con los cambios metabólicos, incrementa el riesgo cardiometabólico y de dislipemia. La experta explica que la dislipemia es la alteración de los lípidos en sangre, principalmente colesterol y triglicéridos, lo que favorece la acumulación de placas en las arterias y aumenta el riesgo de infarto y ACV. “Si la mujer fuma, es obesa o sedentaria, el riesgo es aún mayor”, afirmó Brenzoni. Estos riesgos, muchas veces silenciosos, se detectan con análisis de sangre y se tratan con cambios en el estilo de vida —dieta y ejercicio— y, en algunos casos, medicamentos. En los últimos años, al aumentar la expectativa de vida, las mujeres pasan más tiempo con bajos niveles de estrógeno, igualando la incidencia de enfermedades cardiovasculares con los hombres. El impacto del estrógeno en el corazón Un tercio de la vida femenina transcurre en riesgo cardiovascular ya que en Latinoamérica la menopausia llega en promedio a los 48 años (Imagen Ilustrativa Infobae) El estrógeno va más allá de su papel en el ciclo menstrual: durante los años fértiles, sostiene la flexibilidad arterial, fomenta un perfil lipídico saludable —aumentando el colesterol HDL y reduciendo el LDL— y ayuda a regular la presión arterial. Cuando sus niveles disminuyen definitivamente, se pierde ese equilibrio protector para el corazón. “Tras la baja del estrógeno, las arterias tienden a endurecerse y pierden flexibilidad, lo que favorece la hipertensión arterial. Además, se altera el perfil lipídico, facilitando la acumulación de placas en las paredes arteriales y el avance de la aterosclerosis”, detallan desde la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA). Así, aumenta la rigidez vascular y se forman depósitos grasos que estrechan las arterias. La hipertensión y aterosclerosis, son factores de riesgo directo de eventos cardiovasculares graves, como el infarto agudo de miocardio o los accidentes cerebrovasculares. El primero ocurre cuando una arteria coronaria se obstruye y deja sin riego sanguíneo a una parte del corazón, mientras que el segundo se produce cuando se interrumpe el flujo sanguíneo hacia el cerebro, ya sea por obstrucción o ruptura de un vaso. Ambos episodios pueden dejar secuelas irreversibles o provocar la muerte. La grasa abdominal propia de la menopausia es metabólicamente activa y está vinculada al síndrome metabólico y a la inflamación crónica (Imágen Ilustrativa Infobae) La evidencia muestra que el riesgo aumenta considerablemente desde la menopausia, incluso en mujeres con dieta saludable y hábitos activos. El colesterol LDL puede duplicarse, la distribución de la grasa corporal cambia y aumenta la inflamación de los tejidos, elevando las posibilidades de arritmias, infartos y ACV. Un dato relevante es la edad en que las mujeres de América Latina atraviesan la menopausia, alrededor de los 48 años. Considerando una esperanza de vida de 74 a 83 años, cerca de un tercio de la vida femenina transcurre bajo un riesgo cardiovascular elevado. Esta magnitud demanda atención médica específica. La dimensión psicológica y metabólica del riesgo La depresión la ansiedad y los trastornos del sueño se intensifican en la menopausia complicando el cuidado integral de la salud (Freepik) Los cambios que atraviesa la mujer en esta etapa no se limitan al plano hormonal. También aparecen transformaciones emocionales y metabólicas que refuerzan el escenario de vulnerabilidad. En el terreno psicológico, la menopausia puede traer consigo irritabilidad, fluctuaciones del estado de ánimo, ansiedad, dificultades de concentración, alteraciones del sueño y síntomas depresivos. Aunque estas manifestaciones suelen considerarse parte del proceso natural de transición, en muchos casos intensifican el estrés y complican el cuidado de la salud en general. En paralelo, la menopausia está asociada a un cambio en el metabolismo y en la forma en que el cuerpo distribuye la grasa. Lo habitual es que aumente la acumulación en la zona abdominal, un fenómeno que trasciende la estética. La grasa visceral es metabólicamente activa y tiene un rol decisivo en la inflamación crónica de bajo grado. Esa inflamación se vincula con resistencia a la insulina, mayor riesgo de diabetes tipo 2 y un terreno fértil para el síndrome metabólico. “Durante la menopausia, es común que la distribución de la grasa corporal cambie, acumulándose especialmente en la zona abdominal. Esta grasa visceral no solo altera la figura, sino que tiene una gran actividad metabólica y está directamente relacionada con un mayor riesgo cardiovascular”, explican los expertos de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC). El síndrome metabólico combina hipertensión colesterol elevado glucosa alta y obesidad abdominal aumentando el riesgo cardiovascular (Imagen Ilustrativa Infobae) La explicación científica es contundente. Esa grasa abdominal favorece un estado inflamatorio persistente y altera el metabolismo de la insulina. El resultado es un círculo vicioso: hipertensión, colesterol elevado, glucosa alta y exceso de grasa abdominal, todo dentro del cuadro denominado síndrome metabólico. Este conjunto de factores potencia la posibilidad de sufrir infartos, ACV y otras enfermedades cardíacas. Frente a este panorama, mantener un peso adecuado y una cintura saludable deja de ser solo una cuestión estética y se convierte en una medida esencial de prevención cardiovascular. La actividad física regular, la alimentación balanceada y el control del estrés aparecen como herramientas de primer orden, aunque los especialistas remarcan que la intervención médica temprana es clave. La transición a la menopausia representa entonces un punto de inflexión en la vida de las mujeres. Estudios longitudinales realizados durante las últimas dos décadas documentaron cómo los cambios en las hormonas sexuales se acompañan de modificaciones en la composición corporal, en los lípidos, en las lipoproteínas y en la salud vascular. Los especialistas recomiendan incorporar controles cardiovasculares al chequeo ginecológico anual especialmente después de los 50 años (freepik) El seguimiento individualizado, que contemple tanto la historia clínica como los factores de riesgo particulares, aparece como la mejor estrategia. Cada mujer transita la menopausia de forma distinta y esa diversidad obliga a abandonar las recetas generales para pasar a planes personalizados de cuidado. En definitiva, el descubrimiento central es que la menopausia no puede considerarse únicamente como un proceso biológico ligado al fin de la menstruación. Es una etapa con consecuencias profundas sobre la salud del corazón, que explican por qué la enfermedad cardiovascular se convirtió en la primera causa de muerte femenina. Reconocer este hecho, difundirlo y actuar en consecuencia representa el desafío más importante en la medicina de la mujer para los próximos años.
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