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  • Otra mirada: ¿Tenía que pasar esto?

    Gualeguaychu » Reporte2820

    Fecha: 25/08/2025 00:21

    Escribe Pablo Recchia, presidente de la Fundación Incluir y referente de la Asociación Síndrome de Down de la República Argentina (ASDRA). ¿Qué paso? De repente puede ser que entendamos algo... Tengo un recorrido de muchos años y reconocimiento como referente nacional en cuestiones de políticas públicas en discapacidad, entre otros, referentes nacionales e internacionales, enormes maestros consagrados de los cuales aprendí mucho sobre lo que refiero diariamente cuando hablo de personas con discapacidad: Luis Bulit Goñi; Jesús Flores; Carlos Skliar; Bernardo Kliksberg; entre otros tantos y tantas personas con las que todos estos años hemos estado interactuando. Soy parte también del movimiento asociativo de padres que, desde principios de los años 1990, pudimos ejercer presión y compromiso a quienes tenían responsabilidades gubernamentales y legislativas. Mi paso por el COFEDIS me enseño a tener una mirada más global, abierta, y la posibilidad de crear y pertenecer a Organizaciones nacionales, redes, federaciones, organizaciones de segundo grado, y esto hace que conozca las realidades de la mayoría de nuestras provincias Hace muchos años, y en cada gestión de los gobiernos que fueron pasando, hemos planteado la falta de políticas públicas sobre discapacidad en nuestro país y, sobre todo desde 2008, la constante indiferencia para cumplir con las normativas vigentes y supra constitucionales, como lo es la Convención Internacional sobre los Derechos de las personas con discapacidad de Naciones Unidas (CDPCD - ONU), Ley Nacional N° 26.378. No hay gestión de gobierno en todos estos años en las que no nos hayamos reunido como colectivos de Personas con Discapacidad para ponernos a disposición como usuarios (idóneos), en primera persona o quienes representamos a nuestros hijos con discapacidad intelectual u otras condiciones que requieren de sistemas de apoyo para plantear un camino de consenso. Las sociedades, ciudadanos de nuestro país nos han acompañado, pero siempre con un compromiso limitado en líneas generales, aunque también están los que aportan sus experiencias y apoyos. También y, en general, las autoridades gubernamentales no siempre han estado a la altura de las circunstancias y han fijado sus políticas atadas a un presupuesto precario para el sector. Las personas con discapacidad se han visibilizado siempre por una silla de ruedas y la accesibilidad por cuestiones edilicias o barreras arquitectónicas. Pero es mucho más. Detrás de todo están las personas que, a partir de la Convención de Naciones Unidas, se los reconoce con identidad y como sujetos de derechos. Esto también ha creado una discusión con total desconocimiento sobre los que parecen y no son, o los que son y no parecen llenando el casillero de la discriminación. Mucho desconocimiento. Mucha perversidad. Falta de capacitaciones y programas para visibilizar los colectivos de personas con discapacidad. Podríamos escribir un libro sobre todo esto. Deberíamos estar hablando de las coberturas de salud, prestaciones, educación, recreación, vivienda, acceso a la justicia, a la tecnología, al trabajo, etc., y no de cuestiones de corrupción en discapacidad. En realidad la idea de este artículo es plantear si, realmente, tenía que explotar esta incongruencia del actual gobierno nacional, para que todos se den cuenta de nuestros reclamos de larga data: falta de políticas públicas; falta de presupuestos; regulación y actualización de nomencladores; de empatía con las personas con discapacidad; falta de programas y de cumplimiento de los que ya están; implementación plena del FONDIS; clientelismo político y acompañamientos direccionales; y mucho más. Que quede claro: esto que pasa no es solo pertenencia de este gobierno. Con todos nos ha pasado lo mismo o similar. Pero sí hay una gran diferencia. Con este gobierno de Javier Milei hemos sido víctima de violencia, estigmatizaciones, burlas, represión, desidia, desprecio e ignorancia. Una cuestión de corrupción puso como epicentro la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS). Ahí se hizo visible. Ahora todos saben que existe la ANDIS, y que depende del Ministerio de Salud de la Nación (un retroceso, modelo médico de la discapacidad), un Ministerio devenido a un espacio de poca participación que no figura en los planes políticos y económicos para la gestión actual de la motosierra y el déficit cero. En rigor de verdad, esta crítica apunta a quien nos gobierna, pero también pretende alertar a la sociedad toda. Creo que debe tener más empatía. No podemos vivir mirándonos el ombligo. Es casi imposible que no nos toque en algún momento de la vida, la posibilidad de pasar por una situación que nos deja indefensos o con la necesidad del otro. No es cuestión de dinero, en este caso, todos tenemos un numerito y nos puede tocar. Podríamos escribir miles de líneas más sobre esto, pero en resumen es cuestión de políticas públicas y de la vida misma cuando nos toca enfrentar dificultades y desafíos inesperados. Para los políticos que hoy están en campaña y mañana los vamos a votar, tienen que saber que los colectivos de discapacidad somos la primera minoría. En números de personas, las cifras son importantes. Para graficar en más o en menos: un 5% de los habitantes de Argentina tiene alguna discapacidad o condición (tienen CUD). El sistema de apoyos que requieren estas personas alcanza a un 40% más de habitantes de nuestra población que votan. Estadísticas comprobables, aunque Marcos Lavagna, responsable del INDEC en este y en el anterior gobierno, nos haya negado dos años consecutivos del Censo de Personas con Discapacidad. En octubre vamos a votar. Nuestros hijos van a votar. Las personas con D¡discapacidad van a votar y estaremos atentos. Los resultados de estas elecciones legislativas van a ser la consecuencia del compromiso de cada una de las personas que tienen una responsabilidad política. Esto tampoco termina con las elecciones. A quien le toque gobernar y legislar, van a tener que tenernos en cuenta, porque estamos empoderados, movilizados, en la calle, estamos en todos los lugares donde podamos discutir de igual a igual las responsabilidades de cada uno, sea el lugar que ocupe. No hubiera sido necesario que estas cosas pasen para reaccionar. Tengamos otra mirada, tengamos empatía. Nos necesitamos, y sobre todo cuando hay un Estado ausente. Cuando nos están queriendo instalar el éxito basado en la meritocracia. Sálvese quien pueda y pasemos sobre los que quedan tirados en el suelo para salvarnos individualmente. Eso no es convivencia. No es una sociedad organizada. No es ver al otro, sea cual sea su condición. Una sociedad se construye entre todos, con todos y para todos. Los gobiernos pasan y las personas comunes quedan. Seamos mejores personas y vamos a tener el país que nos merecemos, un mejor país.

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