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» AgenciaFe
Fecha: 24/08/2025 11:40
La última semana de agosto será clave en el proceso judicial seguido desde hace tres años contra Martín Kunz, acusado de haber atacado a un contingente de cadetes del Liceo Militar Manuel Belgrano de Santa Fe y haber asesinado al chofer que los trasladaba, Rubén “Bigote” Walesberg. Se prevé que el lunes culmine la etapa de producción de la prueba, con la declaración de dos testigos citados por la defensora pública Virginia Balanda: el director del Liceo y una trabajadora social. Ese mismo día se realizarán los alegatos finales, en los que el bloque acusador -conformado por los fiscales Ana Laura Gioria y Estanislao Giavedoni, además de los querellantes Daniel Recaman y Néstor y Mariana Oroño- reafirmarán su pedido de condena a prisión perpetua para Kunz. Kunz lleva tres años privado de su libertad. Foto: Flavio Raina Según la agenda judicial, el tribunal integrado por los jueces Pablo Ruiz Staiger, Lisandro Aguirre y Celeste Minniti dará a conocer su veredicto el miércoles 27 de agosto. Para sus fundamentos habrá que esperar hasta los primeros días de septiembre. Kunz llegó a juicio acusado del “homicidio criminis causa” de Walesberg, la “tentativa de homicidio” de cuatro cadetes y la “privación ilegítima de la libertad” de siete de los diez adolescentes que iban en la combi cuando todo comenzó. La fiscalía intentó reconstruir lo ocurrido el 19 de agosto de 2022 a partir de los dichos de los cadetes -dos declararon en juicio mientras que del resto se reprodujeron las entrevistas en cámara Gesell realizadas poco tiempo después del suceso-, que fueron contrastados con otras evidencias, entre ellas las cámaras de la panadería La Perla de Colastiné, en cuyo estacionamiento comenzó todo. Ahora, resta aguardar la sentencia de los jueces, y conocer si darán por acreditada la versión del bloque acusador. De la reconstrucción surgió qué Kunz abordó la trafic en el estacionamiento de la panadería que se había convertido en una parada obligatoria para comprar el almuerzo cuando salían del Liceo y viajaban hasta San Javier. Las cámaras lo captaron acercándosela al vehículo a paso acelerado y llevando en sus manos algo negro. Tan sólo ocho segundos después, el chofer “Bigote” Walesberg salió de la camioneta trastabillando y quedó tendido sobre la vereda, en un charco de su propia sangre. Los cortes a la altura de la oreja (frente al pabellón auricular) y otro más cerca del hombro resultaron letales. Se desangró. Momentos después, tres asustados cadetes descendieron del vehículo. Dos de ellos sufrieron heridas en la zona del cuello, y fueron socorridos por quienes estaban en los locales de la zona. Todo comenzó en el estacionamiento de La Perla de Colastiné. Crédito: Luis Cetraro. Mientras, un grupo de personas se acercó a la trafic, cuya puerta había sido cerrada, y comenzaron a golpear para que alguien abriera, pero debieron hacer un paso atrás cuando la camioneta arrancó. Observaron cómo se alejaba por la colectora, para luego subir a la Ruta Provincial N°1 en dirección sur-norte. Controvertido por la defensa, a raíz de la declaración de Kunz, está lo que sólo quedó registrado en la memoria de quienes estuvieron en el interior de la trafic. Los cadetes observaron, desde distintos ángulos y en mayor o menor medida, cómo el encapuchado -que luego sabrían que era Kunz- se abalanzó sobre “Bigote”. Algunos vieron que lo acuchillaba, otros creyeron que lo estaba golpeando. El acusado dijo que saludó al chofer y que algunos liceístas, enojados por su presencia allí, lo asesinaron. El juicio comenzó el pasado 14 de agosto. Foto: Flavio Raina Kunz reconoció que obligó a uno de los chicos a manejar y que los atacó, pero para defenderse. Los cadetes recordaron a un encapuchado enajenado, tirando puntazos para todos lados, ensañándose con uno de ellos y diciéndoles que si querían vivir debían rezar. Recorrieron cinco kilómetros en la trafic hasta que la policía los interceptó, y Kunz se entregó. Ya sobre la ruta, cuando el encapuchado fue reducido por los uniformados y le pidieron que se identificara, fue que los cadetes supieron de quién se trataba. La mayoría había tenido poco o nulo contacto con él. Del juicio también participaron profesionales de la salud mental que dieron cuenta de que Kunz era consciente de sus actos al momento del hecho, y realizaron un perfil psicológico del excadete. Otros atendieron a las víctimas, y explicaron los traumas que la terrible experiencia les causó. Médicos, cirujanos y forenses explicaron qué tipos de lesiones sufrieron los cadetes y el chofer, y por qué las de este último resultaron fatales. Policías recordaron las intervenciones que realizaron en las dos escenas del hecho: el estacionamiento de la panadería y la trafic. Por último, los padres de los chicos explicaron el impacto que el ataque tuvo en sus hijos y en sus familias, reclamaron justicia y pidieron que se aplique “la pena máxima” para que los chicos “puedan vivir en paz”. Resta conocer qué dirán el director del Liceo Militar y la trabajadora social citados por la defensa. Para el miércoles, el tribunal habrá definido si Kunz es culpable, de qué delitos y la pena a aplicar.
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