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  • Cuidar la infraestructura nacional

    Colon » El Entre Rios

    Fecha: 24/08/2025 10:31

    Quienes circulan por las rutas 12 y 14, la “ruta del Mercosur”, saben lo difícil que se ha hecho la faena. Como sapo al que se hierve de a poco, quienes circulan con frecuencia ya no se espantan con los baches, los yuyos a los costados, los parches que parecen lomos de burro ni la ausencia de peaje desde que se cayó la concesión en abril de este año. Quienes sólo toman la ruta de manera ocasional no pueden evitar referirse a su pésimo estado. Que no nos cobren por circular por la autovía no es motivo de festejo, sino un indicador elocuente de la dejadez absoluta de todo lo que comienza una vez que se toma el desvío de la ruta 9 hacia la ruta 12 y de todo lo que, en sentido inverso, termina cuando se toma la bajada para héroes que, al regreso, supone pasar de la barbarie de la ruta 12 a la civilización de la ruta 9. El problema nació junto con el paso de ruta a autovía. Parece paradójico que los tramos viejos estén en mejor estado que los nuevos. Es el costo de la corrupción, manifiesto en una ruta que costó varias veces su precio real y que además está mal hecha. El afán por maximizar el beneficio para el corrupto llevó a minimizar el bienestar de quienes circulan. Saltan a la vista (y saltan, literalmente, los vehículos) los frecuentes cambios de color en el pavimento. Al parecer, ni las especificaciones técnicas ni el control de las obras fueron demasiado estrictos. En fin, nada que los cuadernos de Centeno no nos hayan contado. Descuidar el estado de las rutas es un error garrafal de los gobiernos. Circular por una ruta en mal estado, atravesando baches, parches y canaletas que podrían ser una trampa mortal en cada lluvia no es un problema sólo para quienes circulan, sino también para quienes consumen lo que por esas rutas transita: seguramente el transporte por camión y el transporte de pasajeros de larga distancia incorporen en sus tarifas los sobrecostos relacionados con la probabilidad de sufrir pinchaduras o roturas, y el mayor tiempo que demanda circular para evitar esos obstáculos. “No hay plata”, la forma popular de referirse al objetivo de sostener a rajatabla el superávit fiscal, es una explicación frágil para justificar el abandono del cuidado de la infraestructura vial. Para determinar si realmente hay un ahorro por no invertir en dicha infraestructura debería no sólo considerarse el efecto de caja favorable de no hacer desembolsos para mantenerla, sino también la pérdida de valor del capital existente. Lo que se ha dejado de mantener es patrimonio del estado. Volver a ponerlo en condiciones demandará eventualmente más capital, y por ende más tarifa para los usuarios, que el que hubiera demandado su manutención continua. Está en marcha, desde la publicación del Decreto 28/2025 de enero de este año, el proceso de licitación para volver a concesionar, entre otros, el corredor ruta 12 – ruta 14, y la presentación de ofertas está pautada para el 8 de septiembre, tras una postergación del plazo original del 5 de agosto. Cabe esperar que no haya más demoras, porque la ruta no puede esperar. No importa quién lo haga, sino que se haga. No hacerlo no supone ahorro alguno para la Nación ni para los ciudadanos, sino un mayor costo futuro para todos. Fuente: El Entre Ríos

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