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  • Querer a García Lorca

    » Diario Cordoba

    Fecha: 23/08/2025 02:33

    Tengo la sensación con García Lorca de que cada verano muere y nace de nuevo. Alguna vez lo he escrito. Cada madrugada del 18 de agosto Federico García Lorca vuelve a andar en un amanecer con sabor metálico en el aire. Seguramente tiene que ver con una querencia más sentimental que lírica, porque cuando la poesía y la figura de un autor son tan decisivas en tu propia vivencia, ya sientes que lo quieres, que su vida es parte de la tuya. La sensación no es única: me ocurre lo mismo con Manuel y Antonio Machado, con Francis Scott Fitzgerald, con Manolete y Hemingway. Has leído tanto de ellos o sobre ellos, has escrito tanto sobre ellos a través de novelas y de artículos, te han acompañado tanto, siempre muy fielmente y en edades diversas, por caídas profundas y en algunos momentos rutilantes, que ya son tus amigos y los quieres. Con Robert Redford me pasa lo mismo, tras haber pasado varios meses revisando sus películas, las protagonizadas, las dirigidas y las producidas por él, más o menos sobre 2012, antes de escribir mi libro de poesía Vida y leyenda del jinete eléctrico. Por cierto: aunque siendo creadores pueden tener en común otros asuntos, como la percepción de la injusticia, el abuso consciente del derecho y una posición comprometida del arte que jamás deja atrás su idea de la excelencia, con una valentía exigente y vital por delante, en ese libro relaciono a Redford con Lorca por otra coincidencia: la madrugada del 18 de agosto de 1936, mientras el poeta es asesinado en Víznar, nace el cineasta en la casa paterna, bajo las colinas de Hollywood. Estos nombres me han acompañado y me acompañan, forman parte de mí. Aunque también hay otras gradaciones varias, con los que nombro han sido muchas las horas de vida compartida. Pero desde Lorca, amigo, siempre es todo distinto. La gente nace y muere y Lorca era también un hombre que podía nacer y morir: sin embargo, yo lo veo salir cada mes de agosto por su propio horizonte en la poesía del mundo que pudo haber sido, que murió con él, pero que cada mes de agosto vuelve a nacer con él. Con Lorca la impresión es más de un sol que siempre ves alzarse entre las rocas, sobre ese mar cobalto del lenguaje de una hoguera interior que todavía calienta y nos alumbra. ¿Escribimos por Lorca? Seguramente no: pero sí determina ese acelerador con llamaradas de la vocación. Por eso quiero mucho a García Lorca y me duele su muerte, como la del poeta José María Hinojosa, autor de un libro maravilloso, La flor de California, tiroteado por los milicianos junto con Luis Altolaguirre, el hermano de otro gran poeta, Manuel. Todos los gigantes volverán si los invocamos con fuerza y con amor. Viva Lorca siempre, vive Lorca al fin. *Escritor Suscríbete para seguir leyendo

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