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» Voxpopuli
Fecha: 23/08/2025 00:09
Según un informe del Observatorio del RIGI, el flujo de inversiones es mínimo y contrasta fuertemente con los «beneficios extraordinarios» que el régimen otorga a un pequeño grupo de grandes inversores. En total, los siete proyectos aprobados representan una inversión de 13.067 millones de dólares, pero la mayor parte de este monto se concentra en el sector de los hidrocarburos, y dentro de este, en un actor clave: YPF. El reporte destaca que tres de los siete proyectos aprobados, es decir, casi la mitad, están directamente relacionados con la empresa estatal. Dos de estos proyectos están vinculados a la expansión de Vaca Muerta, lo que subraya el papel de YPF como el «verdadero motor» del RIGI. Esto plantea un dilema: el régimen, ideado para atraer capitales privados externos, está encontrando su principal motor en una empresa controlada por el Estado. Esta situación genera un «círculo» de inversiones donde la misma entidad que el gobierno busca privatizar o reestructurar es la que impulsa los proyectos que, supuestamente, deberían atraer capital extranjero. Mientras el gobierno de Javier Milei profundiza un modelo extractivo de recursos para salir de la crisis de divisas, su principal herramienta de inversión, el RIGI, parece estar girando en torno a la órbita de YPF, revelando una contradicción central en su estrategia económica. Análisis: Extractivismo con beneficios acotados El RIGI fue concebido como un vehículo para acelerar las inversiones en sectores primarios, especialmente minería e hidrocarburos. Sin embargo, los datos a un año de su implementación revelan que su impacto en la creación de empleo es marginal y que los capitales no están llegando con la velocidad esperada. Al mismo tiempo, el régimen consolida un modelo extractivo con fuertes concesiones fiscales y cambiarias que benefician a un puñado de grandes empresas, siendo YPF una de las principales beneficiarias y a la vez, el principal motor de los proyectos aprobados. Este panorama sugiere que, por ahora, el RIGI no está cumpliendo con su objetivo de diversificar la economía, sino que profundiza la dependencia de unos pocos sectores, apoyándose en la infraestructura y el capital de una empresa que, paradójicamente, es el «enemigo» ideológico del gobierno.
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