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  • La historia de los Shinawatra: 25 años de poder, exilios y controversias en Tailandia y su impacto político

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 22/08/2025 06:39

    La dinastía Shinawatra ha imperado en la política tailandesa durante 25 años, atravesando golpes de Estado, procesos judiciales y controversias legales que reflejan la tensión entre el populismo y el establishment conservador del país. Este viernes, Thaksin Shinawatra, patriarca de la familia y ex primer ministro, fue absuelto en un tribunal de Bangkok en un caso de lesa majestad que se remonta a una entrevista con medios surcoreanos de hace más de una década. La historia se inicia con la carrera política y empresarial de Thaksin, un ex oficial de policía convertido en magnate de las telecomunicaciones, quien fundó el partido Thai Rak Thai. Prometió utilizar su experiencia empresarial para mejorar la vida de las zonas rurales. Esta plataforma, caracterizada por políticas populistas que incluían inyecciones de efectivo en medio de la crisis financiera asiática, le valió el ferviente apoyo de millones de votantes rurales, pero generó alarma entre los sectores leales al rey y al ejército, históricamente defensores del statu quo en Bangkok. Thaksin fue elegido primer ministro en 2001 y reelecto con una mayoría parlamentaria sin precedentes. De este modo, se convirtió en el primer jefe de gobierno democráticamente electo en completar un mandato en Tailandia. Uno de los sellos distintivos de su gobierno fueron los programas de ayuda y el crédito al consumo, que consolidaron la base social del shinawatrismo. Sin embargo, los años siguientes estuvieron marcados por una oleada de acusaciones de corrupción lanzadas por sus detractores. En septiembre de 2006, durante un viaje al extranjero, la política tailandesa sufrió un vuelco cuando tanques del ejército se desplegaron en la capital y derrocaron al gobierno de Thaksin. Esta maniobra fue, en parte, una respuesta al temor de las autoridades tradicionales ante el creciente poder electoral y el control del aparato estatal que había adquirido su partido. Poco después, sus activos en el país fueron congelados, y el ex mandatario adquirió el club inglés Manchester City, que vendió con ganancias antes de entrar en un largo exilio. Desde su desplazamiento físico de Tailandia en 2008, Thaksin mantuvo una fuerte influencia sobre los líderes opositores sucesivos y surgieron acusaciones sobre su supuesta injerencia en los asuntos internos. El golpe de Estado no logró exterminar el atractivo del movimiento: tras la disolución de Thai Rak Thai por orden judicial, la estructura partidista se transformó varias veces, primero en el Partido del Poder Popular y luego en Pheu Thai, lo que permitió a otros miembros de la familia postularse para cargos electivos. El ejemplo más destacado fue Yingluck Shinawatra, hermana menor de Thaksin, quien llegó a la jefatura de gobierno en 2011, respaldada por la maquinaria partidista y la constante referencia a su hermano mayor. “Soy el clon de Thaksin”, declaró en una ocasión Yingluck, en declaraciones recogidas por AFP, aludiendo a las críticas sobre su falta de autonomía política. Enfrentada a un Parlamento polarizado y al Ejército, su mandato buscó acercamientos con los militares. Sin embargo, este equilibrio colapsó en 2013, cuando un proyecto de ley de amnistía, percibido por la oposición como un mecanismo para facilitar el retorno de Thaksin al país, provocó masivas protestas en las calles de Bangkok. Los disturbios resultaron en decenas de muertos y cientos de heridos, lo que precedió a la destitución de Yingluck en 2014 a través de una sentencia de la corte constitucional. El último tramo de su gobierno fue removido por los militares semanas después. La descendencia del shinawatrismo renovó su compromiso en la última década. Tras el golpe, la familia apoyó a Paetongtarn Shinawatra, la hija menor de Thaksin, quien provenía de una exitosa gestión en la división hotelera del conglomerado familiar. En 2023, fue candidata en las elecciones generales al frente de Pheu Thai y participó activamente en la campaña, a pesar de su avanzado embarazo. Aunque el partido finalizó en segundo lugar, logró formar una frágil alianza parlamentaria, que incluyó a ex rivales políticos del sector pro-militar, conservando así el gobierno. Paetongtarn asumió el liderazgo en agosto de ese año, sucediendo a Srettha Thavisin tras la suspensión de este último por orden de la corte constitucional. Durante su mandato, tanto Yingluck como Paetongtarn enfrentaron acusaciones recurrentes de ser simples instrumentos de las decisiones orquestadas por Thaksin desde el exterior. Contra el jefe de la familia se acumulaban procesos por corrupción y abuso de poder. Pese a ello, él prometió de manera insistente retornar a su país. Cumplió su palabra el día en que Pheu Thai recuperó el control gubernamental en 2023. Ese mismo día, un tribunal ordenó su detención y lo sentenció a ocho años de prisión. En cuestión de horas, fue trasladado a un hospital policial por razones de salud. Esta medida suscitó especulaciones sobre un posible trato preferencial y un pacto con la monarquía y la élite militar. Meses después, el rey Maha Vajiralongkorn redujo la pena y el exmandatario recuperó la libertad seis meses después, sin haber permanecido en una cárcel común. Actualmente, otro proceso judicial evalúa si el líder fue debidamente privado de libertad. Al mismo tiempo, la justicia tailandesa abre nuevos frentes contra la familia, como la reciente suspensión preventiva de Paetongtarn Shinawatra por parte de la Corte Constitucional, motivada por supuestas irregularidades diplomáticas en un incidente con Camboya. El tribunal prevé emitir su resolución la próxima semana, decisión que podría despojarla del cargo y cerrar el ciclo del protagonismo político familiar, dado que no quedan parientes habilitados para competir por la jefatura del gobierno. Según datos recabados por AFP, la saga de los Shinawatra ilustra el constante forcejeo entre el voto popular y los guardianes del poder tradicional en Tailandia. La última secuencia judicial y la incertidumbre en torno al futuro de Paetongtarn reavivan la tensión en un país donde el ejército y los tribunales han intervenido repetidamente para limitar los alcances de la democracia. (Con información de AFP)

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