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» Elterritorio
Fecha: 20/08/2025 13:12
miércoles 20 de agosto de 2025 | 6:00hs. El 6 de agosto es la fecha puntual del Día del Veterinario, mi profesión a la que amo. Esta fecha recuerda, además, el día de nuestros primos hermanos los ingenieros agrónomos. Profesiones que nacieron juntas, se criaron juntas y juntas seguirán en el surco hacedor de la producción de los alimentos y controles agropecuarios. Es una simbiosis y por tal seguirá siendo así. Por eso, en 1983 se impuso como ley la fecha del 6 de agosto como el Día del Veterinario y del Ingeniero Agrónomo. Pero, ¿por qué esa fecha? Porque en ese día se inauguró en 1883 el Instituto Agronómico y Veterinario en Santa Catalina, provincia de Buenos Aires, constituyendo la primera escuela de estudios superiores de esas dos especialidades en el país, cuyo mentor fue Dardo Rocha, el constructor de la ciudad de la Plata. Siete años más tarde, en 1890, las profesiones cobraron vuelo al ser trasladada de Santa Catalina a La Plata, pero ya con el rango de Facultad de Agronomía y Veterinaria. Desde ese momento, por siempre y para siempre, se erigió con el devenir del tiempo en el primer eslabón del rosario de otras tantas casas de altos estudios creadas a lo largo y ancho del país. Ya sea en universidades del Estado o privadas, como manera de responder con ofertas de profesionales la necesidad de atender, no solamente las cuestiones sanitarias, también la infinidad de ramificaciones conexas de la producción agropecuaria primaria y su transformación en el proceso industrial de la cadena alimentaria. ¿Y qué es el veterinario? Según la Real Academia Española es la persona que se halla legalmente autorizada para profesar y ejercer la Veterinaria. El origen de la palabra proviene del latín veterinarius y, según Catón el escritor (234/149 adC), era el sujeto conocedor de la veterinae o veterina, es decir las bestias de carga. El nombre de estos animales provenía de vetus (viejo) porque se trataría de animales envejecidos y, por ende, no aptos para las carreras ni carros de guerra y sólo útiles para el transporte. Otros afirman que veterina procede del verbo veho, vehere, de donde deriva vehículo, que significa precisamente transporte. La veterinaria está dentro de la gran rama de la biología, madre de ciencias que, liada a otras profesiones como la del médico, químico, antropólogo, genetista, entre otras, contempla todo lo referente al reino animal y al ambiente natural que lo rodea. En sentido lato, como estudio, comprende materias que permite la alternativa de concentrarse como especialidad única y definitiva, o divagar sobre otras disciplinas haciendo más universal el conocimiento. Por ejemplo, en zoología se estudia la paleontología y el origen de las especies. En tal discernimiento el estudiante podrá quedarse en el concepto de lo que trata, o adentrarse más y buscar la comprensión del pensamiento filosófico de Darwin sobre si la evolución de las especies y el teísmo pueden ser compatibles. Que, a la vez, si hay interés, llevará a la lectura del fijismo de Linné, a la teoría transformista de Lamarck y, por supuesto, a lecciones de historias sagradas. En esta última, y en el estudio taxonómico, se encontrará que Moisés fue el primer legislador en tratar de clasificar a los animales. Y en una de sus divisiones expresó que “podían comerse todos aquellos con pie partido menos el cerdo”. Se comprende: la carne consumida del porcino infestada con triquinosis diezmaba al pueblo hebreo en su huida por el desierto del yugo egipcio. De parecida manera, en nuestra Misiones, los nativos guaraníes soportaron el oprobioso éxodo del Guairá en 1630, ante la injuriante arremetida bandeirante sin que le cayera maná del cielo. En realidad, el primer estudio taxonómico en serio fue de Aristóteles cuando definió que los vegetales nacen y crecen, los animales nacen, crecen y sienten -para él, el sentido los diferenciaba- y los minerales únicamente pueden crecer por aposición de cristales. En este estadio, vale aclarar, se da la oportunidad de conocer quién era este filósofo y sus antecesores que teorizaban que la vida se originaba en el agua, otros opinaban del fuego y un tercer grupo del aire, sin olvidar a los sostenedores de la generación espontánea. A estos individuos, hoy en día, se los endilga que nacieron de un repollo. Por ese entonces deambulaban en Atenas los cínicos. Llamados así porque tenían su antro de reunión al lado de un sepulcro de canes -kino en griego-. Por ser vecinos y porque vivían como perros lo llamaron cínicos. Aun así, fueron respetados por la estoicidad en cumplir con sus preceptos. Nada más que con el tiempo se bastardeó su filosofía, y hoy por cínicos se reconocen a los que emplean el doble discurso. En el repaso de la evolución se comprenderá que Charles Darwin inició sus estudios en la pampa bonaerense, años antes de la revolución de los restauradores que derrocó al gobernador federal Juan Ramón Balcarce, confirmando en el poder a Juan Manuel de Rosas. Desde este punto, se podrá estudiar la historia argentina y por ende la historia misionera. Bien se entenderá que el relato de nuestra patria chica comienza con la llegada de Ruiz de Montoya y sus curas jesuitas allende las Cataratas en la región del Guaira en 1612. Que después del doloroso éxodo levantaron con fe sacrosanta y la voluntad de las termitas treinta pueblos de leyenda en el medio de la magna selva. Del occidente del río Paraná al Oriente del río Uruguay. Y en esta orilla, frente al cerro Mbororé, el 11 de marzo de 1641, en jornada de coraje la defendieron con uñas y dientes contra la pandilla de esclavistas bandeirantes. Fue la primera gesta bélica en esta parte del mundo en combate anfibio, pues se peleó en la tierra y en el agua venciendo los misioneros en singular combate. Si esa batalla se perdía toda la Mesopotamia, la Banda Oriental y el Paraguay hubieran pasado definitivamente al Imperio Lusitano. Y yo no habría escrito este artículo, ni ustedes leyendo.
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