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Parana » Informe Digital
Fecha: 19/08/2025 07:50
Es paradójico. A medida que Venezuela se iba enredando en los tentáculos del chavismo y hundiéndose en una decadencia que parece no tener fin, el Cartel de los Soles fue creciendo en infraestructura, así como en influencia territorial e internacional. Lo que ya no resulta paradójico es que el poder tanto del régimen como del grupo narcoterrorista recae en una sola persona: Nicolás Maduro. Aunque el cartel nació alrededor de 1993, se transformó en una multinacional del narcotráfico con el ascenso y consolidación de Hugo Chávez y Maduro en Miraflores. Con la llegada de Chávez al Ejecutivo, el grupo sistematizó el uso de la infraestructura estatal y militar venezolana —aeropuertos, puertos marítimos y vehículos oficiales— para movilizar cocaína hacia el Caribe, América Central, África, Medio Oriente y Europa. En las últimas dos décadas, su crecimiento ha sido progresivo y constante. Cuando el régimen venezolano comprendió que, además de recibir sobornos por hacerse el desentendido, podía ser socio activo y mayoritario, se involucró plenamente, de acuerdo con una investigación de la ONG InsightCrime. Así, durante el chavismo, ese mismo esqueleto militar le permitió reforzar sus vínculos con otras organizaciones criminales de América Latina, como las FARC y el ELN en Colombia, o el Cartel de Sinaloa en México. Con el paso de los años, esa estructura, alimentada por Chávez primero y Maduro después, creció desmesuradamente. En ella estaban involucrados los generales del Alto Mando Militar de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), encabezados por Vladimir Padrino López, así como el propio Maduro, Diosdado Cabello, Cilia Flores y los ‘narcosobrinos’, junto a agencias de inteligencia chavistas, jueces y empresarios del poder. Hoy en día, gran parte de las maniobras que realiza Maduro buscan facilitar el accionar de esta organización criminal. Desde la asignación de ciertos militares y magistrados hasta la convocatoria a elecciones —tanto estatales como municipales— para validar áreas de operatividad y eliminar opositores que podrían entorpecer las operaciones. Las “elecciones” de alcaldes en el país, acontecidas el pasado 27 de julio, resultaron ser un nuevo cronograma de control territorial para ilícitos, más que una muestra de progreso democrático ante el mundo, tras el megafraude del 28 de julio de 2024, donde la dictadura sustrajo el triunfo presidencial a Edmundo González y a los venezolanos. Este último simulacro electoral permitió al chavismo hacerse con 285 de las 335 alcaldías en juego. Muchos de los postulantes opositores clave no pudieron participar: fueron detenidos a principios de 2025. Esto le garantizó a Maduro —y al Cartel de los Soles— territorios fronterizos estratégicos para el narcotráfico. Esa es una de las claves de esta organización criminal. El Cartel de los Soles actúa como facilitador de rutas para otros grupos narcoterroristas, como el Cartel de Sinaloa de México o el también venezolano Tren de Aragua. Asimismo, la banda de Maduro se dedicó en estos años al tráfico de armamento y al lavado de activos. Maduro recibió dos golpes apenas días. El primero fue el 25 de julio, cuando el Departamento del Tesoro designó al Cartel de los Soles como “Terrorista Global Especialmente Asignado”. Scott Bessent, secretario de esa oficina estadounidense, declaró: “El Departamento del Tesoro seguirá tomando medidas enérgicas contra organizaciones violentas como el Tren de Aragua, el Cártel de Sinaloa y sus facilitadores, como el Cártel de los Soles”. Pocos días después, el 7 de agosto, Estados Unidos anunció una recompensa récord de 50 millones de dólares para quien aporte información que lleve a Maduro. Esta cifra supera considerablemente la recompensa que alguna vez ofreció la Casa Blanca por Osama Bin Laden, el enemigo número uno y autor intelectual del ataque a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. “Es una organización criminal que abarca diversos cárteles que operan en México, Ecuador y Guatemala”, señaló Marco Rubio, secretario de Estado estadounidense, en referencia al Cartel de los Soles. El cartel de “recompensa” con la imagen de Maduro y la cifra de 50 millones de dólares recorrió el mundo, despertando aún más curiosidad sobre este dictador acusado de liderar una de las mayores organizaciones de narcotráfico del planeta. Simultáneamente, la fiscal general de Estados Unidos, Pamela Bondi, anunció el valor de la información sobre Maduro y comunicó que se habían incautado bienes del líder venezolano por un total de 700 millones de dólares. Entre lo confiscado figuraban dos aviones, varias propiedades en Florida, mansiones en República Dominicana, una finca de caballos, vehículos de lujo, joyas y efectivo. “Es uno de los mayores narcotraficantes del mundo y una amenaza para nuestra seguridad nacional”, afirmó Bondi. “No toleraremos a un narcoterrorista que cause daño a los Estados Unidos. Trataremos a los terroristas como Estados Unidos los ha tratado en el pasado“, expresó el senador republicano por Ohio, Bernie Moreno. Por su parte, el representante republicano por Florida, Carlos Giménez, dijo: “50 millones de recompensa para quien nos ayude a capturar al dictador criminal Nicolás Maduro. Hay que acabar con este asesino, el verdugo de la nación venezolana”. Recientemente, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, designó también al Cartel de los Soles como organización terrorista. El dirigente ecuatoriano es consciente de lo que enfrenta: el grupo narco chavista también opera en su territorio y podría ser una de las organizaciones que alimentan a las mafias locales que atemorizan a la sociedad. Aislado internacionalmente, temeroso de salir de Miraflores y con su popularidad en niveles alarmantemente bajos, Maduro enfrenta una situación social y económica crítica, con siete millones de venezolanos en el exilio, cientos de presos políticos y la sensación constante de que los fantasmas lo acechan. Al mismo tiempo, se apoya aún más en los militares, quienes son garantes y portadores de las armas. Por ello, les otorga cada vez más poder dentro de la organización delictiva. En definitiva, el Cartel de los Soles ha arraigado en las Fuerzas Armadas de Venezuela. Además, Maduro buscó el respaldo de los jefes de las FARC para capacitar a un grupo de milicianos ilegales que actúa, en la práctica, como un brazo armado del Cartel de los Soles. Asimismo, coordinó con narcotraficantes de Honduras y otras naciones para facilitar operaciones de tráfico a gran escala. Guiaba al Cartel de los Soles en el suministro de armas de uso militar a las FARC y participó en una alianza violenta y corrupta de narcoterrorismo junto a la guerrilla colombiana, gestionando personalmente envíos de varias toneladas de cocaína producida por las FARC. Los tentáculos internacionales de la mafia se expandieron a medida que los venezolanos se empobrecían y huían del país. Durante años, el Cartel de los Soles y sus cabecillas brindaron asistencia a otro célebre criminal transnacional: Joaquín “El Chapo” Guzmán, el capo absoluto del Cartel de Sinaloa y, con el tiempo, socio de Maduro. Hoy, Guzmán purga una condena en la prisión federal ADX Florence, en Colorado, Estados Unidos. Esta es la más segura del país y, para muchos, la más impenetrable del planeta. Antes de ser recluido allí para siempre, durante el juicio en su contra se detalló cómo el Cartel de Maduro asistía a su organización. Entre otras cosas, se comprobaron vínculos durante el juicio contra el narco mexicano en Nueva York, donde se describieron las pistas aéreas en Maracaibo desde donde despegaban aviones repletos de toneladas de cocaína hacia los destinos señalados por el grupo de Sinaloa, a partir de llamadas cruzadas y testimonios clave. Así lo documentó la Fiscalía de Estados Unidos ante la Corte del Distrito Este de esa ciudad el 20 de enero de 2017. En marzo de 2020, otro tribunal neoyorquino —Distrito Sur— presentó cargos contra Maduro por conspiración para poseer ametralladoras y artefactos destructivos, así como por posesión de dichas armas. También fue acusado por conspiración para importar cocaína y delitos de narcoterrorismo. Pero era un período en que su cabeza valía 15 millones de dólares. Hoy, esa recompensa se ha elevado a 50 millones, la más alta en la historia de Estados Unidos. X: @TotiPI
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