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  • El ‘Llanto’ de Lorca

    » Diario Cordoba

    Fecha: 19/08/2025 02:16

    Cuando el 18 de agosto del 36 se asesina a Lorca, se malogra un poeta, que también hacía del teatro un juego poético, y se rompe una trayectoria que iba a más allá de lo que el tópico ha estereotipado. Porque en Lorca había un poeta de múltiples registros como lo demostró en su trayectoria. Su poema Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías es el mejor ejemplo de ese Lorca al que no hay que encajonar en un solo estilo poético. Lorca lo escribe tras la muerte del torero Ignacio Sánchez Mejías tras una cogida en Manzanares en agosto de 1934. Era un gran amigo suyo, como lo era también Ignacio de otros poetas como Rafael Alberti, que le dedica también una composición poética elegíaca. Hay incluso quien dice (Cernuda) que el poema de Lorca fue un poema premonitorio de su propia muerte. Me parece exagerado, ni creo que Lorca lo pensara, pero sí es cierto que murió en agosto también, dos años después. El Llanto es una especie de epítome de su poesía anterior e incluso antecede a la posterior como la de Poeta en Nueva York, con esos toques surrealistas que da en el poema. Es decir, tradición y modernidad se aúnan, en un «maridaje perfecto», como escribió el también poeta del 27 Pedro Salinas, que lo considera la máxima expresión lírica del poeta por su alcance universal y profundo. Y para Cernuda es la mejor composición de Lorca y escribe: «El poder expresivo, la intensidad poética, hacen de ésta una obra capital en la poesía española moderna», y «deja a un lado -según Cernuda- cuanta lindeza, prurito efectista y mal gusto malogran a veces la labor de Lorca». No se andaba el poeta sevillano con chiquitas. El poema lo dedica Lorca a Encarnación López Juvez, La Argentinita, amante de Ignacio. El Llanto es un solo poema dividido en cuatro partes, la primera es la cogida y la muerte con su famoso y repetido «a las cinco de la tarde» e imágenes impactantes como «Un ataúd con ruedas es la cama». La sangre derramada es la segunda («Que no quiero verla» en su estribillo), casi toda ella un romance a su estilo: «Por las gradas sube Ignacio/ con toda la muerte a cuestas». Cuerpo presente, la tercera, es quizá la más compleja y difícil con una serie de estrofas libres de versos alejandrinos, pero también la más honda: «No quiero que le tapen la cara con pañuelos/ para que se acostumbre con la muerte que lleva». La cuarta es alma ausente (estrofas de cuatro versos libres endecasílabos y alejandrinos): «Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, / un andaluz tan claro, tan rico de aventura». Pero es la emoción lo que mejor define el Llanto. Una emoción auténtica, intensa, donde la muerte enseñorea todo el poema a la manera trágica de nuestra poesía (Manrique o Quevedo): «Porque te has muerto para siempre, / como todos los muertos de la tierra, / como todos los muertos que se olvidan / en un montón de perros apagados». Las cinco de la tarde es la hora de la muerte; da igual que fuera algo después. Lorca le dice al torero que va a morir, que allí estaba su destino, es el corifeo que anuncia la desgracia, y Federico quiere en su mente evitarla. Pero como en toda tragedia, la muerte es inevitable. De una manera actual, ese ambiente de patetismo y belleza del Llanto se expresa en la reciente y genial película de Albert Serra, Tardes de soledad, una obra que bien podría adecuarse al poema lorquiano, aunque no muera ningún torero en la película. Un poema de José Bergamín expresa bien ese sentimiento: «Me estoy quedando tan solo / como se queda el torero / después de matar al toro». *Poeta Suscríbete para seguir leyendo

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