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  • Románico Atlántico: cuando la restauración también cruza fronteras

    » Diario Cordoba

    Fecha: 19/08/2025 06:45

    En un rincón silencioso de la península Ibérica, donde los templos románicos se yerguen como vigías del tiempo, se ha ido tejiendo una de las iniciativas más singulares y sostenidas de conservación patrimonial en Europa. Se trata del Plan Románico Atlántico, una alianza estratégica que desde 2010 une a la Fundación Iberdrola España, la Junta de Castilla y León y el gobierno portugués en torno a un objetivo común: proteger, restaurar y revitalizar el románico rural de la frontera entre España y Portugal. Más que un simple programa de restauración, el Románico Atlántico es un modelo innovador de cooperación público-privada y transfronteriza que ha intervenido ya en más de una veintena de templos repartidos entre las provincias españolas de Zamora y Salamanca, y las regiones portuguesas de Porto, Vila Real y Bragança. El plan nace con una vocación doble: conservar el patrimonio histórico-artístico y reactivar el tejido social y económico de las zonas rurales. Así, cada intervención no se limita a la restauración arquitectónica o pictórica, sino que incluye mejoras en accesibilidad, iluminación, señalética, eficiencia energética y programación cultural. El resultado es un patrimonio restaurado, sí, pero también reactivado. Iglesia de San Pedro de la Nave, en Zamora. / Justino Díez Restaurar piedra… y comunidad Un ejemplo reciente es la iglesia de Santa María la Real de La Hiniesta (Zamora). La intervención —finalizada en noviembre de 2024 con una inversión superior a los 220.000 euros— supuso la limpieza de bóvedas, recuperación de elementos pétreos, renovación de cubiertas y pavimentos, y la instalación de una nueva iluminación LED eficiente e integrada, que resalta los valores arquitectónicos sin alterar la estética del conjunto. En Portugal, iglesias como la de Nuestra Señora de la Encina (Chaves) han sido restauradas en profundidad desde la cubierta hasta los sistemas de drenaje, pasando por la recuperación de las vidrieras y la mampostería. En total, más de 350.000 euros se han invertido en este templo, símbolo del patrimonio compartido entre ambos países. También en Arcenillas (Zamora), en febrero de este año se inauguró un sofisticado soporte modular y reversible para las tablas de Fernando Gallego, acompañado de una nueva iluminación que potencia su legibilidad y conservación sin alterar el conjunto arquitectónico. Monasterio de San Martín de Castañeda, en Valladolid. / Justino Díez El plan no se detiene. A lo largo de este año se han puesto en marcha nuevas restauraciones que amplían el alcance territorial y tipológico del proyecto. Una de las más destacadas es la consolidación del cubo norte de la fortaleza de Ledesma (Salamanca), una intervención de gran envergadura cuyo objetivo es frenar el deterioro estructural, mejorar el drenaje y reforzar los cimientos mediante la reutilización de sillares históricos. Además, el calendario de actuación prevé cuatro nuevas restauraciones en iglesias de Zamora y Salamanca, cuyas ubicaciones exactas se anunciarán próximamente. Estas futuras intervenciones confirman el carácter continuado del plan, que no se limita a la recuperación puntual de monumentos, sino que impulsa una estrategia patrimonial sostenible. Tecnología, sostenibilidad y cultura viva Uno de los elementos más singulares del Plan Románico Atlántico es su apuesta por la tecnología de monitorización ambiental. Algunos templos cuentan ya con sensores que registran temperatura, humedad o vibraciones, contribuyendo a una conservación preventiva más eficaz. Junto a ello, la iluminación LED de bajo consumo, los muebles expositivos reversibles y los materiales de bajo impacto ambiental permiten compatibilizar el respeto por el legado histórico con una gestión responsable y moderna. Pero el plan también se abre al presente: visitas guiadas, conciertos, jornadas técnicas y actividades educativas acompañan cada restauración, reforzando la conexión entre el patrimonio y su comunidad. Porque conservar también es activar. Después de más de una década de trabajo, el Plan Románico Atlántico se presenta como un ejemplo de cómo restaurar no solo edificios, sino también vínculos territoriales y culturales. Su enfoque integrador —donde intervienen instituciones, técnicos, ciudadanía y empresas— lo convierte en un referente que va más allá del arte y la arquitectura. Restaurar una iglesia románica, una muralla medieval o unas tablas góticas no es solo una operación técnica, es también una forma de reconstruir el relato de los lugares, de hacer visible lo invisible, de tender puentes entre pasado y futuro. Y en ese proceso, Iberdrola y sus socios institucionales han demostrado que el patrimonio puede ser también una herramienta de cohesión, innovación y desarrollo.

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