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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 17/08/2025 18:39
Si bien la diversidad está más presente en la variedad temática y de escenarios, los límites del guion persisten, los consumidores suelen explorar opciones que trascienden la heterosexualidad, abarcando distintos tipos de orientaciones sexuales (Imagen Ilustrativa Infobae) Desde siempre la pornografía ha ejercido una fuerte atracción hacia la mirada masculina (aunque cada vez más mujeres se interesan por el porno con diferente efecto que los varones). Las situaciones planteadas en las imágenes no dan lugar ni al conocimiento previo ni al erotismo. No hay tiempo que perder en preámbulos, se va a los papeles directamente (léase genitalidad). El porno tiene al coito como objetivo, el hombre domina la relación (propone las poses, guía el cuerpo de partenaire según su gusto). También en el porno homosexual uno es quien toma la iniciativa y el otro acepta (activo/pasivo). En el porno no hay demasiado lugar a la versatilidad, al cambio de roles, a frenar la escena y a decir “ahora yo quiero esto”: el guion heteronormativo se debe respetar. La diversidad no está marcada por el guion que siempre se ajusta a la dominación masculina y la sumisión femenina (por lo menos en el porno tradicional), lo diverso está en la variedad de propuestas de todo tipo, desde las más inocentes hasta las más graves como imágenes de sexo con menores. Es frecuente que quien mira pornografía con frecuencia cambie de opciones más allá de la heterosexualidad, la bisexualidad o la homosexualidad. Según el deseo y la conducta resultante se puede dividir en recreativa, compulsiva con o sin autopercepción de la adicción. En los casos de compulsión no autopercibida, el consumidor no identifica el problema, la conducta queda normalizada y las consecuencias pueden pasar inadvertidas incluso en el ámbito de las relaciones sexoafectivas (Imagen ilustrativa Infobae) La adicción (o compulsión) a la pornografía se define como el deseo irrefrenable de consumir pornografía, lo que conlleva pasar muchas horas frente a las pantallas y esperar durante el día el momento para conectarse. Esto tiene repercusión en la vida cotidiana. Mirar porno en forma recreativa se diferencia de la adicción porque la persona puede controlar la conducta y no afecta ni su estado de ánimo ni la vida cotidiana, tampoco tiene abstinencia. Compulsión no autopercibida Detrás de la conducta está la compulsión o intención urgente que lleva al sujeto a realizar la acción. Y aunque intente frenarla termina haciéndola. La justificación acompaña el deseo (“necesito hacerlo para descargarme”, “soy muy sexual”, “siento un placer que no me da la relación sexual”, “es la única manera de quedarme tranquilo y dormir”, etcétera). El compulsivo sin conciencia del trastorno sabe de su fuerte deseo, pero no lo vive como un problema. El fácil acceso a las aplicaciones o a las páginas web que ofrecen porno impide que el sujeto sufra abstinencia: en cualquier lugar y momento puede conectarse y saciar su deseo compulsivo. El compulsivo no autopercibido no solo se justifica, tampoco registra las consecuencias en sí mismo o en el vínculo sexoafectivo. Estudios recientes indican que tomar conciencia de un consumo compulsivo de pornografía puede anticipar la presencia de disfunciones sexuales, especialmente trastornos como la disfunción eréctil o problemas eyaculatorios en varones (Imagen ilustrativa Infobae) Compulsión autopercibida No toda persona adicta a la pornografía tiene plena conciencia de lo que le ocurre. Puede sentir culpa e intentar frenarla, pero no cree que lo que le ocurre es un trastorno que afecta su vida diaria, incluida la relación. Los sujetos que se autoperciben adictos al porno sufren por perder el control sobre sus impulsos, se angustian o deprimen y sufren disfunciones sexuales. Se ha demostrado (Revista Medicina Sexual, 2021) que tener conciencia del trastorno es un predictor de disfunciones sexuales, sobre todo Disfunción Sexual Eréctil y Trastornos Eyaculatorios (Eyaculación precoz y retardada). La autopercepción del uso de pornografía como compulsivo, que interfiere con la vida y resulta estresante, se asoció con una disminución autoreportada en la función y en la satisfacción sexual individual. Estos resultados demuestran también el impacto en la autoevaluación negativa de los hombres: comparación con el tamaño del pene y el desempeño de los actores. Los hombres con mayor depresión y adicción autopercibida pueden sentir culpa o vergüenza por su desempeño sexual y centrar su atención en complacer a su pareja con actividad sexual manual u oral. Ser capaz de satisfacer sexualmente a su pareja puede ayudar a reducir los sentimientos de incompetencia sexual; sin embargo, también puede exacerbar los problemas de erección al priorizar las necesidades sexuales de la pareja sobre las suyas. El impacto en la valoración personal se refleja mediante comparaciones con actores porno, la percepción negativa de la propia anatomía o desempeño sexual afecta la autoestima y el bienestar emocional (Imagen Ilustrativa Infobae) Por lo tanto, sugerimos que la adicción autopercibida a la PI puede crear comparaciones desfavorables con las experiencias sexuales de la vida real, lo que reduce la función eréctil, el estado de ánimo y la satisfacción sexual individual de los hombres, y contribuye a un cambio de enfoque hacia el placer sexual de su pareja para compensar el bajo desempeño sexual autopercibido, en detrimento de su excitación sexual y función eréctil. Este tipo de conducta permite un mayor acceso al tratamiento e incluso ayuda al terapeuta a prestar atención a las disfunciones sexuales que pueden aparecer. *El doctor Walter Ghedin (MN 74.794) es médico psiquiatra y sexólogo.
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