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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 17/08/2025 05:12
La forma en que los adultos hablan a los niños impacta en su autoestima y confianza (Freepik) La forma en que padres y cuidadores se comunican con los más chicos deja huellas profundas que acompañan durante toda la vida. El lenguaje, tanto verbal como no verbal, funciona como una herramienta central en la crianza y puede fortalecer o debilitar la autoestima, la seguridad y la capacidad de vínculo de los niños. En el Día del Niño, especialistas consultados por Infobae coincidieron en la importancia de prestar atención no solo a las palabras elegidas, sino también a la presencia, la escucha y la coherencia entre lo que se dice y se hace. El reto está en identificar, practicar y transmitir mensajes genuinos que acompañen el desarrollo emocional y formen personas autónomas y resilientes. 15 frases imprescindibles para criar niños felices El lenguaje cotidiano en el hogar modela la personalidad desde los primeros años (Freepik) Los expertos resaltaron que la clave está en la intención y el contexto: la validación de emociones, el refuerzo del esfuerzo y la comunicación clara de los límites. “Te preparaste y te esforzaste; eso es lo más importante”. Esta frase, por ejemplo, antes de un examen, según el médico psiquiatra infanto juvenil y subjefe del servicio de Salud Mental Pediátrica del Hospital Italiano de Buenos Aires Andrés Luccisano (MN 122.284) ayuda a que el niño valore el proceso y no solo el resultado, incentivando la perseverancia. “Equivocarse es parte del proceso, veamos juntos cómo mejorar”. Luccisano subrayó que esta mirada hacia el error estimula la tolerancia a la frustración y el desarrollo de habilidades para reparar y aprender de las experiencias. “Podés enojarte o estar en desacuerdo, pero siempre con respeto”. Para Luccisano, esta consigna favorece la inteligencia emocional y la regulación del trato hacia los demás, incluso en contextos de conflicto. “No siempre vas a estar de acuerdo, pero tomo esta decisión para cuidarte”. La licenciada en Psicología especialista en crianza y orientación a padres y coautora de Adolescencia divino tesoro, Lorena Ruda (MN 44.247) remarcó la importancia de explicar la razón detrás de los límites, mostrando empatía sin renunciar a su rol protector. “Podés contar conmigo para lo que necesites, siempre”. Luccisano hizo hincapié en el papel del apego seguro que aporta tranquilidad a los niños al saber que pueden apoyarse en los adultos incondicionalmente. “Animate a probar, yo voy a estar cerca si necesitás ayuda”. Según Luccisano, ofrecer respaldo mientras se fomenta la autonomía construye confianza en las propias capacidades. “Respirá profundo y hacé lo mejor que puedas. Va a estar todo bien”. Ruda aconsejó usar esta frase antes de situaciones exigentes, como exámenes, para calmar la ansiedad sin aumentar la presión por el resultado. “¿Qué podés aprender de lo que pasó?”. La médica psiquiatra infanto juvenil y directora del Departamento Infanto Juvenil Ineco Andrea Abadi (MN 76.165) propuso este tipo de preguntas para alentar el autoanálisis y transformar las dificultades en oportunidades de crecimiento personal. “¿Qué harías distinto la próxima vez?”. Abadi señaló que esta formulación estimula la reflexión y la posibilidad de tomar elecciones más conscientes ante futuros desafíos. “Fijate qué cosas salieron bien en esta situación”. De acuerdo con Abadi, identificar recursos propios y decisiones positivas construye confianza y refuerza la autoestima. “El amor y el cuidado siguen intactos, incluso si estamos enojados”. Para Abadi, reforzar este mensaje después de un conflicto garantiza que los niños perciban que las emociones difíciles no dañan el vínculo afectivo. “Que tengas un buen día, nos vemos después”. Ruda destacó el valor de las rutinas y las palabras amables al iniciar la jornada, así como retomar el interés en el reencuentro. “Entiendo que te enojes; para vos esto es importante, aunque en este caso es de otra manera”. Ruda insistió sobre la importancia de validar la emoción antes de explicar el límite, para no descalificar lo que siente el niño. “Celebro tu esfuerzo y que hayas logrado algo nuevo”. Según Ruda, felicitar con entusiasmo por intentos y logros impulsa la perseverancia y la autosuperación. “Te escucho, te entiendo y estoy acá para vos”. Ruda subrayó que la expresión de disponibilidad y empatía es fundamental, sobre todo frente a frustraciones o momentos difíciles, ya que proporciona contención emocional auténtica. Palabra y acto: la importancia de la coherencia Un abrazo o una mirada atenta muchas veces valen más que mil palabras (Freepik) El efecto de estas frases se potencia cuando se acompaña con acciones congruentes. Luccisano remarcó: “Enseñamos lo que sabemos, pero transmitimos lo que vivimos. Acompañar las palabras con gestos y conductas coherentes les da profundidad y credibilidad”. Expresó que, si una niña se cae de la bicicleta, resulta central acercarse y abrazarla, y decirle: “Te felicito porque lo estás intentando. Cuando creas que podés volver a probar, lo hacemos juntos hasta que puedas sola”. Para él, el valor está en sostener la presencia, regular la propia emoción y mostrar en el ejemplo lo que se desea transmitir. Ruda coincidió y planteó que el modo de conversar en la familia —en la cena o en intercambios diarios— es un fuerte mensaje. Las expresiones de interés auténtico, como preguntar cómo estuvo el día o celebrar pequeños logros, acompañadas de gestos de atención y afecto, fortalecen el bienestar emocional. Abadi, por su parte, subrayó que “no sirve de mucho hablarles de optimismo si pasamos el día irritados, quejándonos de todo y de todos”. Mantener una línea entre el discurso y el comportamiento cotidiano asegura que los mensajes de motivación tengan efecto real sobre el niño: “Los niños aprenden observando, y si perciben esa incoherencia, el mensaje real que reciben es que la vida es molesta y poco disfrutable”. El rol de la escucha y la validación emocional Escuchar con atención transmite que sus vivencias importan (Freepik) El modo en que se recibe aquello que el niño tiene para contar, los tiempos y el espacio que se le ofrecen, constituyen la base de la seguridad y la confianza. En ese sentido, Ruda afirmó: “Es importante que nuestros hijos sientan que son queridos e importantes para los adultos y no que están dentro de una casa solamente compartiendo techo y rutinas”. E invitó a buscar momentos de intercambio genuino y detener la vorágine cotidiana para valorar el mundo infantil y sus relatos. La escucha activa y la validación emocional requieren disponibilidad. Es clave no subestimar lo que el niño cuenta, abrir el juego a la charla y dar entidad a sus experiencias, sean pequeñas o grandes. Al manejar peleas entre hermanos, la psicóloga recomendó intervenir de modo neutral, defendiendo y retando en igual medida para evitar favoritismos y resolver el conflicto de modo justo. La coherencia entre palabras y actos construye credibilidad frente a los hijos (Freepik) En situaciones de frustración o decepción, los especialistas recalcan que muchas veces la contención no reside en la solución, sino en estar presentes y disponibles para acompañar. Frente a una angustia, es más eficaz decir: “Te escucho y te entiendo. Estoy acá para lo que necesites”, que hacer recomendaciones adultas poco aplicables a la edad del niño. Un abrazo, la compañía y la paciencia suelen ser más efectivos que cualquier consejo. “A veces es difícil la palabra justa que calme ciertas angustias porque aconsejamos desde lo que haríamos como adultos quizá y hay que entender que quizá ellos responden como pueden desde la edad que tienen”, explicó Ruda. Más allá del “todo va a estar bien”: evitar el positivismo superficial Un elogio por el logro personal estimula la autonomía y la superación (Canva) En tiempos donde abundan discursos motivacionales y mensajes vacíos, los expertos advirtieron sobre el riesgo de negar la realidad bajo el disfraz del optimismo. En ese sentido, Abadi sostuvo que “hablar con nuestros hijos de forma positiva y realista no significa maquillar la realidad ni negar las dificultades, sino ayudarles a encontrar un equilibrio: reconocer lo que duele o incomoda y, a la vez, identificar oportunidades de aprendizaje”. Los padres pueden mostrar, con ejemplos reales, que no todo se resuelve ni sucede de inmediato, y que los logros y el bienestar requieren tiempo y esfuerzo. Para eso, la psiquiatra recomendó no responder ante el dolor con frases hechas, ya que “no todo se resuelve con un ‘todo va a estar bien’. A veces la respuesta honesta es: ‘Esto es difícil, pero vamos a ver juntos qué podemos hacer’”. Luccisano agregó que la empatía, la capacidad de reparar después de un error y el afecto cotidiano sostienen el vínculo más allá de cualquier discurso. Propuso resignificar frases comunes y traer al presente la idea de que la paciencia y la perseverancia resultan caminos más lentos, pero más seguros. El impacto de los pequeños gestos cotidianos Compartir momentos de juego fortalece el vínculo afectivo familiar (Freepik) Las actividades simples de todos los días resultan poderosas a la hora de influir sobre el bienestar emocional de los hijos. Dedicar tiempo a juegos compartidos, acompañar en tareas escolares, mirar a los ojos al escuchar, y crear rutinas con saludos y despedidas son actos que ayudan a construir la identidad y la seguridad. En el marco del Día del Niño, Luccisano instó a aprovechar la fecha para regalar tiempo y juego compartido y no solo objetos tangibles: “Dedíquenles al menos diez minutos al día para entrar en su mundo. Métanse en las carpas que arman con sábanas, corran detrás de sus bicicletas, tírense al piso para armar pistas de carreras o para tomar el té con los muñecos. Porque nunca sabremos, hasta mucho después, cuál de esos momentos simples y genuinos se convertirá en el mejor recuerdo de su infancia”. El gesto diario, la conversación pequeña y la disponibilidad sincera sostienen la confianza y permiten que las frases elegidas no sean palabras vacías, sino parte de un lazo afectivo sano y duradero.
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