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» Diario Cordoba
Fecha: 17/08/2025 01:45
Hasta hace poco, pedir una tarta de queso en Córdoba era recurrir al postre casero de un restaurante o a la repostería tradicional. Hoy ha pasado de ser un dulce ocasional a convertirse en el centro de un nuevo modelo de negocio que está conquistando a una ciudad acostumbrada a la tradición gastronómica. En apenas un año, Córdoba ha visto abrir tres tiendas especializadas en este producto: dos de Linguini Cheesecake (la primera en calle Concepción, en junio de 2024, y la segunda en el centro comercial El Arcángel, en abril de este año) y una de Dulce Safari, franquicia cordobesa con siete locales en la Comunidad de Madrid, otro en Marbella y uno más en Sevilla, que desembarcó en la calle Málaga en mayo de 2024. El origen del fenómeno, según coinciden Rafa Salinas, fundador de Dulce Safari, y Óscar Ochoa, gerente de Linguini Cheesecake, está en Madrid. "Gran parte de la culpa la tiene Álex Cordobés. Aquí en Córdoba, en ese momento, no había nada igual”, asegura Ochoa. Salinas era cliente de Cordobés antes de lanzarse a montar su propia marca: "Ahora hay un especial fanatismo. Hay muchísimos perfiles foodie y gastronómicos que hacen comparativas; hay rutas gastronómicas para ir probando solo las tartas de queso; se ha hecho mucha innovación en cuanto a sabores...". Tartas de queso de Linguini Cheesecake. / AJ González Pero, ¿qué hay detrás de este dulce fenómeno que se extiende por toda España y que no ha dejado fuera del radar a Córdoba? Lo primero y más básico: tartas de todos los colores, texturas y sabores. Cada innovación se hace viral y estas marcas jóvenes saben aprovechar el potencial del escenario actual. El denominador común: especialización, calidad y tendencia. La novedad, lo tradicional Ambas marcas comparten una estrategia clara: se enfocan en un producto, que adaptan y del que ofrecen nuevos formatos y sabores. Eso nos lleva al segundo punto: la innovación. Y ya no solo al incluir sabores originales en su oferta. Estas marcas saben adaptarse rápido, más que a la demanda, a la tendencia. Y un ejemplo de ello es Linguini, que sorprendió con una tarta de queso con sabor a ‘Chocolate Dubái’, cuando el fenómeno se hizo viral en redes. Estas plataformas son un gran escenario para marcas como Dulce Safari y Linguini. Aprovechan TikTok e Instagram para captar a futuros clientes a través de un marketing visual y atractivo. Clientes saliendo de la tienda de Linguini Cheesecake en la calle Concepción. / AJ González En Dulce Safari, la diferenciación pasa por un sistema de nombres: cada sabor se asocia a un animal. La Tortuga es de pistacho, la Cigüeña de chocolate blanco, la Gacela de Kinder. “Nos permite crear una identidad visual reconocible y fácil de recordar”, explica Rafa Salinas. Pero, pese a la variedad, la novedad no ha desplazado a lo clásico. En ambas, la más vendida sigue siendo la tradicional. Linguini ha despachado en un año cerca de 100.000 unidades de payoyo. Comer con los ojos Otra de las grandes apuestas de estas empresas es el diseño del producto. La cheesecake también se come con los ojos, gracias a la presentación del propio dulce y a un envase cuidado. Por ello, resulta fotografiable y compartible en redes sociales. Una de las tartas de Dulce Safari. / Córdoba En un mercado quizás saturado de cafeterías y pastelerías genéricas, estas marcas se han erigido, en apenas un año, en torno a la exclusividad. La pregunta es: ¿Han venido para quedarse o no pasarán de la moda? “Igual que la fiebre de las tartas de queso sube, bajará”, concluye Rafa Salinas. Óscar Ochoa coincide en ese punto. Control de la producción y expansión A favor de ambas empresas juega la calidad y el control de la producción. “Hay empresas que venden pero no fabrican… El producto será bueno, pero no es lo mismo. Si tengo que darle más sabor al pistacho, se lo doy”, explica Ochoa. Dulce Safari empezó en Madrid hace tres años con un pequeño local dividido en obrador y servicio de take away. "Abrimos en Madrid en junio y en julio ya éramos finalistas a la mejor tarta de queso de Madrid. Eso nos impulsó un montón”, cuenta su fundador. No tardo en expandirse. Al año siguiente cambió el modelo y decidió trasladar la producción a una nave de Córdoba. La tienda de Dulce Safari, en la calle Málaga. / Córdoba Linguini no tardo ni un año en adquirir un segundo local, en el centro comercial, que le sirve para paliar de alguna forma la "estacionalidad" que adolece el producto, porque ofrece un espacio de confort más fresco en época estival. Se plantean crecer, pero ya fuera de Córdoba, donde otras pastelerías, no especializadas, se han sumado al formato de las nuevas tartas de queso. El reto de sobrevivir a la moda El reto está en que la especialización y el marketing visual que ahora impulsan las ventas puedan transformarse en un negocio sostenible a largo plazo. Para ello, Salinas apuesta por un concepto más sólido, una forma diferente de tomarse un café, de merender o desayunar: el popular brunch. Aunque la "reina de la marca" es la tarta de queso, este modelo, que suma otros productos, está presente en sus locales de Madrid. Las tartas de queso han pasado de ser un postre de carta a un producto identitario con negocio propio. El tiempo dirá si el fenómeno se estabiliza o se desvanece. Por ahora, Córdoba parece decidida a rendirse a su dulzura. Suscríbete para seguir leyendo
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