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Gualeguay » Debate Pregon
Fecha: 16/08/2025 21:50
Es que- como dice el catecismo desde una perspectiva antropológica- hay que decir que el “hombre es un ser religioso”. Además, en estas tierras desde hace más de 500 años vienen reviviendo la rica herencia del humanismo cristiano: primero como regalo de España y luego como don las diversas corrientes inmigratorias que reforzaron la identidad criolla y católica. Pero hagamos algunas observaciones que me parecen oportunas en este año de la esperanza, celebrando los 2025 años del nacimiento de Jesús de Nazaret según la carne. Cada día vemos más que esta “unión íntima y vital con Dios” según dice el concilio, se ve- a pesar de los esfuerzos de los evangelizadores- particularmente desafiada. Por un lado, se suele escuchar con frecuencia que la gente “ha dejado de ir a Misa” por culpa de los cristianos: unos dicen que es porque la Iglesia no se moderniza, otros porque se modernizó demasiado; unos dicen que es porque se preocupa demasiado de la cuestión social, otros porque se ocupa poco; unos dicen que los fieles abandonan los templos porque las misas son aburridas, otros porque son demasiado bullangueras. Por otro hay quienes piensan que la Iglesia quedó herida de muerte a consecuencia de la pedofilia, los abusos de poder, la falta de transparencia en el uso del dinero. Y así suenan las más variadas teorías al respecto. Personalmente adhiero a las palabras del catecismo que en pocas frases nos sitúan ante la complejidad del problema: La “unión íntima y vital con Dios”-afirma el texto- puede ser olvidada, desconocida e incluso rechazada explícitamente por el hombre. Tales actitudes pueden tener orígenes muy diversos: la rebelión contra el mal en el mundo, la ignorancia o la indiferencia religiosas, los afanes del mundo y de las riquezas (cf. Mt 13,22), el mal ejemplo de los creyentes, las corrientes del pensamiento hostiles a la religión, y finalmente esa actitud del hombre pecador que, por miedo, se oculta de Dios (como Adán) y huye ante su llamada (como Jonás)”. Personalmente también pienso (y “siento” como se dice hoy día) que la sobrevivencia del cristianismo en nuestra nación es un milagro moral como me lo decía uno de mis profesores de historia: el Pueblo cristiano sobrevivió, a la falta de curas, a las ideologías liberales, que consideraban a nuestra humilde gente católica como “la barbarie” frente a la “ilustración” y el “progreso”. Sobrevivió a la masonería, a las filosofías marxistas, psicologistas o economicistas, sobrevivió a violencias de izquierda y de derecha. Digamos entonces que es un milagro que nuestra gente siga confiando a nuestros catequistas la formación de sus gurises en este tiempo de crisis de civilización (como decían nuestros obispos) en el que gobierna el consumismo, el relativismo ético y la derrota del pensamiento; tiempos de “emergencia educativa” como vienen diciendo los papas. (Hoy se dice además que el celular y la inteligencia artificial están gestando sujetos más ignorantes y más individualistas). En este complejo marco es en el que hay que situar la oculta noble tarea de los catequistas que están sembrando semillas cuyos frutos quizá no veremos, pero que son fecundas como lluvia que cae del cielo según el bello decir del libro de Isaías. Nada más esperanzador que la tarea de los catequistas: este día 21 celebran su día: ¡Felicitaciones y bendiciones!
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