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» Data Chaco
Fecha: 15/08/2025 17:03
Lucas Brito Sánchez es periodista, poeta, docente, tallerista y chaqueño. A sus 45 años, forma parte de una generación que se crió "a la intemperie", es y dueño de una voz franca que gusta de escarbar en múltiples lecturas de forma obsesiva, y que derraman en su escritura. Ganador en 2023 del Premio Alfredo Veiravé y en diálogo con El Garage de Data , en esta entrevista habla de sus primeros libros artesanales, de la importancia de la paciencia en la escritura y del vínculo visceral que mantiene con la lectura, la literatura y la formación de nuevos lectores y escritores en el Nea, entre otros temas. DCH: Nuevas preguntas alrededor de la materia, tu Obra Cosida 2003 - 2024 reúne más de dos décadas de escritura. ¿Qué sentiste al mirar hacia atrás y poner todo ese material bajo una misma tapa? Lucas:Yo tengo un fetiche con los libros, me gustan las ediciones bellas. Y la costura en los libros es parte del proceso de fabricación. Y después surgieron otros sentidos con el acompañamiento de Maia Bradford de la costura como metáfora de lo que se va armando, lo que va y viene y la relación con lo textual. La costura tenía que ver con una especie de venganza, saldar algo. De los distintos libros que hice había muchos que no quería que sigan existiendo como existían. Entonces agarré eso y cosí. Había una edición que no me gustó y no me permitieron corregirla y pude hacerlo ahora. Y fue por cierta desidia que tiene que ver con los modos editoriales en general, cierta desprolijidad con los autores y autoras que es muy común. Y la posibilidad de reescribir poemas. El libro es un gran Frankenstein, que yo pensé que podría ser bello, como Mary Shelley, Y salió un monstruo real porque hubo un montón de problemas al final en la edición. Sigo pensando que la edición fallada es la real, y la corregida es la pop, la de la obsesión, la de la venganza. DCH: Tus primeros libros fueron ediciones artesanales. ¿Qué aprendiste de esa etapa que todavía aplicás en tu trabajo? Lucas:Aprendí que las escritoras y los escritores tenemos mucha ansiedad, lo que nos lleva a publicar muy rápido. No sé definir si hay un tiempo para editar algo pero siempre va a ser un buen consejo esperar. Esperar no sé qué, quizás sin ningún atributo, sin nada que vaya a llegar. Tomarse el tiempo de releerse, dejar que la cosa decante. Y es probable que en ese dejar estar perdamos hasta la pasión y el sentido por lo que habíamos hecho. Y si se tiene que extraviar, que se extravíe. Ahora me tomo ese tiempo. Las primeras ediciones fueron veloces, ansiosas, impulsivas, y era toda una movida a la que yo adscribía, que era una literatura de emergencia, fue después del 2001 cuando con muchos amigos y amigas empezamos a publicar, con la idea también de lo autogestivo que empezaba a llegar desde Buenos Aires. Pero fabricar un libro no es lo mismo que escribirlo. Entonces el cuerpo estaba muy expuesto en ese momento. No soy de la idea de que hay una etapa profesional y otra de formación donde uno traga sapos. Nos tenemos que hacer cargo de todo, pero sin saltar ciertos límites, como esto de exponer el cuerpo completamente a la fabricación, costura, distribución, venta e intercambio es un montón, desgasta la vida creativa y se termina dando vuelta alrededor de la carencia. Y la escritura no te vuelve rico pero llena esos huecos, te crea una felicidad que no la crea otra cosa. Estando en todo el proceso editorial se pierde de vista la alegría que es crear. DCH: Con "Un cementerio chino" ganaste el Premio Alfredo Veiravé en 2023. ¿Cómo cambió —si es que lo hizo— tu relación con la poesía después de ese reconocimiento? Lucas:No sé si cambió mucho. Era la primera vez que ganaba plata de una, porque siempre era la venta, cobrar y recuperar quitando la inversión. Es un símbolo y además lleva el nombre de Veiravé. No sé si era el libro ganador, lo digo de verdad y sin bajarme el precio. No me cambió pero fue una gran satisfacción saber que el libro, al menos compitiendo, era bueno. El premio, que tuvo varias ediciones durante los años acá en Chaco, tiene una gran importancia, no solamente por el dinero y por el reconocimiento, que es un punto interesante, sino a quien evoca, que es el poeta Alfredo Veiravé. Un poeta vinculado muchas veces a la idea del partido radical, pero en es mucho más que eso. Fue un gran docente también, muy querido, y su obra poética es tremenda y está conectada a una gran región fluvial, boscosa, extraña, que es todo nuestro NEA. Él nació en Entre Ríos, pero vivió en el Chaco, entonces lo consideramos un chaqueño. Es un poeta de una altura y un alcance enorme, se lo puede seguir leyendo y eso habla muy bien del paso del tiempo. Está al lado de grandes como Juan L. Ortiz, Arnaldo Calveyra, estoy hablando por la región del Entre Ríos, grandes poéticas que hacen un lugar diferente a la cosa bucólica atada a nuestra tierra. Veiravé es un tipo que exploró las vanguardias buscando también una forma de poder hablar desde otro lugar estando en el mismo lugar, como una cosmovisión universal que esa es la que a mí me interesa de la poesía. Lamento mucho también que la gestión actual desaproveche este premio, que no lo siga incentivando, no sólo porque puede servir la ayuda económica, sino escribir y querer estar al lado de un poco de la energía que lo convoca. Es muy interesante para la creación, para los jóvenes y los no tan jóvenes. Ese premio debería seguir existiendo, ojalá que así sea. DCH: ¿Hay algún hilo invisible que conecte tus libros? Lucas:El movimiento es lo que une los libros. Temáticamente hay tres libros que se relacionan por la forma en la que fueron construidos: La fundación de Japón, Entrar y salir de Cannes y Un cementerio chino. Tiene que ver con las falsas biografías. Y después esta idea de pertenecer a un grupo, a una sociedad que nunca nos entendió y no hizo ningún esfuerzo por entender a la juventud. Yo era joven, ahora no lo soy, y veo que están haciendo lo mismo, y los tiempos cíclicos se van a volver a repetir. La intemperie va a estar siempre, y cómo encararlo va a depender de cada creador y creadora. Igual que el amor, la amistad, van a ser los temas clave. DCH: Como periodista y poeta, ¿sentís que ambos oficios dialogan o que se contraponen o pueden convivir? Lucas:Son convivientes, son roomies y están juntos todo el tiempo. Para mí la poesía es imaginación además de sentimientos, y el periodismo requiere una gran imaginación y pulir esos sentimientos para tener un acercamiento con otro. El periodismo es poético no por las palabras que elige sino por la posición que toma en lo real. Vos podés componer algo estando triste o alegre, pero una vez que elegís trabajarlo estás imaginando, hasta podés estar modificando la sensación. Y el periodismo también hace eso. Si no podés imaginar la vida de otro no podés hacer periodismo. "Es bastante nocivo para el arte el querer llegar a algún lugar", señaló Brito Sánchez. DCH: Dijiste que leer es lo único que sabés hacer, ¿Cómo eso se derrama en la lectura? Lucas:Decir que se derrama es la mejor forma de describirlo. Es algo que creo que les pasa a quienes leen, no sé si vorazmente, pero que tienen un desorden en la lectura. Ese derrame es esa ansiedad por querer leer todo y entender que no te va a dar, tener 25 libros abiertos de distintas cosas. Hay una relación física con la literatura que la tengo y la tiene gente que conozco, que no está muy bien de la cabeza pero está contenida con eso. Es una locura hermosa. Pareciera que no se mueve pero todo el tiempo está tejiendo con otras lecturas. La clave no es decir "yo leí", sino ver qué hacés con eso. DCH: ¿Sos de rayar los libros? Lucas:Ahora sí los rayo, antes no. Al principio pasaba lápiz negro, luego ponía papelitos. Ahora ya con birome. El resaltador, la birome que parecen para siempre tampoco son para siempre. Porque incluso esa lectura donde dejaste una marca, quizás de acá a diez años yo ni entienda lo que marqué, pero quiero ver mis huellas, caminar por ahí de nuevo. Y me parece hermoso ver la marca del otro en un libro. En la literatura vos no te das cuenta de qué estás haciendo cuando leés pero hay algo que está sucediendo. El mirar palabras, ideogramas, ideas, conceptos y después belleza. DCH: ¿Qué consejo le darías a los escritores novatos? Lucas:No estoy muy de acuerdo con lo de "novato", porque esto no tiene un comienzo ni un final. Vos podés largar en cualquier momento de tu vida. Incluso tal vez estuviste escribiendo sin publicar. Pareciera como que la carrera del escritor la define la publicación, la obra que se va superponiendo una a otra, las editoriales que te van prestigiando. Creo que la escritura es una cosa y la consagración y publicación es otra. Diría que lo importante es ser paciente en un mundo en el que está todo en contra para ser paciente. La espera y la confianza que no se gana solamente yendo a terapia, sino confiar en que la palabra no es de uno sino que es un hecho colectivo y al ser social es muy poderosa. En un momento entro en esa línea de tiempo y me apodero un ratito de esa energía para hacer algo, que vos también tenés algo para decir. Es bastante nocivo para el arte el querer llegar a algún lugar. En "El ruido de una época", Ariana Harwicz se pregunta ¿Dónde están los artistas que ahora son todos creadores de contenido?. Que están muy preocupados por la limpieza, la posición política, la corrección. Antes ni siquiera tenían en cuenta esto, el arte no dependía de esto. Era gente que estaba tan obsesionada con algo que le costaba la vida, pero la obsesión es eso. Yo no creo que haya que perder la vida o los bienes para escribir pero de alguna manera te estás jugando todo. Y si no te estás jugando nada y solo estás calculando el tamaño de la apuesta para lograr el podio, no sé si estás haciendo lo mismo que estamos haciendo nosotros. DCH: ¿Cuándo sabés que un texto está terminado y que ya no hay nada más que agregarle? ¿Un poema se termina o se abandona? Lucas:Creo que algo está terminado cuando agota el ciclo de la obsesión. Cuando llego a un punto donde ya no avanza, pero puede pasar un año y si no tuve prisa por publicarlo o hacerlo visible y lo vuelvo a agarrar, seguramente algo falta. Lo único que termina es un ciclo para empezar otro. Conviene pensar que estamos frente a un libro que da pie al siguiente, yo no digo encender un libro con la colilla del otro, sí terminar, aceptar que hasta acá hice lo mejor que pude, y seguir. Ahí termina. 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