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  • Un día en Vaca Muerta: el detrás de escena del trabajo en campo petrolero donde todo empezó

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 14/08/2025 03:00

    Desde Neuquén- “Drill, baby, drill (perfora)”, la característica frase de Donald Trump y su estrategia petrolera en EEUU, bien podría ser el mantra que describe la operación en Loma Campana, el corazón de Vaca Muerta, donde empezó el desarrollo a gran escala del yacimiento. Sucede que el sector hidrocarburífero está inmerso en una carrera a contrarreloj: la ventana de tiempo para dar el gran salto productivo para luego aprovechar al máximo y seguir haciendo crecer a la segunda reserva de gas natural no convencional más grande del mundo y la cuarta de petróleo a nivel global es de unos cinco años. En este campo, que es el más productivo de todo el país, se encuentra la instalación de YPF, la petrolera cuyas acciones en manos estatales se disputan por estas horas en los tribunales de Nueva York. Ubicado a 1.157 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, el bloque insignia de la cuenca neuquina es operado por YPF, y su explotación comenzó en 2013 conjuntamente con Chevron. Fue la primera gran inversión extranjera en shale fuera de Estados Unidos. En la actualidad, la zona funciona como un hub en el que se investigan técnicas e innovaciones. Al ingreso del predio se ven a lo lejos decenas de aparatos de bombeo -o cigüeñas en la jerga petrolera-, que funcionan las 24 horas del día y 365 días del año. Sirven para extraer crudo de pozos donde la presión natural ya no es suficiente para que el hidrocarburo fluya por sí mismo. En las oficinas centrales, Rodrigo Ugarte, un geólogo que trabaja hace 17 años en YPF, da la bienvenida para empezar el recorrido por las operaciones. Mameluco mediante, popularizado por el presidente Javier Milei y que pronto se comercializará en las estaciones de servicio de todo el país, la primera parada fue el equipo de perforación. “Acá empieza todo”, resaltó Fernando, company man o representante de la empresa en la locación. Con turnos rotativos de 12 horas diarias, infla el pecho al manifestar la importancia del trabajo en equipo y de defender el petróleo argentino. A casi 50 metros de altura, se ve al llamado “pescador”, quien tiene una misión central del proceso: guía y posiciona manualmente los tramos de caño, o tiros, para que el top drive —el sistema que transmite el giro y sostiene la estructura de perforación— pueda sujetarlos y enroscarlos al resto del conjunto. El desafío más próximo son 4 pozos de 7.257 metros totales de profundidad. Cada uno tarda en perforarse unos 15 días. Mientras suena el handy al grito de “atento, atento”, Luciano mostraba el sofisticado software de su casilla a través del cual se monitorean parámetros tales como la presión, dirección e inclinación, entre otros. Pantallas similares son las que se ven en la torre de Puerto Madero, CABA; donde YPF inauguró recientemente su Real Time Intelligence Center (RTIC), un centro que, con inteligencia artificial, controla las actividades de Vaca Muerta. En las próximas semanas se incorporará el sistema para la producción. A medida que los visitantes se acercan al equipo de trabajo, se siente un olor cada vez más intenso que proviene de los tanques con mezclas de lodo y productos químicos utilizados en la operación. En términos generales, lo que se busca es llegar a formaciones de baja permeabilidad que requieren fractura hidráulica. El pozo suele tener una sección vertical y luego una horizontal que puede extenderse entre 1.500 y 3.000 metros. Cerca de allí funciona una mega fábrica de arena, con capacidad de procesar 3 millones de toneladas por año. En la planta se recibe, limpia, clasifica, almacena y despacha en camiones que entran y salen constantemente. Esa materia prima resulta imprescindible en la fractura hidráulica para mantener abiertas las fisuras en la roca y permitir el flujo de petróleo o gas. Gustavo Muller, encargado de la tarea, cuenta que la arena proviene de Entre Ríos y que garantizar su calidad es fundamental para no afectar los pozos. El paseo por la cuenca neuquina finalizó en la Terminal Vaca Muerta Norte. Se trata de un parque de tanques con capacidad de almacenar 370.000 barriles. Recibe crudo de Loma Campana, La Amarga Chica y Vista y es un punto de entrega relevante para la exportación, principalmente a Chile, destino que concentra el 42% de las ventas al exterior de YPF. Para dimensionar lo observado en unas pocas horas de recorrido, según datos de la Secretaría de Energía, en Vaca Muerta se produjeron en junio 476,1 mil barriles diarios, un 6,2% más que en mayo y un 27,7% por encima del mismo mes de 2024. En el caso del gas, el registro alcanzó los 88,5 millones de metros cúbicos diarios, verificando un avance del 11% respecto al mes previo y 13,5% en relación al mismo mes de 2024. La “segunda pampa húmeda” ya es una realidad y constituye el principal activo hidrocarburífero del país: concentra más de la mitad de la producción nacional de petróleo y gas, y es la base de las proyecciones de exportación. En el primer semestre de este año, la balanza comercial energética marcó un superávit de USD 3.761 millones, el más alto en 35 años. Para todo 2025 se espera un saldo de entre USD 6.000 millones y USD 8.000 millones, con la meta de superar los USD 25.000 millones a fin de la década. El récord anual previo había sido en 2006, con USD 6.081 millones, mientras que en 2024 el resultado cerró en USD 5.700 millones. En paralelo, YPF, que opera la mitad de Vaca Muerta, impulsa el plan 4×4, que ideo y lleva adelante su presidente y CEO, Horacio Marín. El proyecto pretende cuatriplicar el valor de las acciones de la compañía en cuatro años. Uno de los pilares centrales dentro de ese esquema es que la empresa concentre sus operaciones en el no convencional y convertirse en una de las principales firmas energéticas a nivel mundial. En ese sentido, recientemente YPF acordó con Total Austral la compra del 100% de las acciones de la sociedad titular de su participación en los bloques no convencionales La Escalonada y Rincón La Ceniza. De esta manera, pasará a ser dueña de la sociedad que tiene el 45% de los derechos de dichos bloques, junto a Shell Argentina (45%) y G&P (10%). A su vez, días atrás la petrolera cerró la primera etapa del Proyecto Andes con la cesión de 28 activos convencionales localizados en las provincias de Chubut, Mendoza, Neuquén y Río Negro. La decisión responde a que el proceso del convencional es costoso y es mejor que quede en manos de compañías más especializadas y eficientes. Así, YPF podrá ser más resiliente a la volatilidad de los precios internacionales. De hecho, el último informe de Moody’s Local Argentina sobre el sector destacó el favorable contexto financiero que atraviesan las empresas con presencia en Vaca Muerta, apoyadas en un acceso creciente al financiamiento, tanto local como internacional. Afirman que este escenario distingue al segmento de hidrocarburos no convencionales, cuyo desempeño resulta más expuesto a los movimientos de mercado. En ese sentido también, el consorcio VMOS, integrado por YPF y otras siete empresas, acordó un crédito sindicado por USD 2.000 millones con 14 bancos internacionales para financiar la obra de infraestructura privada más importante de las últimas décadas en Argentina: el Oleoducto Vaca Muerta Sur. El objetivo es superar un cuello de botella clave en el crecimiento de la producción no convencional y facilitar el transporte de crudo hacia la costa atlántica rionegrina para su exportación. Se prevé que el sistema comience a operar hacia fines de 2026 con una capacidad inicial de transporte de 180.000 barriles diarios de petróleo. La meta es expandirse progresivamente hasta alcanzar un volumen máximo de 550.000 barriles diarios en 2027. Para lograrlo, señalan en YPF, será necesario capacitar y contratar mucha más mano de obra. La otra gran apuesta de largo plazo es Argentina LNG. La iniciativa se posiciona entre las de mayor envergadura a nivel global para el desarrollo de Gas Natural Licuado (GNL) y proyecta al país como un actor de peso en ese mercado. Las estimaciones indican que la conclusión del proyecto, que en la primera etapa incluirá dos unidades licuefactoras flotantes frente a las costas de Río Negro, posibilitará exportaciones de GNL por unos USD 15.000 millones anuales para 2030. A ese flujo se sumaría la venta de petróleo, lo que acercaría el ingreso total a USD 30.000 millones, una cifra comparable al aporte del sector agropecuario.

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