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  • Pullaro, Kirchner y el juego de la democracia

    » La Capital

    Fecha: 11/08/2025 14:53

    Con una simple trivia, el gobernador intentó ser más antikircherista que el mileísmo y dejar sin efecto la estrategia del oficialismo. Los presidentes y sus tiempos Hay una trivia política nueva, el Juego de la Democracia , que consiste en contestar cuál fue el mejor y el peor presidente argentino desde el retorno de la democracia. Parece una simple manifestación de gustos, pero no lo es en estos tiempos de agite político. Está pensado para que justamente los políticos pisen el palito, muestren su posicionamiento demagogo o sincero, pero también lo utilizan como arma o escudo. En realidad, hace tiempo lo pregunta Luis Novaresio en sus entrevistas, pero se adoptó en la moda de los streaming por su condición ganchera y por prestarse al debate, incluso a la polémica. Una balanza más arbitraria que objetiva, en donde se ponen logros pero también miserias y se trata de compensar a gusto. Todo eso ocurrió en la semana con el gobernador Maximiliano Pullaro . Contestó que el mejor fue Raúl Alfonsín , se caía de maduro para el radical, y que el peor fue Néstor Kirchner , una respuesta no tan esperable pero lógica en el marco en que lo dijo. “Perdió la oportunidad más grande de los últimos 30 años”, argumentó. Quizás convenga comenzar por la actualidad y después remontarse. Las causas de las irrupciones y las salidas de los gobiernos son clave para juzgar la pregunta del juego. Alfonsín le sacó el nylon a la democracia después de una dictadura, que no es lo mismo que recibir el bastón y un abrazo de otro presidente, pero después casi le pusieron diarios a su gobierno. Javier Milei es hijo de frustraciones acumuladas con la política en general. Es hijo del fin de un ciclo. Había tufo a crisis pisada cuando le tocó asumir en 2023. Carlos Menem se tragó todo el olor a podrido en 1989 y le quedó más de un año en la nariz. Eduardo Duhalde no tuvo tiempo ni de oler la crisis, cuando se dio cuenta estaba en el Congreso anunciando la salida de la convertibilidad y las llamas aún ardían. El incendio lo apagó él, pero largó el matafuegos. No se lo reconocerán jamás al zabeca de Banfield. Nadie, nada, nunca, Eduardo. Sobre todo porque el envión lo agarró Kirchner y tiró todos los cuetes en una sola Navidad. Ese es el punto que trae a colación Pullaro y lo reinterpreta: derrochó y no desarrolló, dice, como todo buen productivista, que viene a ser una fase más práctica del desarrollismo frondizista inmovilizado en los lejanos inicios de la década del 60. Embed - https://publish.x.com/oembed?url=https://x.com/maxipullaro/status/1953618993262084517&partner=&hide_thread=false Para mí, el peor presidente de los últimos 40 años fue Néstor Kirchner. Gobernó en la etapa más virtuosa de la Argentina, con superávit fiscal y comercial, y decidió no aprovechar esa oportunidad para desarrollar al país. Eligió el populismo, el gasto sin control y una lógica de… pic.twitter.com/QxoxtWVYrp — Maximiliano Pullaro (@maxipullaro) August 8, 2025 Quizás sea una nueva categoría la que indague el santafesino: radical productivista. Ver para creer. El paraguas de la Región Centro y del nuevo sello Provincias Unidas, y su gestión, le dan margen. Lo cierto es que Pullaro habla de Alfonsín como el mejor presidente por haber conciliado a la sociedad e iniciado la transición democrática posdictadura, con juicio a la Juntas por medio y la amenaza marcial latente. Fundamento suficiente, aunque el juego siempre se preste a señalar los pero: la economía le estallada, la Obediencia debida y el Punto Final, la entrega del poder seis meses antes. El juego es así, nadie se detiene en los porqué sino en los hechos. En general, Alfonsín es aceptado. En cambio, los cuestionamientos le cayeron por "el peor". Señalar a Kirchner, quien contó hasta ahora con cierto consenso objetivo y transversal de buen gobierno inicial, fue un golpe al tablero del juego. Quizás más fuerte fue el no ponerlo a Fernando de la Rúa como el peor, aquel gobierno que hizo tambalear a las instituciones -que se doblaron al límite pero no se quebraron- y, justamente, a ese primer ciclo democrático que veneró de Alfonsín. De la Rúa es el fácil, claro, pero también el ineludible. En apenas dos años le explotaron diez en las manos, con vicepresidente huyendo incluido y muertos en la calle. Pero como es un juego y no una sentencia, los políticos arman su respuesta. Pullaro lo hizo. Primero por un cálculo simple: era radical, como él, difícil entregar tan fácil esa bandera. Pero el fundamento es más simple y es que la campaña arrancó y cada palabra se mide. Primero de todo, hay que señalar que el mileísmo comenzó a agitar el fantasma K como estrategia. Además se suma que Patricia Bullrich fue determinante al decir que la nueva alianza Provincias Unidas de gobernadores de Santa Fe, Córdoba, Santa Cruz, Jujuy y Chubut, entre los que está Pullaro, es “kirchnerismo de baja intensidad". Duhalde kirchner y lavagna Eduardo Duhalde, Roberto Lavagna, Néstor Kirchner, quien fue apuntado por el gobernador Maximiliano Pullaro. Foto: Archivo / La Capital. Antes que nada, la frase de Bullrich parece ser una chicana de patas cortas, porque la eventual candidatura para diputados de la libertaria Romina Diez, cuando aún le restan dos años de mandato, recuerda a la testimonial de Kirchner en 2009, en las que perdió contra Francisco de Narváez. Volviendo a la crítica de la ministra a la alianza de gobernadores, Pullaro contestó tratando de mostrarse más antikircherista que el mileísmo y así intentar dejar sin efecto la estrategia del oficialismo. Néstor sí, Alberto no El radical optó por marcar una línea dura sin medias tintas con el kirchnerismo al mencionar como el peor de todos a Néstor. Les tocó al líder. Así como Milei le pega al radicalismo ensuciando el nombre de Alfonsín, y los boina blanca se indignan, el santafesino va contra el padre del aquel ismo. El gobernador santafesino entiende que señalar a Alberto Fernández -otro fácil como De la Rúa- sería quedarse en la misma que los libertarios, que lo cuestionan más que a Néstor que le dio el pie para gobernar. Incluso el kirchnerismo le pega a Alberto, como si no hubiesen formado parte del gobierno. Pullaro podría pegarle al kirchnerismo y tratarlo sin vueltas de corrupto, como se hizo incansablemente, pero ese es el hit repetido durante años del macrismo que con la condena de Cristina Fernández se desinfló. En cambio, fue contra la figura del expresidente que, como se dijo, tiene más o menos consenso en el arco político de haber sido una presidencia con los buenos logros. Esa es justamente la picardía: pegar donde no se espera. Pullaro eligió darle una vuelta e ir al comienzo, dice, al inicio del populismo. Por lo tanto, eligió a dos padres: al de la democracia y al del populismo. “Vivió la etapa más virtuosa de la Argentina de los últimos 30 años con los superávit gemelos (fiscal y comercial) y le pagó al FMI, sin embargo, en lugar de desarrollar el país concibió una cultura populista”, argumentó en la entrevista en A24. “Empezar con Kirchner como fundador es una salida ilustrativa de lo que creemos que pasó”, explican cerca del gobernador. Luego aclaran que el contraste que plantea con el pasado es el desorden fiscal y el “te regalo"; mientras que con el futuro es con Milei por el “desinterés por la gestión y el diálogo irrespetuoso”. Por eso elige el concepto de “despilfarrar” para criticar, porque conecta con la idea de su gestión de ser “eficiente”. En tanto, el cuestionamiento a Milei es que acomoda el equilibrio fiscal sin darle solución básica al ciudadano. Entonces, ahí se separa de los dos: Kirchner tuvo plata y la derrochó; Milei no la gasta y la gente se mata en la ruta. Hay mucho de electoral en ese posicionamiento. En los fundamentos de Pullaro se descubre otra cosa, que por ahora no puede decir. “En lugar de desarrollar, de darle al campo, a la industria, al desarrollo vial y a lo portuario, a la energía”. Con el razonamiento de Pullaro, Milei también estaría yendo al camino de los peores presidentes porque no desarrolla nada, no hace rutas ni puertos, ni siquiera tapa baches. Lo piensa pero no lo dice, lo deja latente, probablemente, para el futuro.

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