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Parana » El Once Digital
Fecha: 09/08/2025 20:30
En una tarde cargada de recogimiento y emotividad, la Catedral de Paraná fue escenario de la misa exequial y sepultura del cardenal Karlic, quien falleció días atrás. La ceremonia contó con la presencia de fieles, autoridades y miembros de la Iglesia que se congregaron para rendirle homenaje. El arzobispo de Paraná, monseñor Raúl Martín, recordó: “Un dolor, pero como hombres de fe esperanzados, con la certeza de que el Señor nos regala el cielo, que él nos espera, que nos va abriendo caminos para que nosotros nos encontremos plenamente con él”. La homilía, pronunciada por monseñor Juan Alberto, fue calificada por los presentes como “hermosa” y reflejó el sentimiento colectivo. Foto: Elonce. Karlic fue recordado como “un hombre que amó a Jesús, amó a su Iglesia, se jugó por ella, porque realmente estuvo siempre al pie del cañón, sosteniendo y no solamente a la Iglesia, sino al pueblo en los distintos momentos difíciles que ha pasado”. El legado de un soñador En sus palabras, monseñor Martín destacó una frase resonante: “Es un soñador y me parece que siempre el Papa Francisco también decía, hay que soñar alto, hay que soñar casi lo imposible porque el Señor va dando las gracias para aquello que es bueno”. Misa Exequial y sepultura del cardenal Estanislao Karlic en la Catedral La homilía completa en la santa sepultura del cardenal Karlic Queridos hermanos y hermanas en Cristo: Hoy nos congrega la fe y el afecto para despedir a nuestro hermano y pastor, el Cardenal Estanislao Esteban Karlic, que ha partido a la Casa del Padre. La muerte, aunque siempre dolorosa, para un creyente no es el final, sino el paso a la vida plena prometida por Cristo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá" (Jn 11,25). Como decía San Agustín "La muerte es la compañera del amor, la que abre la puerta y nos permite llegar a Aquel que amamos" y San Alberto Hurtado nos recordaba que "la vida se nos ha dado para buscar a Dios, la muerte para encontrarlo, la eternidad para poseerlo"; por eso podemos hacer nuestras las palabras del Apocalipsis y exclamar con gozo: "Bienaventurados los que mueren en el Señor". Con insistencia, el Cardenal, nos recordaba que la Eucaristía es la acción de gracias de Jesucristo por el don de la creación, de la recreación en Jesucristo, de la santificación y de la prenda de la vida eterna. En esta tarde esta Eucaristía adquiere un sentido muy profundo para nosotros, porque nos asociamos a la Pascua del querido Cardenal dando gracias por su vida y por su servicio Cuánto para agradecer a Dios!!! La homilía de un funeral no es para hacer un panegírico de la persona pero si para agradecer Dios todo los que nos regaló por medio de ella, Los regalos de Dios son personas, como el gran regalo es Jesucristo. Cuánto regaló Dios a la Iglesia por medio del Cardenal, en sus primeros años en su querida Córdoba, como docente que enseñaba lo que vivía y lo hacía amar, Desde entonces, dedicó su vida al ministerio pastoral y a la enseñanza teológica, formando a generaciones de sacerdotes y laicos en la fe y la doctrina de la Iglesia. También en Buenos Aires y en Paraná. Cuánto regaló Dios a la Iglesia por medio de su persona como Obispo Auxiliar de Córdoba y luego Arzobispo de Paraná. Cuánto a la Iglesia Argentina como vicepresidente primero y segundo y luego como presidente en dos periodos de la Conferencia Episcopal. Como presidente de varias Comisiones Episcopales, Delegado a varios Sínodos y tantas otras tareas. Cuanto regaló a la Iglesia Universal como miembro del Comité para la Redacción del catecismo de la Iglesia católica, como Consejero de la Comisión Pro América Latina y Expositor de la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo. Y cuánto regalo Dios nuestra querida Argentina, en momentos difíciles, como hombre de diálogo, de pacificación durante la tremenda crisis del 2001, especialmente como artífice de la mesa de Diálogo. Y cuánto regalo Dios a nuestra Provincia, animando la mesa por el trabajo en esos años de desencuentro, tratando de mediar y pacificar corazones. En su testamento dejo escrito: "Al pueblo que peregrina en la Argentina le digo que he querido servir a mi bendita patria con toda el alma, soñando para ella una vida de auténtica fraternidad, como hijos del mismo Padre, basada en el genuino respeto y diálogo para dar a todos la oportunidad de vivir la vida a la altura de la generosidad que el Señor ha tenido con esta tierra a la que ha colmado de tantos y tan espléndidos dones. Comprometo mi oración para que todos los argentinos seamos capaces de ponernos de pie y salir con sabiduría, valentía y de verdad de la pobreza material y espiritual en que lamentablemente nos hemos sumergido con el paso de los años. Quiera el Señor perdonar nuestros muchos pecados y darnos la gracia de una auténtica conversión moral para hacerlo posible". Cuánto nuestra Arquidiócesis. Fue un soñador y gracias a ello, Paraná pudo tener la gracia inmensa e histórica de la visita del Santo Padre San Juan Pablo II. Por sus sueños se hizo realidad el COMLA VI CAM I que llenó de entusiasmo misionero a nuestra Diócesis. Cuántas otras acciones animando las pastorales, promoviendo la iniciación cristiana, la formación para los Seminaristas, consagrados y laicos y tantas otras, imposible de enumerar que nos llevan a exclamar un enorme MAGNIFICAT!!! Pastor y maestro en la fe. Y haciendo síntesis de su vida podríamos decir que fue una vida entregada al servicio de Dios, de la Iglesia y de nuestra patria. 1. Hombre de Eucaristía La Eucaristía fue el centro y la fuente de su vida sacerdotal y episcopal. Cada Misa que celebró, cada hora de adoración, cada homilía en torno al Pan de Vida, fue un acto de amor al Señor presente en el Santísimo Sacramento. Él sabía que allí se alimenta la Iglesia, allí se renueva el sacrificio redentor y allí el pastor encuentra fuerza para cuidar a su rebaño. Quienes lo conocieron saben que no sólo hablaba de la Eucaristía: la vivía, la respiraba, y nos invitaba a todos a ponerla en el centro de nuestras vidas. Con cuanta pasión citaba aquella frase del concilio "La Eucaristía es fuente y culmen de la vida de la Iglesia" Celebró la misa diariamente, incluso en sus últimos tiempos aun en medio de las dificultades más grandes. Con sus 99 años, da cada día daba gracias a Dios por su sacerdocio para siempre. Como repetía una y otra vez: hijo de Dios, sacerdote para siempre. Su fidelidad a la celebración diaria continúo hasta su última enfermedad. 2. Hombre de Iglesia Su amor a la Iglesia fue incondicional, sin reservas ni cálculos. La sirvió en los tiempos de gozo y en las horas de prueba, con lealtad al Papa y comunión fraterna con los obispos, sacerdotes, consagrados y laicos. Tenía un profundo sentido de pertenencia: no concebía la fe como algo aislado, sino como comunión viva en el Cuerpo de Cristo. Su ministerio episcopal en Paraná fue un constante esfuerzo por unir, sanar heridas y conducir con firmeza y mansedumbre a la grey que el Señor le confió. Sintió con la la Iglesia, sufrió con sus dificultades, gozo con sus logros evangelizadores. 3. Hombre de la Verdad En un mundo tentado por la confusión y la ambigüedad, el Cardenal Karlic fue un testigo valiente de la verdad del Evangelio. No buscó agradar a los hombres, sino ser fiel a Dios. Anunció la Palabra sin recortes ni acomodos, pero con caridad pastoral, convencida de que sólo la verdad libera. Ese amor a la verdad lo encaminaba a buscarla en cada cosa que veía y que le tocaba hacer. Su predicación y sus escritos quedaron marcados por la claridad doctrinal y la luz de la fe con el deseo que fuera conocida y gozada por todos y su gran preocupación pasaba por qué más podíamos hacer para que sus hermanos pudieran disfrutarla. Este amor por la verdad estaba en el corazón del teólogo. Toda conversación se terminaba hablando de Dios. Hay que hacer teología hasta de los zapatos, solía decir citando a otro gran sacerdote. Todo hablaba de Dios, todo llevaba a Dios. Anoche una monjita recordaba que él le decía con fuerza y reiteradamente "al cielo se va con la Verdad", "por sólo permanecer en la verdad". A lo largo de su vida, el Cardenal Karlic se destacó por su humildad, su capacidad de diálogo y su compromiso con la unidad de la Iglesia. Fue un hombre de oración, de escucha atenta y de profunda sensibilidad pastoral, siempre dispuesto a servir con generosidad y entrega. Escuchó a todos. Siempre manifestó una sencilla espiritualidad mariana, confiándole todas sus misiones. Desgranaba las cuentas del Rosario en sus viajes a pesar que el sueño lo vencía. Cuando uno llega a la madurez espiritual va simplificando el Evangelio y sus ideas fundamentales. Hay algunas ideas reiteradas que descubre su alma: "No tengo otra razón de la que soy, sino una participación del misterio del sacerdocio de Jesús, eso me ha hecho muy feliz siempre... Ser un sacramento, participación real del misterio del misterio de Jesús para gloria suya porque quiero manifestar su amor al mundo... Lo más lindo de mi sacerdocio es el misterio de servir a los hombres y mostrarles el camino hacia Dios." Recordaba su infancia y decía "cuando mis padres me gestaron comenzó mi eternidad y nos jugamos la vida en cada acto de libertad". "El tiempo no es algo que pasa sino Alguien que viene” Ya se encontraron Cardenal... No quiero terminar sin agradecer a Haydee Copati, su secretaria fiel, a la Comunidad de la Benedictinas, que lo hicieron anticipar el cielo, como solía decir y en estos tres meses a la Residencia Buen Pastor que lo cuido con tanto amor. Encomendamos su alma al Señor, confiando en que ya goza de la plenitud de la vida eterna. Descanse en paz, querido Cardenal. Tu vida entregada, tu amor a la Eucaristía, a la Iglesia y a la Verdad, serán siempre semilla fecunda para nuestra comunidad A la Virgen del Rosario, Madre y Patrona de nuestra arquidiócesis, le confiamos su alma. Que Ella lo reciba como madre, lo conduzca al encuentro con Cristo y lo presente ante el Padre como ofrenda agradable.
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