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» Misioneslider
Fecha: 09/08/2025 00:40
La estrategia de Milei para enfrentar la debilidad política Javier Milei parece resignado a que su derrota en el debate parlamentario sea total y que no pueda sostener los vetos ante la ofensiva opositora. Es por eso que su discurso televisado en cadena nacional no estuvo dirigido a los legisladores peronistas ni a los gobernadores provinciales que pujan por más recursos: fue un pedido a la población para que en octubre cambie la composición de fuerzas en el Congreso. Los anuncios para «amurallar el déficit cero y la política monetaria» fueron la excusa formal para plantear el verdadero mensaje político de Milei: que la oposición kirchnerista es el verdadero «riesgo país» y que toda la agenda de reformas quedará en riesgo si el oficialismo no obtiene una victoria contundente en las urnas. La pelea por la caja reduce el margen político Pero, esta vez, la situación luce más complicada para Milei. Ya no se trata de pelear únicamente contra el kirchnerismo, sino que ha perdido el apoyo de sectores dialoguistas del peronismo y de ex miembros de la coalición Cambiemos. Pero, sobre todo, no logra conciliar con los gobernadores provinciales que en otros momentos fueron «dadores de gobernabilidad» para un gobierno en minoría parlamentaria. Este año, la mayor ayuda de los gobernadores fue la de apoyar el nuevo acuerdo con el FMI, algo que Milei había pedido al inaugurar el año legislativo. Ese mismo día había prometido una regla que impediría nada que se pareciera a un «plan platita» pero hizo un guiño a las provincias al prometer una reforma federal para el manejo de los recursos tributarios. La apuesta a polarizar con el kirchnerismo Ante esa pulseada por los recursos, Milei se enfrenta a la perspectiva de que en los próximos días el Congreso voltee los decretos que permitieron aplicar la «motosierra», después de haber sufrido la aprobación de la reforma jubilatoria y la media sanción para el aumento del financiamiento universitario y la declaración de emergencia pediátrica. El presidente calcula que los proyectos impulsados por la oposición tendrán un costo fiscal de 2,5% del PBI -en términos anualizados-, algo que echaría por tierra el superávit primario de 1,6% comprometido con el Fondo Monetario Internacional para este año. Medidas para cambiar el foco del debate Las medidas anunciadas por el presidente tendrán un impacto más simbólico que real. La no asistencia del Banco Central al Tesoro es algo que ya se está aplicando desde el inicio de la gestión, como reconoció el propio Milei. No solamente no hay transferencias directas para pagar los gastos corrientes, sino que además se eliminaron los pasivos remunerados por los que el BCRA absorbía los pesos excedentes que generaba el gasto público. Ya en febrero del año pasado Milei le había comentado a Gita Gopinath, vicedirectora del FMI, su idea de aprobar una ley para penar con cárcel a los funcionarios que emitan dinero para financiar al Tesoro. De manera que hay cero posibilidades de que este proyecto sea aprobado antes de las elecciones. Aunque, un detalle no menor, sí hay chances de que llegue a ser debatido. Y ahí es cuando la estrategia política del presidente cobra sentido. El solo hecho de que se discuta el tema en el Congreso y pueda ser sometido a votación implicará, para Milei, una forma de hacer campaña, así como un intento de desviar el eje de la agenda política nacional, que hoy está centrada en el costo social del ajuste. En ese eventual debate, el oficialismo intentará dejar en evidencia la vocación del kirchnerismo por usar el déficit fiscal como estímulo del consumo, o forzarlo a argumentar por la elevación de retenciones al agro. En resumen, Milei se enfrenta a una situación política compleja donde su capacidad de negociación se ve mermada. Su discurso busca movilizar a la población para cambiar la composición del Congreso en las próximas elecciones y evitar que la oposición ponga en riesgo las reformas implementadas. La lucha por los recursos con los gobernadores provinciales y la polarización con el kirchnerismo marcan el escenario político en el que se desenvuelve el presidente.
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