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  • Llaryora y Schiaretti disfrutan y alientan la dispersión opositora

    » La voz

    Fecha: 08/08/2025 22:24

    “La verdad es que esperábamos un escenario mucho más complicado. Con la oposición dispersa, la gestión libertaria en problemas y con ‘el Gringo’ jugando, más no podemos pedir”, confesó, con un entusiasmo que rozaba la euforia, uno de los funcionarios más cercanos al gobernador Martín Llaryora. Desde el oficialismo, otra voz con años de experiencia en batallas electorales se adelantó a un reproche que ya comenzó a circular en filas del deloredismo. “No nos van a culpar a nosotros de los quilombos de la oposición”, advirtió, anticipando una acusación que probablemente sobrevolará durante la campaña, impulsada desde los sectores opositores: que el oficialismo promovería –supuestamente con recursos para la campaña– listas opositoras sorprendentes, diseñadas para restarle votos a los libertarios. Es cierto el diagnóstico del dirigente peronista, frío y realista: el radicalismo y el PRO no necesitan ayuda externa para profundizar su crisis. Desde hace tiempo, radicales y macristas se encargan –por sí solos– de brindarle buenas noticias al PJ cordobés. La historia se repite. Todo comenzó hace ya 26 años, con el inesperado triunfo de José Manuel de la Sota sobre el entonces gobernador radical Ramón Bautista Mestre. En los pasillos del poder, aún resuena una vieja sospecha que sigue atravesando a no pocos radicales: fue la feroz interna entre el mestrismo y el angelocismo lo que terminó por derrumbar la hegemonía radical, tras cuatro mandatos consecutivos. Y aunque los nombres hayan cambiado, la dinámica se mantiene intacta. El fuego cruzado dentro del radicalismo nunca cesó. Hoy, esa pelea se transformó en un incendio que consumió cualquier posibilidad real del centenario partido de volver a ser una opción de poder. No es menos cierto que el radicalismo aún conserva una base territorial sólida, con más de 160 intendentes en el interior. Pero ese bloque es observado con creciente apetito por el cordobesismo, que sueña con sumar ese músculo radical en el interior. En este contexto, el “modelo Misiones” –una alianza estratégica entre peronistas y radicales para mantener el control provincial– aparece como una realidad cada vez más cercana de poder hegemónico al que aspira Llaryora. Como cualquier gobernante, el mandatario peronista se sentiría más cómodo administrando con una oposición débil y fragmentada. Hoy, lo que fue Juntos por el Cambio existe sólo en la Legislatura provincial. Por su parte, el PRO atraviesa un acelerado proceso de declive en Córdoba, en sintonía con el ocaso político de su fundador, Mauricio Macri. El expresidente opuso poca resistencia cuando los libertarios comenzaron a engullirse a su partido. Así como Rodrigo de Loredo cometió el error de perder con Ramón Mestre la lapicera partidaria en la Justicia electoral federal, Macri hizo lo mismo –por descuido propio– de cederle el control partidario provincial a Oscar Agost Carreño. El diputado nacional hace tiempo que mantiene más vínculos con el cordobesismo que con sus aliados opositores en Córdoba. Aunque Agost Carreño se esmere en negar cualquier alineamiento con el oficialismo provincial, hace casi dos años que dialoga más con peronistas federales y exmacristas que con sus pares opositores provinciales. No sería extraño que el 17 de agosto Agost Carreño anuncie su candidatura a diputado nacional encabezando una lista del PRO en solitario. Sería más música para los oídos del oficialismo cordobés. A esta trama se suma la llamativa postulación de Héctor “la Coneja” Baldassi, quien desde hace meses viene orbitando cerca del Centro Cívico. Una candidatura que será casi testimonial, pero que servirá para engrosar la dispersión opositora. El exárbitro de fútbol alguna vez fue el dirigente mimado de Macri, y proyectado como posible verdugo del PJ. Sin embargo, ahora aparece relegado a un rol secundario. Su candidatura –y los fondos para la campaña que la respalden- alimentarán las sospechas que la oposición ya comenzó a sembrar sobre el oficialismo cordobés. Mientras tanto, en la vereda del oficialismo, el clima es casi de euforia. La interna opositora escribe un nuevo y caótico capítulo, y el PJ cordobés ve con optimismo un escenario que, apenas cuatro meses atrás, lucía muy complejo. A pedir de boca Juan Schiaretti ya le habría dado pista firmes a Llaryora de que jugará en octubre. Lo único que resta definir es la nómina de candidatos y candidatas que acompañarán al exgobernador en el nuevo sello oficialista: Provincias Unidas. En la danza de nombres, hay dos que se repiten para el segundo lugar: la vicegobernadora Myrian Prunotto y la ministra de Ambiente y Economía Circular, María Victoria Flores. Sin embargo, la experiencia indica que cuando el oficialismo filtra nombres con tanta anticipación, es probable que ninguno termine siendo el elegido. ¿Y si la sorpresa llega con Diana Mondino? La excanciller sería una figura ideal para confrontar con Javier Milei. La exfuncionaria libertaria encarna el perfil más atractivo para enfrentar al oficialismo nacional. Pero todo dependerá de una decisión personal de la economista. Esta semana, Mondino rompió su silencio con una entrevista en inglés para un medio internacional, donde lanzó un misil directo al corazón de Milei por el escandaloso caso $Libra. ¿Fue un desliz o una jugada premeditada? ¿Un error involuntario o el anticipo de que está dispuesta a competir contra quienes hasta hace poco fueron sus socios? Paciencia, como dice el título del nuevo tema de Los Piojos, la banda que volvió al centro del rock nacional: todo se sabrá el domingo 17 de agosto, cuando se oficialicen las candidaturas. Ahí se revelará si el cordobesismo apuesta a lo seguro o saca un as de la manga.

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