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  • García Cuerva llamó a la reconciliación nacional partiendo de la casa grande y del trabajo digno

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 08/08/2025 04:30

    El arzobispo Jorge García Cuerva en el Santuario San Cayetano, Liniers (Fotos: Maximiliano Luna) García Cuerva celebró el día del trabajo. Este cronista fue testigo. Palomas blancas sobrevolaron en la mañana de ayer 7 de agosto el templo de San Cayetano en Liniers. Fue unos minutos después de las 8. Se posaron sobre la rama de uno de los árboles de la calle Cuzco, justo delante de la entrada al Santuario, donde, en esos momentos Monseñor Jorge García Cuerva, Arzobispo de Buenos Aires, iría a pronunciar su homilía celebrando el día del santo de la espiga y del trabajo. Y los rostros tristes y las miradas esperanzadas concentradas en el Arzobispo le hicieron recordar el: “¡Vuela pensamiento!” (va pensiero) de la ópera de Verdi. El joven prelado habló de pie como si cumpliera con disciplina un mensaje del Espíritu Santo. Con túnica descendente de nobles pliegues, brazos abiertos, libre pero disciplinado. Contempló a la multitud a la que acababa de bendecir en las veredas aledañas y habló haciéndonos olvidar del frío con el calor de sus palabras. La parábola del regreso del hijo pródigo (Lc. 15, 18) Como todos saben en esta parábola Jesús describe el caso del regreso del hijo menor de una familia que se había ido de su casa y después de malgastar lo que tenía volvió arrepentido de haber pecado. Y dice el arzobispo: “Y vuelve a la casa de su padre porque debía extrañar los abrazos, la mesa donde todos se reunían, los diálogos familiares y apasionados por el futbol y la política, pero sin romper nunca la fraternidad y el cariño de hermanos. Debía recordar que siempre en la casa del padre hay lugar para uno más, y también debía hacer memoria de cómo se trabaja en la casa del padre; cómo los jornaleros ponían todo su esfuerzo en hacer las cosas bien, cómo el trabajo organizaba la vida de esa familia, que era una gran comunidad de hermanos”. El padre no le hace reproches y corrige al hermano que si se queja porque el padre le da un trato amoroso al hermano que se comportó mal. Y sigue diciendo García Cuerva: “Por eso le pedimos hoy a san Cayetano que haga de nuestra Patria una casa de pedirnos perdón, porque como decía San Juan Pablo II ‘No hay paz sin justicia, y no hay justicia sin perdón’“. Cientos de fieles e congregaron fuera del templo para pedir al santo un trabajo digno La casa del Padre también es casa de encuentro Dijo Monseñor, “el padre de la parábola organiza una fiesta por el regreso del hijo, quiere que todos festejen y se sienten a su mesa, quiere forjar la cultura del encuentro. El papa Francisco decía que ‘el aislamiento y la cerrazón en uno mismo o en los propios intereses jamás son el camino para devolver esperanza y obrar una renovación, sino que es la cercanía, la cultura del encuentro. El aislamiento, no; cercanía, sí. Cultura del enfrentamiento, no; cultura del encuentro, sí’. Eso se vive en la casa del padre; y eso es lo que nos falta a nosotros como país: encontrarnos, sentirnos cerca unos de otros, sentarnos a una misma mesa para pensar juntos, para generar consensos, para dialogar, para llorar nuestros fracasos, sin estar siempre buscando culpables por lo que está mal, y hacer fiesta con los pequeños o grandes logros, sin querer figurar u obtener reconocimientos personales por los esfuerzos de todos". La casa del Padre es casa de trabajo digno “‘Y es casa de trabajo, los jornaleros trabajan, y tienen pan en abundancia’ (Lc 15, 17) porque seguramente tienen un trabajo digno que es bien remunerado, nadie se muere de hambre en la casa del Padre. El trabajo es un gran ordenador social, el trabajo dignifica a las personas. Pedimos una vez más a San Cayetano por todos los trabajadores de nuestra Patria, por todos, porque como Iglesia, valoramos todas las formas de trabajo: el empleo formal, los emprendimientos familiares, la economía popular, el reciclado, las changas. Toda actividad que, con esfuerzo, lleva dignamente el pan a la mesa merece ser reconocida, acompañada y protegida”, sostiene García Cuerva. García Cuerva bendijo a todos los presentes “La casa del Padre es casa de fraternidad” “… Él no quiere que nadie quede afuera, quiere a sus hijos reunidos, no quiere que se distancien, quiere que se reconozcan hermanos, responsables unos de otros ( …) somos custodios y guardianes de la vida de los demás, de los más pobres, de los más débiles, de los ancianos que siguen esperando una jubilación digna, somos custodios de los discapacitados y los enfermos; no podemos desentendernos de los que sufren, de los que revuelven los tachos de basura buscando algo para comer (…) Y no lo hacen y no lo hacen porque les gusta (…) no dar la oportunidad de tener un trabajo digno es injusticia social“, dice García Cuerva y agrega: “Son muchos los que no tienen un trabajo que les permita vivir serenamente, viven al día. Y muchas veces la búsqueda se vuelve tan dramática que los lleva hasta el punto de perder toda esperanza y deseo de vida". No a la indiferencia, no a los desocupados, no a los excluidos “San Cayetano, ayúdanos a hacer de la Argentina una casa de hermanos, donde nos preocupemos por los demás, donde nos duela profundamente lo que sufren los desocupados, los marginados, los excluidos. No nos salvamos solos. San Cayetano, anímanos a desterrar la cultura de la indiferencia y a vivir la fraternidad. Porque, así como bajó la inflación que es el impuesto de los pobres y que desde hace años perjudica a las familias, también le pedimos a san Cayetano que interceda por nosotros para que, nos comprometamos a bajar los niveles de agresión, de indiferencia, de individualismo, de crueldad", señaló sobre el cierre de la homilía.

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