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  • De salvar vidas en oncología pediátrica a enfrentar el hate en redes: la doble vida de Cata Gorostidi y el precio de la fama

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 08/08/2025 02:39

    Ellas by BGM - Catalina Gorostidi “Ya sé que voy a tener 200 comentarios de los cuales hay algunos que son terribles a nivel de: ‘Estás a un vómito de morirte’”, afirmó Catalina Gorostidi. La médica pediatra y ex participante de Gran Hermano explicó los efectos de la exposición pú, se refirió al odio que recibe en redes sociales y habló sobre los desafíos personales y profesionales que afronta. Cata es hija del exfutbolista Adrián Gorostidi. Obtuvo notoriedad al participar en la edición de 2024 del reality show. Si bien su carrera profesional se había desarrollado en el Hospital de Niños Orlando Alassia de Santa Fe, su paso por el programa la colocó en el foco nacional como figura pública. En 2025, regresó al programa gracias a un Golden Ticket durante la edición 2025, pero fue expulsada nuevamente poco después del ingreso con una alta votación negativa. Durante su estadía y después de salir, hizo pública su lucha contra trastornos alimenticios, como anorexia y vigorexia, y también sobre problemas de salud derivados de una rabdomiólisis tras realizar ejercicio exigente. Catalina Gorostidi: "Me dolió ver a mi ex pareja hablando sobre cosas mías mientras yo estaba encerrada en GH y no podía decir nada". (Maximiliano Luna) Exposición, hate y vínculos tras Gran Hermano Luli: — ¿Quién es Cata fuera de lo que se vio en Gran Hermano? Cata: — Yo siempre lo digo porque creo que a mí se me juzga mucho por cómo fui en la casa, que era muy combativa, muy peleadora y no conocen la parte que mis amigos y mi familia conocen, que es más sentimental, de estar en mi casa y refugiada con mis animales. Yo ahora vivo sola con cuatro perros y tres gatos. Paso mucho tiempo en casa. Me gusta conectarme conmigo misma, con la gente que quiero y ayudar. Me juzgan en redes sociales por un papel que ven en un programa... Yo este año entré de nuevo a Gran Hermano un mes y fui a dar show porque sé que tengo esa personalidad chispita y salí con muchísimo hate porque era otro Gran Hermano, mucho más tranquilo que el del año pasado. Le corté la cabeza a un pingüino de peluche y me mataron. Yo salí diciendo: “La rompí” y nunca me imaginé tanto hate. Mucha gente hasta el día de hoy me dice: “Sos mala gente, mala persona”. Por suerte a mí el hate no me afecta… Luli: — ¿Sentís que el hate viene principalmente de mujeres? Cata: — Total. Veo muy pocos hombres diciéndome cosas malas. De 500 comentarios, 450 o 475 son de mujeres. Hay mucho odio. La gente tiene frustraciones propias y las vuelca en nosotros. Cuando la crítica viene de gente que no conozco, me resbala. Una vez Gastón Trezeguet dijo: “Cata se mete todas las noches en una cabina de odio y se retroalimenta de eso”. Y literalmente no me afecta para nada. Yo leo y me río porque no hay nada que me que me diga gente que no conozco que me pueda lastimar. Pero si viene de algún ser querido, de algún ex compañero de Gran Hermano, sí me duele mucho. Luli: — ¿Te sorprendieron las declaraciones de ex compañeros o de Joel, tu ex pareja, tras tu salida? Cata: — Sí, obvio. Porque se hablaba mucho de mi peso, del problema de salud que tengo, que es anorexia y lo llevo hace muchos años. Se cuestionó muchísimo. Me dolió ver a mi ex pareja hablando sobre cosas mías mientras yo estaba encerrada y no podía decir nada. Verlo ahí hablando sobre mí sí, me dolió... Luli: — ¿Por qué pensás que lo hizo? Cata: — Creo que lo hizo sin intención de lastimarme, como tratando de decir: “Ella va a estar bien”. Pero me pareció innecesario, mismo mi papá que también salió a hablar. Lo entiendo porque es mi papá. Pero Joel era mi ex novio hacía dos o tres meses, no era necesario contar esas cosas. Yo ya las haya contado, pero una cosa es que lo cuente yo y otra cosa es que lo cuente él o cualquiera. Luli: — ¿Lo pudiste hablar con él cuando saliste? Cata: — No. Es que ni siquiera me enojé, me dolió. La relación no está bien. No hablábamos desde antes de entrar a Gran Hermano y tampoco después. Vi una entrevista que él dijo que no entiende mi enojo. Yo creo que cualquier persona entendería el enojo de no querer que alguien cuente cosas tuyas, pero no tenemos forma de charlar sin discutir. No me interesa una explicación de él. Yo no lo hubiese hecho, si él sintió eso… “La anorexia es una lucha constante entre lo que te refleja el espejo y cómo uno se siente”, admitió la entrevistada. (Maximiliano Luna) Anorexia, salud, presión social y experiencias personales Luli: — Mencionaste tu enfermedad y decidiste compartirlo. ¿Tu intención fue ayudar a quienes atraviesan lo mismo? Cata: — Yo lo que siempre digo es que al subir fotos mías no soy un ejemplo para los adolescentes ni para la gente que me sigue. No es que digo: “Todos sean flacos”. Yo no doy ese mensaje. Me escribían: “¡¿Qué ejemplo estás dando?! Vos sos médica”. ¿Qué quieren que me agregue 5 o 6 kilos con photoshop para que se queden contentos? No podía entender qué es lo que querían. Yo lo conté porque ya me veían con un cambio físico muy drástico: bajé como veinte kilos en muy poco tiempo y la anorexia tiene esas recaídas. Son bajones que a uno le agarran con esta enfermedad. Luli: — ¿Cómo vivís los comentarios sobre tu cuerpo y las críticas en redes sociales? Cata: — Hice un descargo hace poco y dije: “Yo ya conté que tengo una enfermedad, ¿qué quieren, que no suba fotos a mi propio Instagram? ¿Dejo de compartir mi vida o fotos que me gusta cómo salí?” Ya sé que voy a tener 200 comentarios de los cuales hay algunos que son terribles a nivel de: “Estás a un vómito de morirte”, “cadáver”, “bolsa de huesos”, de todo me dicen. A mí literalmente no me afecta porque sé la enfermedad que tengo y sé cómo la manejo. Después me preguntan dónde está mi familia y mi familia siempre está atenta, tengo amigos también. A veces le respondo a algunos y les digo: “Yo tengo espejo en mi casa, gracias. Ya lo sé”. Pero a la vez es una lucha constante entre lo que te refleja el espejo y cómo uno se siente. Los únicos comentarios que más me duelen es, por ejemplo, los que te hacen: “Estás un poquito más gordita”. Saben que no, pero te lo hacen a propósito. Son los únicos comentarios que me llaman la atención y me alertan. Luli: — Si tuvieras que darle un consejo a alguien que está sufriendo una situación como la tuya, ¿qué le dirías? Cata: — Le diría que la vida es hermosa, que la disfrute. Comer tiene que ser un disfrute. Yo a veces dejaba de ir a cenas con mis amigas para no comer o a algún evento para no comer o no tomar alcohol. También cuando uno está con tan bajo peso está débil. Yo necesito dormir al menos tres horas de siesta porque el cuerpo no me rinde. Yo veo a mis compañeros que van de acá para allá y digo: “A mí no me da ganas de hacer todo eso”. Luli: — Se te ve con absoluta conciencia de esta situación. Aun así, ¿se te presentan todavía esas recaídas? Cata: — Sí. Siendo pediatra siempre me manejé en internación, en terapia intermedia o en oncología. Y en internación traté muchas adolescentes con anorexia, muchísimas. Les hablaba y ellas conectaban conmigo y muchas se recuperaban. Pero ahora lo pienso y digo: “Es lo que me está pasando a mí”. Luli: — Es como decir: “Yo ayudaba a otras, pero no puedo ayudarme a mí”. ¿Por qué creés que es así? Cata: — Es más fuerte la cabeza que lo que uno puede dar. Siempre lo dije: “Hace lo que yo digo, pero no lo que yo hago”. Tengo muchos errores y lo único que me molesta es cuando hablan mal de mi trabajo porque yo te puedo firmar que soy una excelente médica y pediatra. Yo era muy rebelde en la residencia porque tengo este carácter tan loco que se vio en Gran Hermano. No me gustaban las injusticias y en los hospitales públicos hay muchas injusticias. Ves nenes sin hogar viviendo en hogares del Estado o con mamás a quienes había que sacarles la tenencia porque los drogaban. Yo era rebelde, me paraba en la puerta de mi jefe y me rehusaba a seguir órdenes si creía que estaba mal. Me daban todos los casos de maltrato infantil y había un comité de maltrato en el hospital. Recuerdo un ateneo donde todo el hospital estaba presente y yo recién ingresada levanté la mano y les dije que no manejaban bien las cosas. Lo dije de frente aunque me trajo problemas. Llegué a ser suspendida del hospital por confrontar, pero el tiempo me daba la razón y los casos volvían una y otra vez. Luli: — Con tanta firmeza, convicción y lo aguerrida que sos. ¿Qué sentís que se interpone entre vos y la sanación? Cata: — Yo creo que me autocastigo mucho a mí misma. Eso es lo que me pasa a mí, porque yo quise estudiar medicina y lo logré. Quise entrar a pediatría en Córdoba, en el hospital que yo quería, y lo logré. Quise entrar a Gran Hermano en el 2016 entré y preferí irme a Córdoba. Me lo propuse en el 2023 y entré. Todo lo que me fui proponiendo en la vida yo lo veo y termino haciéndolo. Pero hay algo conmigo misma que como que no puedo conectarlo, ¿entendés? Lo mismo pasa con las relaciones. No soy la cata aguerrida, soy muy sumisa, soy de dato todo y estar pendiente del otro y no de mí. Cuando me separo es como que vuelvo a ponerme en mí en el centro, pero cuando estoy en pareja me pasa que me salgo de mi cuerpo y toda la energía se la pongo a esa persona. Creo que por eso también mis relaciones fracasan, porque no podés estar todo el día pegada a la persona que tenés al lado. Cada uno tiene que tener su vida, sus cosas, sus amigos, sus relaciones y que tu relación sea algo que te acompañe, no que sea tu vida. Y yo siento que doy mi vida. Luli: — ¿Hacés terapia? Cata: — Sí. Lo que pasa con la anorexia es que te pesás todo el tiempo. Me pongo límites de peso y cuando llego quiero bajar más. Es como una constante. Me habían prohibido tener balanza, pero ahora que vivo sola. En un momento sí, conviviendo, me controlaba mi ex. Él me pesaba, pero ahora es diferente. También entiendo que es difícil convivir con una persona con esta enfermedad porque no querés salir a cenar, no querés comer. Los momentos de disfrute pasan a ser un problema. También es difícil encontrar una pareja que te banque también eso, ¿no? Estar todo el tiempo preguntándole al otro: “Che, ¿cómo me veo?” Y que te digan: “¿Estás muy flaca?” Y vos decir: “No, mentira, me estás mintiendo porque yo acá me veo...” El otro en un momento necesitan un poco de descanso. Y lo veía con mi ex pareja, lo veo en mis amigas, con mi familia... La pediatra y exparticipante de Gran Hermano comparte su experiencia con trastornos alimenticios y la presión mediática. (Maximiliano Luna) Identidad, resiliencia y reflexiones sobre su historia Luli: — ¿Por qué decidiste entrar a Gran Hermano después de haber logrado estabilidad profesional? Cata: — Siempre quise estar en el medio. Desde chiquita, a los cuatro años, vi una marquesina y le dije a mi mamá que quería ser como Moria Casán. Logré todo en la medicina: ser jefa de internación, mi sala, pacientes, residentes a cargo. Pero el medio siempre fue mi sueño... Luli: — ¿Te arrepentís de haber hecho ese cambio? Cata: — No, no me arrepiento. Mantenerse en el medio es duro, pero trabajé mucho para pisar fuerte. Los de GH que seguimos trabajando somos pocos. Cuando fui por primera vez al programa de Ángel de Brito estaba muda o cuando fueron los premios Martín Fierro. Yo no podía creer dónde estaba. Pero no, no me decepcionó. Luli: — ¿Sentís que cambió algo en vos después de Gran Hermano? Cata: — Algo que no me gusta y que me pasó es que siento que perdí un poco la fortaleza que logré con respecto a ser médica. Porque al ser médica pediatra y trabajar con pacientes oncológicos. Yo atendía a la mamá que venía con su hijo por una angina y después la tenía que sentar para decirle: “Mira mamá, tu hija de cuatro años tiene cáncer”. Y al otro día decirle: “No hay más nada para hacer”. Me ha pasado con pacientes que me súper había encariñado. Siento que perdí esa fortaleza y no me lo puedo perdonar porque cuesta mucho hacerse fuerte en esos casos. Por eso muchas veces cuando me preguntan: “Cuándo te hatean, ¿te molesta?” Y no. Después de acompañar a pacientes pediátricos oncológicos, mirá si me va a molestar que Juan Carlos de La Matanza me escriba: “Fea”. ¿Sabés las cosas que yo viví? Se me morían los pacientes y yo me peleaba con la terapia intensiva para que los reciban o le tenía que comunicar a una mamá que su nena de 14 años, que entró a internación por vómitos y diarrea, había que trasladarla en avión sanitario de urgencia por hepatitis autoinmune fulminante al Garrahan. ¿Mirá si me va a importar un comentario o una pelea de Gran Hermano? Luli: — Si pudieses tomarte unos mates hoy con la cata de hace 10 o 15 años atrás, ¿qué le dirías en retrospectiva de todo lo que viste y lograste? Cata: — Le diría que tiene que estar muy orgullosa de todo lo que le va a pasar, que va a tener muchos errores, muchísimos, más que nada con las relaciones. Que le va a ir muy mal en el amor, que va a ser muy caprichosa, pero que espere porque creo que algún momento va a aparecer la persona para ella. Pero que tiene que estar muy orgullosa de todo lo que va a vivir. De que va a vivir cosas muy fuertes, pero que es una persona que va a vivir cosas muy lindas, también. Que va a salvar muchas vidas y eso no lo puede decir mucha gente. Que no pierda esa chispa y que no se detenga por el miedo al qué dirán. Nadie es más que vos. Luli: — Si pudiese sacarle una foto a un momento de tu vida que recuerdes y que quieras volver a vivirlo. ¿Cuál elegirías? Cata: — Me quedo con dos. El día que Lucas, un paciente muy importante que le diagnostiqué leucemia a los cuatro años, pudo vencer la leucemia. Con la mamá nos hicimos muy amigas, prácticamente es mi familia. Me quedo dos fotos de él: el día que fue al quirófano y nos sacamos un montón de fotos cuando le sacaban el catéter de la quimio. Otra fue cuando lo fui a visitar tres años después a la casa, de sorpresa. Cuando mi vio me abrazó y nos largamos a llorar él, la madre y yo. “Doctora Cati, no lo puedo creer”, me decía y me mostraba todos sus juguetes. Había pasado cosas muy duras y estaba ahí, de acá para allá, lo más bien y feliz. Me quedo con esos dos momentos.

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