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» Comercio y Justicia
Fecha: 05/08/2025 03:13
Por Evangelina Belén Mollar * Exclusivo para Comercio y Justicia Vivimos tiempos de transformación vertiginosa. La tecnología avanza a un ritmo acelerado, atravesando no solo nuestra vida cotidiana, sino también los ámbitos más sensibles de la práctica clínica y científica. En este contexto, los comités de ética, tanto en su función asistencial como en investigación, se ven interpelados por estos cambios, desafiados a adaptarse sin perder de vista su función principal: garantizar el respeto a la dignidad humana. El presente artículo propone reflexionar sobre el impacto que tienen los avances tecnológicos -y en especial la inteligencia artificial (IA)- en la dinámica y las responsabilidades de los comités de bioética. Más allá de la novedad tecnológica, lo que está en juego son nuevas formas de deliberación, nuevos riesgos y nuevas oportunidades para acompañar las decisiones en salud con un mayor grado de precisión, agilidad y eficiencia. ¿Aliada o amenaza? El uso de herramientas digitales aplicadas a la gestión de los comités es una realidad creciente. Existen sistemas que permiten registrar, sistematizar y consultar protocolos, organizar dictámenes, proteger la confidencialidad de los datos y facilitar el trabajo interdisciplinario. Estas innovaciones pueden traducirse en beneficios concretos: agilidad en los tiempos de respuesta, mejor trazabilidad documental y mayor transparencia en la toma de decisiones. Sin embargo, también se presentan desafíos éticos relevantes: ¿Qué grado de autonomía pueden tener las tecnologías en procesos que implican juicio moral? ¿Cómo aseguramos que la herramienta no sustituya el análisis humano sino que lo complemente? ¿Cómo se protege la confidencialidad y privacidad en entornos cada vez más digitalizados? La inteligencia artificial no puede -ni debe- tomar decisiones por los comités. Pero sí puede asistir, sistematizar información, ofrecer antecedentes y facilitar procesos. El límite ético está en no ceder la responsabilidad deliberativa a una lógica algorítmica que, por definición, carece de empatía, intuición y comprensión del contexto humano. Nuevas habilidades Frente a esta realidad, surge un interrogante clave: ¿Con qué formación deben contar hoy los miembros de los comités de bioética? A la ya imprescindible preparación en ética médica y filosofía práctica, se suma la necesidad de una alfabetización digital y tecnológica, al menos básica, que permita comprender el funcionamiento, alcance y límites de las herramientas que se incorporan al trabajo cotidiano. No se trata de formar expertos en programación o inteligencia artificial, sino de asegurar que quienes deliberan sobre decisiones sensibles comprendan cómo operan las tecnologías que mediatizan esas decisiones, cuáles son sus sesgos potenciales y cómo garantizar que el juicio bioético no quede supeditado a criterios automáticos. Humanidad El desafío no es resistirse al cambio, sino acompañarlo de forma crítica y responsable. Los comités de ética tienen la tarea -y el privilegio- de ser guardianes del sentido humano en tiempos de automatización. Esto implica seguir colocando al paciente en el centro de la reflexión, deliberando caso por caso, promoviendo la mirada interdisciplinaria y recordando que, aún con toda la tecnología disponible, el juicio moral sigue siendo humano, sensible y contextual. La regulación también debe actualizarse para acompañar estos procesos. No alcanza con leyes pensadas para escenarios analógicos: necesitamos marcos normativos que contemplen la especificidad del entorno digital, que protejan derechos, limiten abusos y promuevan la ética como criterio rector del desarrollo tecnológico. Conclusión El impacto de la tecnología en los comités de ética no es menor: transforma su forma de operar, pero también interpela su misión de fondo. En un mundo donde las decisiones clínicas y científicas son cada vez más complejas, la inteligencia artificial puede ser una gran aliada. Pero solo si se la integra desde una perspectiva bioética, centrada en la persona, con una visión crítica y humana del futuro. (*) Abogada. Especialista en Bioética. Integrante del comité de Bioética del Incucai (antes, de la SAU y del Hospital Vélez Sarsfield). Directora Regional para Latinoamérica, división Bioethx, Aquas.inc. (Washington DC). Consultora.
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