Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • La huerta como herramienta social, educativa y ecológica, cómo funciona el programa en Concordia

    Concordia » Despertar Entrerriano

    Fecha: 05/08/2025 01:20

    En tiempos donde los recursos escasean y las demandas sociales crecen, las huertas familiares y comunitarias se convirtieron en una política pública estratégica para sembrar no solo alimentos, sino también esperanza, conciencia ecológica y tejido social. Así lo plantean a Despertar Entrerriano Miguel Parra, Jefe del Departamento de Economía Social, y el ingeniero agrónomo Gabriel Zubizarreta, quienes integran un equipo técnico y territorial que trabaja intensamente en diversos barrios de Concordia. “No hacemos asistencialismo. Trabajamos con compromiso, planificación y mucha presencia en el territorio”, resume Parra. Sembrar es educar: la huerta como proceso pedagógico El programa abarca distintos tipos de huertas: familiares, comunitarias e institucionales. En cada caso, la intervención municipal incluye capacitaciones técnicas y pedagógicas, provisión de plantines, seguimiento del proceso y acompañamiento territorial. “Trabajamos con escuelas, con hogares donde viven personas con discapacidades, con espacios donde hay consumo problemático y también con adultos mayores. El objetivo es claro: acompañar, formar, motivar y generar autonomía”, explica Zubizarreta. Miguel Parra, Jefe del Departamento de Economía Social, y el ingeniero agrónomo Gabriel Zubizarreta. Según relatan, la demanda aumentó significativamente en los últimos tiempos. Cada semana hay vecinos que se acercan con inquietudes, buscan plantines o directamente quieren iniciarse en el camino de tener su propia huerta. “Lo más lindo es que la gente está interesada. Pregunta, consulta, quiere saber. Y eso hay que aprovecharlo: hay una conciencia creciente sobre la alimentación, sobre el cuidado de las plantas, sobre lo natural”, agrega Parra. El eje prioritario: las huertas familiares Aunque se trabaja también en espacios comunitarios, desde el área hacen especial énfasis en fortalecer las huertas familiares. “Nuestra prioridad es que cada familia tenga su propia huerta. Que puedan producir lo que consumen. Que no dependan de que otro venga a plantarles. Les enseñamos a hacerlo y les damos lo necesario para arrancar. Lo que no hacemos es regalar: lo que damos, lo damos con acompañamiento y compromiso”, aclara Miguel. En ese sentido, destacan que todo beneficiario queda registrado formalmente, con nombre, DNI, dirección y cantidad de plantines entregados. La transparencia, aseguran, es una forma de construir confianza con la comunidad. Condiciones mínimas y creatividad ante las limitaciones Uno de los puntos clave del programa es el espacio físico. Tanto para huertas comunitarias como familiares, se evalúa que haya condiciones básicas: luz solar, tierra apta, cierre perimetral y agua disponible. “Si hay un espacio baldío o un basural, lo limpiamos, lo nivelamos, lo saneamos. Hemos hecho eso con maquinaria municipal. Lo importante es que quede un espacio digno para producir”, subraya Zubizarreta. También han resuelto casos particulares, como personas que viven en departamentos o no tienen patio. En esos casos, se asesora sobre huertas verticales, macetas, jardinería de interior o incluso plantas medicinales. “El objetivo siempre es que la gente se sienta parte. Que tenga algo propio que cuidar. Una planta también es una herramienta para la salud mental y emocional”, reflexiona el ingeniero. La huerta como excusa para el encuentro intergeneracional Uno de los aspectos más valorados por los técnicos es el vínculo que se genera a través de las huertas. En las escuelas, por ejemplo, los chicos trasladan lo aprendido a sus casas y contagian entusiasmo. “Vienen y nos cuentan que su abuela planta, que su tío tiene un vivero. Hay historias familiares detrás de cada semilla. Y eso se traduce en más participación”, dice Parra. También se trabaja con tercera edad, no solo desde la producción alimentaria, sino con fines terapéuticos: plantas aromáticas, medicinales o simplemente decorativas. Un año difícil, pero con más siembra que nunca Consultados por el desarrollo del programa en este 2025 marcado por la falta de recursos, ambos funcionarios reconocen las dificultades, pero resaltan el esfuerzo de gestión, la planificación anticipada y la voluntad del equipo. “Arrancamos el año con la compra de plantines ya organizada. Eso nos permitió trabajar con previsión. Con muy poco recurso, pero con mucha voluntad y responsabilidad, salimos a dar respuesta. Eso lo ve la gente y lo valora”, destaca Zubizarreta. Y agrega: “Tenemos un vehículo dos veces por semana para salir al territorio. Documentamos todo: qué entregamos, a quién, cuántas plantas. No improvisamos. No se regala nada. Lo que se entrega es con seguimiento, para que haya continuidad y compromiso”. Una política pública que florece desde abajo El trabajo articulado con otros organismos, la gestión de recursos escasos y la construcción de confianza con los vecinos definen el estilo de este equipo. “No nos cerramos a nada. Si alguien necesita algo que no es estrictamente nuestra área, tratamos de gestionarlo o derivarlo. Porque si un vecino se acerca con una necesidad, hay que responder”, cierra Miguel Parra. En tiempos de incertidumbre, estas huertas se transforman en una metáfora poderosa: desde lo más chiquito —una semilla, una botella cortada como mini invernadero, un taller en una escuela— se puede construir una ciudad más autosuficiente, más verde, más consciente. Y, sobre todo, más unida. Fuente: Despertar Entrerriano

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por