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  • Qué tienen en común Alexander McQueen, Yves Saint Laurent, Jean Paul Gaultier y la expedición submarina de los científicos del Conicet

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 04/08/2025 04:38

    El análisis visual de la fauna y flora submarina llevado a X permitió trazar comparaciones entre diseños actuales de moda y la naturaleza marina Escribo esto mientras más de 80 mil personas miran fijamente al abismo del fondo del mar a través de una pantalla. Desde el Cañón de Mar del Plata, un grupo de investigadores del CONICET, en alianza con Schmidt Ocean Institute, transmite en vivo imágenes de una expedición del lecho marino argentino. La misión, que inició el 23 de julio y finalizará el 10 de agosto, explora hábitats marinos vulnerables para detectar el impacto humano sobre la biodiversidad, la contaminación y la “dinámica de sedimentos”, entre otros factores. La difusión de los hallazgos desencadenó, en mi cabeza, una oleada de las referencias visuales de moda con las que convivo y así comencé a publicar en X una serie de comparativas entre diseño y flora y fauna submarina que acumularon miles de visualizaciones y likes. Ahora bien, aunque este texto tiene la finalidad principal de celebrar lo bello y lo extraño, quiero deslizar dos reflexiones. Yves Saint Laurent entre los ejemplos Primero, la curiosidad que provocó este ejercicio de contrastes entre tecnología —la indumentaria— y naturaleza es un punto de partida tangible, contemporáneo, incluso pop para empezar a pensar en el diseño en general y el diseño de moda en particular como herramientas para la educación. Algunos autores, como Daniel Balmaceda con su Qué tenían puesto: la moda en la historia argentina (2018), e instituciones, como la Colección Histórica del Traje Argentino y la Fundación IDA ya lo han puesto en vidriera. Tanto desde lo formal como desde lo simbólico la indumentaria es un ámbito en el que se plantean relaciones de poder, fenómenos históricos y culturales y avances en procesos productivos. Por otra parte, y tal vez esto sea aún más indulgente, la particularidad de estas comparativas pone de manifiesto, sin caer en debates estético-filosóficos de profundidad, la potencia medular de la belleza de lo orgánico y lo artesanal frente a un universo visual amenazado por la igualación, la industrialización y la inteligencia artificial. El ejercicio de comparación entre tecnología y naturaleza, especialmente vinculado a la indumentaria y el diseño de moda, se transformó en una herramienta novedosa para la educación y la reflexión social sobre procesos culturales e históricos Llegados a este punto, una breve explicación sobre la metodología de comparación. Esta tuvo dos ejes formales —paleta y morfología, es decir color y forma— y otro informal —sensibilidad, es decir energía, el impacto emocional de las imágenes—. La búsqueda se dirigió, en un principio, a aquellos diseñadores que toman algo prestado de la naturaleza de manera explícita y por ellos quiero comenzar. El trabajo de la diseñadora de Países Bajos Iris van Herpen es, además de una exhibición de excelencia en todos los ámbitos de producción de alta costura —que es el equivalente a la Serie A de la moda—, un diálogo entre lo natural, las nuevas tecnologías, el cuerpo y, sobre todo, una búsqueda de futuros. Iris van Herpen, reconocida diseñadora, incluida en el análisis En Sympoiesis, su última colección de Haute Couture presentada en París en julio de 2025, colaboró con la biodiseñadora Chris Bellamy para crear una prenda habitada por 125 millones de algas bioluminiscentes, las Pyrocystis Lunula, que emiten luz a partir del movimiento. El término, que retoma de la filósofa Donna Haraway, proviene del griego y refiere al “hacer con” de los sistemas colaborativos: una versión más elegante, clásica del nadie se salva solo. Dice en su sitio web: “Esta colección es una colaboración con la naturaleza misma. En este tiempo de emergencia ecológica y pérdida de biodiversidad, el biodesign nos invita a repensar cómo ‘usamos’ los materiales y a visualizar un futuro en el que todo diseño humano no solo se inspire en la naturaleza, sino que se integre con ella”. La moda, como disciplina, se ha consolidado como escenario en el que confluyen relaciones de poder, desarrollos históricos y avances tecnológicos, reflejando transformaciones tanto en el ámbito formal como en lo simbólico Todas las colecciones de Van Herpen —incluidas las que tomé para las comparativas: Sympoiesis de 2025, Meta Morphism de 2022, Earthrise de 2021, Sensory Seas de 2020, Hpynosis de 2019, Hybrid Holism de 2012 y Capriole de 2011— cruzan referencias y referentes de la ciencia, la moda, las artes y la naturaleza para contar historias que forman parte de un debate más amplio en relación a la interdependencia de lo humano, el ambiente y la tecnología. La moda de vanguardia dialoga con la ciencia y la naturaleza a través de colecciones como Sympoiesis, Meta Morphism y Earthrise, que convierten la pasarela en un espacio de reflexión sobre la interdependencia humana, ambiental y tecnológica Otro diseñador interesado por la naturaleza fue Alexander McQueen. En el libro editado por el museo Victoria & Albert de Londres en ocasión de Savage Beauty, una muestra retrospectiva de su obra de 2015, escribe Jonathan Faiers: “La vida marina fue quizás el mayor reservorio de inspiración de McQueen: su uso del coral, pieles de peces, escamas y conchas impregnaba su trabajo con un sentido de inmersión, de lo desconocido e insondable, de lo primordial y evolutivo”. Para Faiers, la fascinación de McQueen con el mundo natural, con su belleza y su crueldad, puede interpretarse a partir de la idea del devenir de Deleuze y Guattari. En el trabajo de McQueen, “devenir-animal, devenir-múltiple, devenir-molecular” es un modo de pensar una existencia desprovista de identidades fijas. Alexander McQueen encontró en la vida marina un reservorio de inspiración fundamental Plato’s Atlantis (primavera-verano 2010), su última colección y aquella que utilicé para una de las comparativas, toma como punto de partida la leyenda de la Atlántida y las ilustraciones marinas de Ernst Haeckel, un naturalista y filósofo alemán del siglo XIX, para elaborar una ficción sobre la evolución e hibridación anatómica de los humanos de este territorio sumergido. Con la aceleración del aumento de los niveles del mar —dice la NASA que, para el 2100, aumentaría entre 30 y 122 centímetros—, Plato’s Atlantis de McQueen tal vez haya sido un ejercicio de arqueología del futuro. Otro de los ejemplos incluye a Thierry Mugler Por último, y dejando afuera a Thierry Mugler y su colección Haute Couture otoño-invierno 1999 inspirada en las medusas o al bullet-bra de Jean Paul Gaultier que subvirtió las claves de la feminidad de los ‘50 y que es, hoy en día, un sinónimo de la Madonna de los ‘90, Hussein Chalayan. El diseñador chipriota-británico conocido por trazar nexos entre la moda y el diseño de mobiliario y por una pasarela de burkas que se acortaban hasta la desnudez; presentó, en 2007, “One Hundred and Eleven”, una colección primavera-verano de vestidos robóticos. Un paralelismo con un look de John Galliano Si bien no muestra un nexo manifiesto con la naturaleza, desde las formas y desde el juego con la transformación —los conjuntos se modificaban en tiempo real para manifestar el paso del tiempo— la más ambiciosa de las colecciones de Chalayan es una simulación de lo orgánico, el cuerpo y el cambio. Hussein Chalayan fue pionero en la simulación visual de lo orgánico El devenir-máquina, tomando otra vez el concepto de Deleuze y Guattari, es una de las fronteras del presente del futuro: basta con googlear rápidamente las historias de humanos implantados con los chips cerebrales de Neuralink de Elon Musk para comprobarlo. El diseño, sin embargo, le ganó de mano.

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