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» Diario Cordoba
Fecha: 03/08/2025 09:56
Son así. Da igual la mercancía, ciclos formativos de FP, suelo municipal o atención quirúrgica. Da igual. Lo que importa es la rentabilidad, que la cosa fluya, la generación de riqueza, alma cándida, el «nicho de mercado» que dicen ahora los entendidos. Son así. Amigos de sus amigos, especialistas en «externalización» (recurso eufemístico por aquello de que privatizar está muy feo), fervorosos defensores de la colaboración público-privada. Vayamos a los hechos. Los rectores de las universidades públicas de Andalucía sin excepción (todos recalcitrantes izquierdistas suponemos, todos en la órbita podemita casi seguro) alertan de que tres universidades privadas tres van a repartirse la nada despreciable cifra de 34 nuevos títulos. Mientras tanto, sigamos con los hechos, unos 800 estudiantes se preinscriben en el Grado de Ingeniería Biomédica ofertado conjuntamente por las universidades de Granada y Jaén, pero la Agencia para la Calidad Científica y Universitaria de Andalucía (ACCUA) deniega la acreditación y la concede a la Universidad Loyola (ponle 15000 euros para el primer año, viva la igualdad) aplicando según expertos eso que desde antiguo se viene conociendo como doble rasero. Eso sí, en el parlamento autonómico caras peperas de circunstancias: esto no es cosa nuestra, son evaluadores independientes, a ver si podemos reconducir el caso... No cuela. No cuela porque lo sucedido encaja con la creciente privatización de la oferta de formación profesional que venimos observando desde hace unos años. ¿Cómo funciona? Simple. Mucha demanda de ciclos de grado medio y grado superior, insuficiencia deliberada de la oferta de plazas en centros públicos, resultado: gente fuera de las listas de adjudicación y sálvese quien pueda... quien pueda pagar. No cuela. No cuela porque lo sucedido encaja con lo que se percibe en el ámbito sanitario, la clásica estrategia de deteriorar el sistema para facilitar la llegada de usuarios (o clientes) a un sistema alternativo más eficiente y moderno, un sistema en el que no hará falta esperar días y días para una puñetera cita con el pediatra o una operación de cadera. No cuela. No cuela porque son ellos y ellos son así y llevan haciendo lo mismo desde siempre. La pena es que, salvo honrosas excepciones, no tienen en frente a nadie que defienda los servicios públicos en condiciones, sin estridencias ni postureo de consejo de estudiantes. La pena es que dentro del único partido con posibilidades de plantar cara no quedan más que sumisos palmeros de un mentiroso sin escrúpulo alguno para torcer la ley y hacer la trampa. La pena es que, como dijo el otro día Feijoo, cráneo privilegiado, solo hay dos opciones: Sánchez o él. Y no hay más.
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