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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 03/08/2025 03:18
Claudio Vidal (Santa Cruz), Ignacio Torres (Chubut), Martín Llaryora (Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe) y Carlos Sadir (Jujuy) Cuando todavía no se terminaron de pulverizar del todo los pedazos del viejo sistema de partidos políticos en la Argentina, empiezan a delinearse los primeros esbozos de construcción de la nueva era. En estas condiciones, no hay demasiada expectativa de sobrevida para el PRO y la UCR tal como rigen hoy, y se verá cómo se reordena el peronismo, que supo ser el movimiento de los sectores populares y ahora deambula como un fantasma sin identidad ni liderazgo. La Libertad Avanza es la herramienta que eligió Javier Milei, producto de la disociación de la sociedad con la dirigencia tradicional, para pregonar un futuro distinto desde la derecha del espectro. Ocupó un extremo para rivalizar con otro (el kirchnerismo y la izquierda) y así, a tono con el espíritu de la época, fagocitar al resto. El aceleracionismo tecnológico vehiculizó con efectividad este formato del discurso y la comunicación política, pero no está claro cuánto modificará en el mundo las formas de organización actuales, por ejemplo, las democracias liberales. El mecanismo de reiteración que ofrecen estas plataformas son ideales para instalar figuras o temas, aunque presentan un riesgo que es el agotamiento rápido. Hasta ahora, de todas maneras, la gente mira su metro cuadrado de realidad cotidiana para ver cómo le está yendo en la vida y cómo votar. Bolsillo mata Smartphone, al menos acá. El matiz y la moderación gozan hoy de mala prensa. No están de moda. Hay ex presidentes, referentes de todo tipo y pelaje, ministros, candidatos, que se creen Milei y adoptan su estilo. En tuits, en entrevistas, usan sus palabras, sus modos. La impostura es total porque hay uno solo original. El mercado está lleno de malas copias del mismo producto. Muy a contramano, el ensayista Diego S. Garrocho escribió Moderaditos. Una defensa de la valentía política. Allí recorre cómo fue valuada la mesura a lo largo de la historia hasta llegar a la actualidad, cuyo síntoma es el deterioro de la conversación pública. Según el profesor de Ética y Filosofía Política de la Universidad Autónoma de Madrid, la moderación no tiene tanto que ver con el objeto de una ideología sino con la fórmula empleada para su defensa y cómo es la relación con quienes defienden ideas contrarias. Sostiene: “Los radicalitos aciertan cuando critican que los ingenuos apologetas del consenso olviden que la política es oposición y a menudo conflicto (idealmente racional y argumentado), pero la polarización reduce esa sana oposición a una única forma de disenso: o conmigo o contra mí”. Quizá la prédica del filósofo español caiga en saco roto, y la profundización de la lógica amigo-enemigo llegó para quedarse. Hay un denominador común notable que destaca en su libro: la acusación de “tibieza” siempre proviene desde la misma familia ideológica. Por ejemplo, Vox acuñó el término “derechita cobarde” para referirse a los referentes del Partido Popular. En Argentina, Milei suele ser más implacable con los “liberales de café”, “los amarillos fracasados” y “Juntos por el Cargo” que con los K. Javier Milei y Luis Caputo El resultado de las elecciones de septiembre, en la provincia de Buenos Aires, y de octubre, las legislativas nacionales, pone en marcha el reloj hacia 2027. El Presidente ya dijo que va por la reelección y, antes, espera una performance arrolladora en los comicios de medio término. En general, los sondeos son auspiciosos para el 26/10 y más difusos en territorio bonaerense. La apatía electoral, una característica de este año, podría cambiar la ecuación. ¿Cómo incentivar al electorado a ir a las urnas dos veces en 50 días? ¿Cuántos saben quiénes son y para qué sirven los legisladores seccionales? “Podría asistir entre el 50 y el 55% en la provincia”, vaticina un especialista con miles de millas electorales a cuestas. La movilización estará dada, especialmente, por los intendentes y, en esa cuenta, saca ventaja el peronismo en el conurbano y en La Plata; los vecinalistas en la segunda y la cuarta; y los libertarios en la primera y la quinta. Cada uno querrá adjudicarse una porción de la victoria. En ese escenario, un grupo de gobernadores lanzó esta semana un frente político y electoral, con una estrategia más a largo plazo. Son Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Martín Llaryora (Córdoba), Ignacio Torres (Chubut) y Carlos Sadir (Jujuy), Claudio Vidal (Santa Cruz). Hay dos de origen radical, uno peronista, uno sindical y otro del PRO, una muestra acabada del estallido de los partidos. No están ni con Milei ni con Cristina Kirchner. Pero, si uno analiza el texto con el que anunciaron su presentación, toman como bandera el equilibrio fiscal, un logro libertario, al que consideran un “esfuerzo de todos los argentinos”. No aparecen las palabras justicia social, inclusión, ni diálogo ni consenso. Intentan hablar otro idioma, que no suene a pasado porque, de hecho, son otra camada. La intención, según dicen, es pensar en el post mileismo. No porque le hayan puesto una fecha de vencimiento temprana (“no hay que precipitarse”, dice uno de los artífices), sino porque intentan disputar un espacio. El mensaje es claro: su agenda es la del interior productivo (tienen campo, gas, petróleo, litio), y buscan contraponer lo que consideran el predominio de los rubros de finanzas y servicios en el ideario del gobierno nacional. Están terminando de definir un nombre. No será “Grito federal”, como se tituló el comunicado, porque estiman que la gente está cansándose de los gritos, las peleas, la agresividad. En términos operativos, llevarán listas en sus provincias y también se bajara la posibilidad de tener representación otros distritos, incluidos en la Capital y la provincia de Buenos Aires. Ignacio Torres No hay 2027 sin 2025, es lo que repiten dentro del flamante espacio. Se sumarían otros gobernadores, como Gustavo Valdés (Corrientes), y la boleta de diputados nacionales por Córdoba será encabezada por Juan Schiaretti, ex mandatario de esa provincia y de proyección nacional. De cumplir con el objetivo de tener un candidato a presidente (algo que públicamente ya dijo Torres), lo más posible es que salga de las nuevas generaciones. Un sector de Gobierno estaba al tanto del entramado que se tejía pero sorprendió la velocidad de la concreción. Ese grupo –que armará bloques propios desde diciembre- es un interlocutor más razonable en la discusión de las reformas que se vienen, y podría ser, aunque no está claro, funcional electoralmente. Hay un fenómeno que ven algunos encuestadores y es la caída del apoyo a Milei en votantes de Juntos por el Cambio. Ese desencanto no aparece capitalizado por nadie pero es un dato al que le prestan atención. Un artículo publicado a fines de julio en The Economist se pregunta, en el título: “¿Podrán los peronistas, antiguos amos de la Argentina, detener a Milei?”. En su argumentación, plantea que la desorganización y la ausencia de una propuesta concreta confluyen en que la única apuesta del kirchnerismo es esperar que el gobierno fracase. El Presidente lidia con la tensión cambiara en la antesala de la campaña. La presión sobre el dólar en procesos electorales es un clásico nacional, y, en este caso, la hipersensibilidad de los libertarios está dada porque no se arruine la tendencia de la inflación a la baja. Mientras, el oficialismo enfrenta dos desafíos internos: sostener los tres vetos a las leyes impulsadas por la oposición (aumentos jubilatorios, moratoria previsional y subas en discapacidad) y cerrar las listas de diputados y senadores nacionales. Karina Milei junto a Martín y Lule Menem Ambos temas se entremezclan y es probable que la definición de candidatos esté ligado a pactos provinciales para conseguir votos para los vetos. Todo indica que Karina Milei concentrará el mando de los acuerdos y los nombres, con Lule Menem como su ejecutor. Un anticipo del manejo cerrado de lo partidario es que será Santiago Viola –apoderado de LLA orden nacional, de confianza de la Secretaria General- el único con capacidad de firma de las listas en cada una de las provincias. Hasta ahora, el Gobierno cuenta entre sus aliados electorales a Mendoza, Chaco y Entre Ríos. Está en negociación con el Pro por la estrategia en CABA, y no mucho más. Se vio esta semana en reuniones políticas en la Casa Rosada a Rolando Figueroa (Neuquen) y Alberto Weretilneck (Río Negro), y hay diálogo con otros mandatarios (San Juan y Salta). En ciertos distritos, conviene ir separados. El consultor Santiago Caputo, como era esperable, se puso al frente de la táctica de campaña y participa, con sugerencias, de la mesa política. El panorama bonaerense es complicado porque pesarán los intendentes, serán ocho partidos distintos en simultáneo (uno por cada sección), la configuración de la oferta será determinante. El asesor deberá hacer magia más allá del “kirchnerismo o libertad”. Aunque se puso un límite al avance de su influencia, si se observa bien, no le han sacado nada. Caputo conserva la gestión. Caputo conserva la campaña. Caputo quiso tener algo nuevo (la lapicera) y perdió. En adelante, debería estar más atento a Las 48 leyes del poder, de Robert Greene. Sobre todo, a la Ley N° 3: “Disimule sus intenciones”.
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