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» Diario Cordoba
Fecha: 02/08/2025 23:48
A veces, la historia de un lugar gira en torno a un enlace matrimonial. Eso ocurrió en el siglo XVI en una villa señorial de la comarca de Los Pedroches. Hasta entonces era conocida por su nombre primitivo, un topónimo compuesto por dos palabras que hacía alusión a una planta que crecía ne abundancia en sus fértiles tierras y a la comarca en que se enmarca. Fue en 1533 cuando aquel nombre por el que se conocia a esta localidad medieval, y que con tanta naturalidad la denominaba según su contexto geográfico y natural, desapareció del mapa. La boda El motivo fue algo inusual: una boda. Ese año, Francisco de Zúñiga y Sotomayor -conde de Belalcázar y señor de estas tierras- contrajo matrimonio con Teresa de Zúñiga, poderosa duquesa de Béjar. Era una alianza nobiliaria importante en aquel siglo. Pero, ¿cómo puede un enlace matrimonial cambiar el nombre de un pueblo? Sencillamente porque el título ducal se trasladó a esta villa, que pasó a llamarse como la conocemos hoy en día. Vista de la fachada del ayuntamiento de la localidad. / Córdoba No fue un mero cambio simbólico: supuso una consolidación del poder nobiliario y un nuevo capítulo en la jerarquía del norte cordobés. Carlos I, consciente del peso político del enlace, otorgó un privilegio real: elevó el rango del señorío y lo convirtió en ducado. El ducado englobaba no solo esta villa, sino también otras como Belalcázar, El Viso o Santa Eufemia. Un nuevo nombre La villa cambió de jerarquía, de estatus... y de nombre. El nuevo topónimo venía a representar ese linaje. Esta localidad dejó de conocerse como Finojosa del Pedroche, un nombre que derivaba de fenuciasa (una palabra latina que alude a la abundancia de hinojo) y de la comarca donde se ubica y empezó a llamarse Hinojosa del Duque. Y todo por una boda.
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