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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 02/08/2025 22:40
Representación artística del exoplaneta K2-18 b, según los datos científicos. (Crédito: NASA, CSA, ESA, J. Olmstead STScI), N. Madhusudhan (Cambridge University) La supertierra K2-18 b, una de las mayores candidatas para albergar vida más allá del Sistema Solar, volvió a captar la atención del mundo científico tras nuevos hallazgos realizados con el telescopio espacial James Webb (JWST). Este planeta, ubicado a 120 años luz de la Tierra y con una masa aproximadamente 9 veces mayor que la de nuestro planeta, presentó señales que lo posicionan como un prometedor mundo “Hycean”, es decir, un cuerpo celeste cubierto de océanos y envuelto por una atmósfera rica en hidrógeno. “Esto sin duda ha aumentado las posibilidades de habitabilidad en K2-18 b“, declaró Nikku Madhusudhan, científico de la Universidad de Cambridge responsable del descubrimiento original de K2-18b en 2017 y del nuevo estudio científico que brinda más indicios de ser un mundo oceánico. “Este es un avance muy importante que aumenta aún más la probabilidad de un entorno Hycean en K2-18 b. Confirma que K2-18 b es nuestra mejor oportunidad para estudiar un posible entorno habitable más allá del Sistema Solar en la actualidad”, agregó. El equipo científico analizó el planeta durante cuatro tránsitos para obtener un espectro preciso de su atmósfera y revelar su posible composición (N. Madhusudhan/University of Cambridge via The New York Times) -- Si bien fue descubierto en 2017, el entusiasmo creció en abril último cuando un grupo de investigadores liderado por Nikku Madhusudhan, astrónomo de la Universidad de Cambridge, presentó lo que definieron como el indicio más firme hasta el momento de vida extraterrestre. “Es un momento revolucionario. Es la primera vez que la humanidad observa posibles biofirmas en un planeta habitable”, expresó Madhusudhan. La afirmación se basó en la identificación preliminar de moléculas en la atmósfera del planeta, específicamente el sulfuro de dimetilo (DMS), una sustancia que en la Tierra solo proviene de organismos vivos como las algas marinas. Aunque el hallazgo provocó una inmediata reacción de entusiasmo, también generó escepticismo. Algunos científicos señalaron que aún falta rigurosidad en la evidencia para hablar de detecciones concluyentes. Como explicó Christopher Glein, científico planetario del Instituto de Investigación del Suroeste en Texas, “a menos que veamos a E.T. saludándonos, no va a ser algo irrefutable”. Esta cautela es comprensible. La búsqueda de vida más allá de la Tierra ha recorrido múltiples caminos: desde nubes de fosfina en Venus hasta penachos de metano en Marte, y aún no se ha obtenido ninguna prueba definitiva. Lo que distingue a K2-18 b de otros candidatos es su tamaño y composición. Este planeta tipo subneptuniano fue objeto de teorías que lo describían como cubierto por océanos cálidos, con atmósferas de hidrógeno y metano. Madhusudhan y su equipo propusieron incluso una nueva categoría planetaria: los planetas Hycean, término que combina las palabras “hidrógeno” y “océano”, para referirse a estos mundos exóticos. Con el lanzamiento del telescopio espacial James Webb en diciembre de 2021, el panorama cambió radicalmente. Este instrumento, con una inversión de 10.000 millones de dólares, permitió estudiar con precisión sin precedentes la atmósfera de K2-18 b. A lo largo de cuatro tránsitos del planeta frente a su estrella anfitriona, una enana roja, los investigadores analizaron cómo la luz estelar era filtrada por la atmósfera del planeta, lo que reveló una huella química reveladora. El telescopio James Webb permitió detectar metano y dióxido de carbono en K2-18 b, señales que apuntan a un planeta con un interior rico en agua (Reuters) “Con cuatro observaciones de tránsito adicionales realizadas con el JWST, hemos medido el espectro de la atmósfera de K2-18 b con una precisión sin precedentes”, detalló Renyu Hu, científico del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y líder del nuevo estudio. “El espectro nos permitió detectar de forma concluyente tanto metano como dióxido de carbono en la atmósfera del planeta y limitar sus concentraciones. Esta información apunta a un planeta con un interior rico en agua”, agregó. La posible riqueza hídrica es uno de los elementos más esperanzadores del descubrimiento. Según Hu, ahora se confirma que K2-18 b es un planeta con grandes cantidades de agua, lo que refuerza la hipótesis de que podría tratarse de un mundo oceánico. Irónicamente, una de las pistas que más respalda esta idea es la aparente falta de vapor de agua en su atmósfera. “El espectro que obtuvimos no muestra señales de vapor de agua. Si la atmósfera realmente carece de agua, esto sugiere que se ha agotado, probablemente por condensación. En la Tierra, este proceso se conoce como ‘trampa fría’ y los geocientíficos lo consideran esencial para retener el agua durante miles de millones de años, impidiendo que escape al espacio”, explicó Hu. Según sus palabras, observar un fenómeno similar en un planeta fuera del sistema solar podría abrir una ventana inédita en la exploración astrobiológica. El enigma de las biofirmas: una búsqueda aún en curso Uno de los aspectos más delicados del estudio es la detección de posibles biofirmas, es decir, compuestos químicos que podrían indicar la presencia de vida. En este caso, el foco estuvo puesto sobre el sulfuro de dimetilo (DMS) y su pariente químico, el disulfuro de dimetilo. En la Tierra, la única fuente conocida de estas moléculas es la vida. En particular, el DMS es producido por algas marinas y es responsable del característico olor a mar. Antes del lanzamiento del JWST, muchos astrobiólogos ya debatían la posibilidad de usar este compuesto como indicador de vida en otros planetas. El telescopio James Webb permitió detectar metano y dióxido de carbono en K2-18 b, señales que apuntan a un planeta con un interior rico en agua (NASA) Durante el análisis espectroscópico de la atmósfera de K2-18 b, el equipo dirigido por Hu examinó cuidadosamente señales de estas moléculas mediante distintos modelos. Si bien no se logró una detección concluyente, los científicos reconocen que la señal fue más fuerte que en observaciones previas. “La evidencia de sulfuro de dimetilo en el presente trabajo es significativamente mayor que la obtenida con nuestras observaciones previas en el mismo rango de longitud de onda del infrarrojo cercano”, afirmó Madhusudhan. No obstante, aclaró que “esta evidencia aún no es lo suficientemente sólida como para afirmar una detección concluyente”. Además, los investigadores deben considerar la posibilidad de que otras sustancias similares estén presentes y produzcan señales casi idénticas. Una de ellas es el metilmercaptano, otra molécula que también actúa como biofirma en la Tierra. “También necesitamos poder distinguir el sulfuro de dimetilo de otros posibles contribuyentes, como el metilmercaptano”, añadió Madhusudhan. Esta precisión es clave para no caer en errores de interpretación, especialmente cuando se trata de afirmaciones tan extraordinarias como la posible existencia de vida. A pesar de las limitaciones actuales, el avance representa un paso enorme para la comunidad científica. “Esto sin duda ha aumentado las posibilidades de habitabilidad en K2-18 b”, declaró Madhusudhan. El equipo no solo logró precisar la presencia de metano y dióxido de carbono, sino que tampoco encontró señales de gases como amoníaco, monóxido de carbono o dióxido de azufre, lo cual refuerza el modelo de un planeta templado con condiciones propicias para el agua líquida. Según Hu, el siguiente paso será detectar una gama más amplia de compuestos atmosféricos que permitan confirmar si existe un océano global y qué procesos dominan su atmósfera. La aparente ausencia de vapor de agua en la atmósfera indicaría la presencia de un océano líquido y un mecanismo de retención hídrica conocido (NASA) “Nuestras observaciones y análisis se suman a la creciente lista de emocionantes descubrimientos que resaltan la ciencia verdaderamente transformadora que permite el JWST”, expresó Hu. “Si bien su Espectrógrafo de Infrarrojo Cercano [NIRSpec] nos pareció especialmente adecuado para abordar los objetivos de nuestro estudio, otros instrumentos o modos de observación del JWST podrían proporcionar información complementaria y muy valiosa para profundizar nuestra comprensión de este planeta”, completó. Más allá de los avances técnicos, la investigación abre una nueva etapa en la astrobiología. No se trata solo de estudiar atmósferas lejanas, sino de definir una hoja de ruta teórica y experimental que permita distinguir entre procesos biológicos y no biológicos. “Una pregunta clave es si la atmósfera contiene una o más biofirmas. A la vez, se requieren amplios esfuerzos teóricos y experimentales para identificar con solidez las vías biológicas y no biológicas de las moléculas candidatas a biofirmas”, señaló Madhusudhan. Si bien la posibilidad de vida en K2-18 b aún no está confirmada, el planeta se convirtió en el mejor laboratorio natural fuera del sistema solar para responder una de las preguntas más fundamentales de la humanidad: ¿estamos solos? Por ahora, la respuesta sigue en construcción. Pero con cada nueva observación, la ciencia se acerca un poco más.
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