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  • 1° de agosto: Favaloro y la caña con ruda

    » Noticiasdel6

    Fecha: 01/08/2025 22:05

    Una medicina invisible, una tradición implacable, que hoy arde en el alma del pueblo, como siempre. (Por Iván Osvaldo Ortega) En su libro, Recuerdos de un médico rural, René Favaloro evoca con admiración, una escena simple y reveladora que presenció durante sus primeros años como médico en el norte argentino. «Recuerdo que el 1º de agosto, en muchos hogares, se tomaba caña con ruda para evitar enfermedades durante el invierno», escribió. No se rió. No desestimó la práctica, por no figurar en los manuales de medicina. Al contrario: la anotó con respeto, como quien comprende que en el saber popular también hay ciencia, intuición y siglos de experiencia. Fue 1944. Y aunque entonces, no lo supiera, Favaloro estaba registrando uno de los rituales más profundos del litoral argentino. Una pequeña ceremonia doméstica, para espantar la muerte. Agosto: el mes que hay que pasar En la cultura popular del litoral y del norte argentino, agosto no se vive: se sobrevive. Es el mes donde la tierra cobra, donde los fríos se alargan y las defensas flaquean. El aire se vuelve seco, el ánimo pesado. Y los viejos —con ese saber que no necesita diploma— dicen: “Si pasás agosto, vivís un año más”. La cienci puede explicarlo en términos de circulación viral, enfermedades respiratorias y debilidad inmunológica. Pero en el monte, el cuerpo lo siente antes que lo diga el laboratorio. Y para eso, hay ritual. Una alquimia de fuego y monte La receta es simple: ruda macho, amarga y protectora, macerada en caña fuerte durante varios días. Y el 1º de agosto, al despertar, tres sorbos en ayunas. Sin brindar. Sin hablar. Como quien se purifica por dentro. La ruda, planta ancestral en la medicina guaraní, protege. Es planta de frontera: aleja el mal, cura el susto, armoniza el cuerpo. El alcohol, por su parte, purga, calienta, desinfecta. La caña, fuego líquido, mata el bicho —como se dice al respecto —. Pero también, ayuda a que la ruda extraiga lo esencial. Es una mezcla sabia. Natural. De resultado invisible, pero sentido. Una porción para la buena salud, como decían las abuelas. Favaloro: el médico que no se rió Lo notable es que René Favaloro, con toda su formación científica, no se burló. No ridiculizó el gesto. No escribió contra él. Lo anotó como se anota un síntoma, con humildad y sin prejuicio. Y quizás ahí, radique su verdadera grandeza: haber entendido que la medicina, no empieza ni termina en el quirófano. Que también cura lo que se dice en voz baja, lo que se hace por costumbre, lo que no se explica pero se transmite con fé e identidad. Porque mientras exista alguien, que anote lo invisible, que respete lo inexplicable; y que no se ría de los sorbos, que en el dia de la fecha, «espantan la enfermedad y la muerte» aquí, se seguirá bebiendo caña en ayunas, cómo máxima expresión de toda fé popular. In memorian.

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