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  • Vamos partido a partido

    » Diario Cordoba

    Fecha: 29/07/2025 10:36

    Si cada decisión cotidiana desde con quién cenamos hasta cuando decimos te quiero mucho estuviera condicionada por encuestas internas, pactos de conveniencia y cálculos de rentabilidad emocional, acabaríamos agotados y probablemente solos. Si utilizáramos el tacticismo de la política española en nuestras vidas no elegiríamos pareja por amor, sino por su capacidad de sumar apoyos en nuestro entorno. Siempre ha existido el matrimonio por interés, pero ahora el impacto no solo económico sino reputacional sería mayor. Consultarías a tus amigos, medirías su impacto en redes y evaluarías si su perfil mejora tu imagen pública. Si no encaja con tu marca personal mejor mantenerlo en la sombra o pasar a llamarle ese señor del que me habla. Las discusiones de pareja serían cruces de declaraciones o de tuits. Todo se negociaría con portavoces, comunicados ambiguos, silencios estratégicos, y ganar la última palabra, eso siempre en cualquier ámbito. Si hay una crisis, no se resuelve, se gestiona. Se filtra a terceros, se mide la reacción y, si conviene, se cambia de tema. Porque lo importante no es resolver el conflicto, sino no perder apoyos o hacer que los pierda el contrario. La familia sería una coalición inestable. Cada comida de domingo sería una cumbre bilateral. Si tu madre te pide que vayas más a verla, tú le recordarías que según tu terapeuta tienes una crisis existencial debida a una infancia represora. La amistad se convertiría en una cuestión de oportunidad. No mantendrías relaciones por afinidad o afecto, sino por lo que cada persona puede aportarte en contactos, visibilidad o influencia. Si alguien deja de ser útil, se le aparta con un frío agradecimiento por su compañía durante estos años, pero nuestra vida se separa porque estoy centrado en mi autoconocimiento y crecimiento personal. En esta vida táctica, los valores son flexibles. Hoy defiendes la sostenibilidad, mañana la reapertura de las nucleares cerradas, el pacto fiscal un día, la peculiaridad de tu territorio, otro. La política, como la vida, necesita estrategia, pero también de verdad, compromiso y vínculos reales también. Si todo se convierte en cálculo, perdemos el sentido de lo que hacemos. Habrá que ir partido a partido en todos los sitios donde no haya mayorías absolutas, pero el pragmatismo es una obligación en política y el tacticismo generalizado, en todos y para todos, un error que lleva al bloqueo. Por eso se gratifica electoralmente al que dice lo que se piensa, hace lo que se siente y está donde se quiere estar. A veces con excesivo descaro, pero sobre todo sin miedo. *Politóloga

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