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  • La leyenda de Papillon, el preso que llevaba una mariposa tatuada en el pecho y las dudas sobre sus relatos carcelarios

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 29/07/2025 04:58

    Henri Charrière murió meses antes de que se estrenara la película Papillon, basada en su libro “La bofetada fue tan fuerte que necesité trece años para sobreponerme. No fue un sopapo corriente, y para dármelo se esmeraron al máximo”. Con esta frase, Henri Charrière abría su célebre libro Papillon, una obra que, más de medio siglo después de que se publicara en 1969, sigue alimentando el debate sobre la frontera entre la realidad y la ficción. El relato de Charrière, que narra sus supuestas fugas de las cárceles francesas de ultramar, se convirtió en un fenómeno literario y cinematográfico, pero también en un enigma que desafía a historiadores y lectores. Hoy, cuando se cumplen 52 años de la muerte del preso que se convirtió en escritor, la pregunta persiste: ¿Quién fue realmente Papillon? La historia de Papillon (Mariposa en francés) se mantuvo incuestionada durante casi cuarenta años. Desde la aparición del libro en 1969, el mundo aceptó sin reservas que Charrière había protagonizado las espectaculares huidas que describía, escapando de prisiones como la temida Isla del Diablo. Allí, en la Guyana Francesa, estuvo confinado Charrière para cumplir su condena por asesinato. El apodo de Papillon es por el tatuaje de la mariposa que llevaba en el pecho. En la foto en las ruinas de una de las cárceles en las que cumplió su condena El éxito de la novela, presentada como autobiográfica, fue inmediato y rotundo. En 1970, el presidente francés Georges Pompidou le concedió un indulto, aunque el gesto resultó simbólico: el delito por el que Charrière -que tenía una mariposa tatuada en su pecho- había sido condenado ya había prescripto en 1967, cuando él llevaba 18 años en libertad. La repercusión de la obra se multiplicó en diciembre de 1973, cuando la historia llegó al cine con Steve McQueen y Dustin Hoffman como protagonistas. La película mostró la figura de Papillon como símbolo de resistencia y al mismo tiempo, se convirtió en una forma de denunciar las condiciones en las que vivieron los presos franceses en los territorios coloniales. Sin embargo, Charrière no pudo disfrutar de ese reconocimiento. El 29 de julio de 1973, había fallecido en Madrid, España, a los 66 años, víctima de un cáncer de garganta. Su historia trascendió su muerte, impulsada tanto por la destreza narrativa del libro como por la fascinación que despiertan las hazañas aparentemente imposibles. Durante más de tres décadas, nadie puso en duda la autenticidad de los relatos de Charrière. Todo cambió en 2005, cuando Charles Brunier, un ex convicto francés de 104 años, afirmó que él era el verdadero Papillon. Brunier exhibió una mariposa tatuada en su brazo izquierdo y aseguró que varios episodios narrados en el libro le pertenecían. Esas declaraciones forzaron una revisión de la historia y revelaron que, aunque algunos pasajes eran ciertos, no todos correspondían a Charrière. Henri Charrière, en Venezuela, tras lograr escarpar de prisión El escándalo creció cuando las autoridades penitenciarias francesas publicaron los registros de la colonia penal de la Isla del Diablo. El nombre de Charrière no figuraba entre los prisioneros. No obstante, la documentación confirmaba que había sido condenado a cadena perpetua y enviado a las colonias penales de ultramar, aunque no necesariamente a la Isla del Diablo. Así, la figura de Papillon se transformó en un misterio: ¿Cuánto de lo narrado era verdad y cuánto invención? La vida de Henri Charrière está respaldada por documentos oficiales. Nació el 16 de noviembre de 1906 en Saint-Étienne-de-Luggdarès, en el departamento de Ardèche, Francia. Hijo de dos profesores de secundaria, Joseph y Marie-Louise, perdió a su madre poco después de cumplir 11 años. A los 16, se alistó en la Armada y sirvió dos años antes de abandonar la carrera militar. Su camino lo llevó a los bajos fondos de París, donde se mezcló con delincuentes y proxenetas. En 1931, la policía lo detuvo acusado del asesinato de Roland le Petit, un “cafisho”. Charrière, que ya lucía la mariposa tatuada en el pecho y era conocido como Papillon, negó siempre su responsabilidad por esa muerte. El tribunal no le creyó y lo condenó a trabajos forzados a perpetuidad en la Guayana Francesa. Allí comenzó la leyenda. El primer destino de Charrière como recluso fue el Centro Penitenciario de Saint Laurent du Maroni. Pronto lo trasladaron a una de las Islas de la Salvación. Fingió una enfermedad para ingresar al hospital, desde donde escapó con la ayuda de un enfermero y dos compañeros, Clousiot y André Maturette. Prepararon una pequeña embarcación y navegaron por la costa de Trinidad y Tobago hasta Riohacha, en Colombia. El afiche de la película protagonizada por Steve McQueen y Dustin Hoffman. En 2017 hubo una remake Durante la travesía, recibieron ayuda de una comunidad de leprosos. El mal tiempo frustró su huida y la policía colombiana los capturó. Charrière logró escapar y, tras una larga caminata, llegó a la región de Guajira, donde convivió varios meses con pescadores de perlas. Allí conoció a una joven con la que vivió un romance breve, pues fue recapturado y encarcelado en Santa Marta y luego en Barranquilla, antes de ser extraditado a la Guayana Francesa en 1934. Por esta fuga, Charrière recibió una condena de dos años de aislamiento en la isla de Saint-Joseph, apodada “la devoradora de hombres”. Tras cumplir ese castigo, lo trasladaron a la isla de Royale, donde un nuevo intento de fuga terminó con la muerte de un informante y una condena adicional de ocho años de aislamiento. Solo cumplió 19 meses, ya que le redujeron la pena tras salvar a la hija de un jefe del penal que se ahogaba en el mar. Lejos de rendirse, Charrière ideó nuevas estrategias. Fingió demencia para que lo trasladaran a un manicomio, pero lo recapturaron antes de que pudiera escapar. Solicitó entonces el traslado a la Isla del Diablo, una prisión de la que nadie había logrado huir. Los presos podían moverse libremente por la isla, pero los acantilados hacían imposible la fuga por mar. Charrière observó durante meses el comportamiento de las olas y descubrió que la séptima de cada secuencia se alejaba de la costa con más fuerza. Construyó una balsa con cocos y se lanzó al agua. Logró llegar a tierra en Guayana y huyó en bote a Venezuela, donde fue capturado de nuevo. Esa vez, la ausencia de tratado de extradición le permitió evitar el regreso a las colonias penales francesas. El 18 de octubre de 1945, obtuvo la libertad y decidió quedarse en Venezuela, donde las autoridades francesas seguían reclamándolo. En Venezuela, Charrière se casó con una lugareña, más por conveniencia que por amor, para evitar la expulsión. Reunió fondos y fundó en Caracas el restaurante Gran Café, que se convirtió en punto de encuentro de la bohemia. Allí comenzó a escribir Papillon. Esperó hasta 1967, cuando prescribieron sus causas judiciales, para regresar a Europa. Dos años después, publicó el libro que lo catapultó a la fama y, más tarde, otro titulado Banco, sobre su vida en Venezuela. La publicación de Papillon no solo lo consagró como escritor. El libro, traducido a varios idiomas y convertido en éxito de ventas, se transformó en una denuncia contra la brutalidad del sistema penitenciario francés. Charrière recorrió el mundo presentando su obra y, en 1972, visitó Buenos Aires. En una entrevista con el crítico literario Ubaldo Nicchi, publicada en el diario Clarín, resumió su visión de la ambigüedad de Francia: “Francia, no en vano, es la cuna de los derechos del hombre. Francia puso a mi disposición todos los medios de difusión oral, escrita y visual para que yo hiciera un cara a cara con el sistema jurídico-policial francés. Eso fue extraordinario. Yo soy ahora ciudadano del mundo, pero quien me hizo ciudadano del mundo fue el mismo pueblo francés que me sentenció brutalmente y me trató como una inmundicia de la sociedad. El tratamiento bárbaro y medieval de su policía pesó sobre algunas conciencias”. El nombre Papillon grabado en una de las cárceles en las que estuvo La muerte de Charrière en 1973 no detuvo la expansión de su leyenda. Durante más de treinta años, su relato se aceptó como verdad. La irrupción de Charles Brunier y la publicación de los registros penitenciarios de la Isla del Diablo, donde no aparece el nombre de Charrière, reavivaron el debate. El periodista Gerard de Villiers investigó el caso y concluyó en su libro Papillon Épinglé (Mariposa clavada) que solo el 10% de lo narrado por Charrière era cierto. El resto correspondía a vivencias de otros presos o a la imaginación del autor. El enigma de Papillon permanece intacto. La obra de Charrière, de cuya muerte se cumplen 52 años, ya sea autobiografía o de ficción, figura entre los relatos de aventuras y al mismo tiempo de denuncia, más impactantes del siglo XX.

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