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Gualeguay » Debate Pregon
Fecha: 26/07/2025 20:32
El 54% admite perder el foco por mirar su propio dispositivo y un 46% se desconcentra por el uso que hacen otros compañeros. Estos indicadores posicionan a la Argentina como el país con mayor distracción escolar vinculada a tecnologías digitales, superando a Uruguay y Chile, y muy por encima de países con altos rendimientos como Japón (5%) y Corea del Sur (9%). Andrea Goldin, investigadora del CONICET y del Laboratorio de Neurociencia de la Universidad Di Tella, participó en la elaboración de este informe junto al Observatorio Argentinos por la Educación. Para ella, el dato más preocupante es claro: “Todos los chicos que llevan el celular al aula se distraen con él”, remarcó. Frente a este escenario, se abren dos caminos posibles: la prohibición total de dispositivos en clase o su integración pedagógica. La primera opción ya fue adoptada por algunos países, aunque en lugares como Australia debieron flexibilizarla por razones logísticas y familiares, como la necesidad de los padres de mantenerse en contacto con sus hijos. La segunda vía, que Goldin considera más adecuada, propone enseñar a usar los celulares con fines educativos. “Los dispositivos están en nuestra vida cotidiana, debemos formar a los estudiantes para que los usen con espíritu crítico”, sostuvo. Sin embargo, reconoce que esto implica enormes desafíos, ya que incluso quienes no llevan celular al aula pueden distraerse con el aparato de un compañero. En ese sentido, destacó propuestas intermedias como prohibir su uso durante los recreos. “Muchos directivos notaron que los chicos interactúan más entre ellos, mejoran sus vínculos sociales y disminuye la violencia escolar”, explicó. Pantallas, cerebro y sociedad Goldin también abordó cómo los celulares están diseñados para captar nuestra atención de forma adictiva, activando circuitos neuronales similares a los que generan las drogas. Esta característica los vuelve especialmente difíciles de manejar para adolescentes, cuyo control de impulsos aún está en desarrollo. “Tenemos que reeducarnos como sociedad”, planteó la investigadora. “Volver a disfrutar de momentos sin hiperconectividad, entender cómo funciona nuestro cerebro y el rol que juegan las aplicaciones en nuestra conducta es parte del camino”, agregó. Los estudios muestran que reducir el tiempo de exposición a redes sociales disminuye la ansiedad y síntomas depresivos. Por eso, Goldin llama a una toma de conciencia profunda, tanto a nivel individual como familiar y comunitario. “No hay una receta única. Cada familia, cada escuela debe encontrar su equilibrio para aprovechar la tecnología sin caer en sus efectos negativos”, concluyó.Fuente:eluno.com
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