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» Diario Cordoba
Fecha: 24/07/2025 16:24
“El fuego se quedó a una calle de mi casa. Hemos pasado mucho miedo”. Han pasado más de doce horas desde que Gemma Sánchez tuvo que dejar su hogar en Santa Ana con lo puesto y apenas quince minutos para reaccionar. Ahora, desde el centro de emergencia habitacional, respira con una calma frágil, consciente de que ha sobrevivido a una noche en la que ella, como cerca de 300 cordobeses estuvieron a un paso de perderlo todo. La tragedia comenzó poco después de las siete de la tarde. Desde la ventana, Gemma vio cómo el monte frente a su casa se encendía. A gran velocidad, las llamas comenzaron a descender hacia su urbanización. “En cuestión de minutos, el fuego bajaba hacia nosotros”, recuerda aún con el tono de voz acelerado. La Policía Local llegó poco después y comenzó el desalojo mientras los aviones del Infoca ya sobrevolaban sus cabezas: “Fueron momentos de mucha tensión. Sentimos miedo y mucha frustración”, dice Gemma. Ella, su familia y sus perros huyeron a toda prisa. Buscaron refugio en la oficina de su marido, donde pasaron la noche en vela. El viento cambiaba de dirección constantemente, haciendo que el peligro se acercara y se alejara. A las dos de la madrugada, el fuego se plantó a una sola calle de su casa. “Temí perderlo todo”, confiesa. La mañana del miércoles pudo volver brevemente a su domicilio para recoger algo de comida y medicamentos. Pero lo más importante para ella fue poder “respirar tranquila” al comprobar que la casa seguía en pie. Sin embargo, reconoce que “el paisaje es desolador”. Castilla del Aire, unos metros al borde de la tragedia Al remontar la carretera de Trassierra, pasando el Castillo de la Albaida, el paisaje deja patente la magnitud de la tragedia: centenares de árboles calcinados bordean la carretera. Al otro lado se encuentra la urbanización Castilla del Aire, donde Ana María Rochel vivió la amenaza a escasos cien metros de su casa. Ana María Rochel cierra la puerta de su casa, en Castilla del Aire. / Ramón Azañón Con gesto sereno, cierra la cancela y explica que decidió quedarse. Aunque reconoce que “alrededor de las once de la noche el fuego avanzaba bastante rápido”, asegura que no llegó a sentir miedo. Su padre no estaba en casa cuando comenzó el incendio, y no le permitieron regresar, por lo que tuvo que pasar la noche fuera. “Voy a bajarle unas medicinas que necesita”, comenta Ana. Más angustiosa fue la experiencia de Antonio Javier Pérez. Permaneció en su casa con su mujer y sus dos hijos. “Vimos cómo las llamas bajaban a gran velocidad. Todo estaba iluminado por el fuego”, recuerda. En ese momento, él estaba fuera de la urbanización, y al no permitirle el acceso por el operativo de seguridad, se vio obligado a buscar una ruta alternativa para llegar. “Tenía que hacerlo. No podía dejar solos a mi mujer y a mis hijos”, cuenta con determinación. Ramón Azañón La noche fue larga, nadie en su casa logró conciliar el sueño. Estuvieron pendientes del fuego hasta las seis de la madrugada, cuando el viento finalmente cambió de dirección. “Fue una noche muy complicada”, dice, y tras una pausa, resume: “Ha sido un gran susto”. Nervios y tensión en El Patriarca Mientras esta zona de Córdoba respiraba aliviada, El Patriarca y Las Ermitas seguían en alerta, que ya estaban en alerta desde las nueve de la noche. Para Manuel Herruzo fueron momentos de auténtica angustia. "El aire era irrespirable” y observaban cómo el fuego remontaba el monte. “No dejaban entrar a nadie, y los vecinos de las zonas más altas tuvieron que desalojar”, cuenta. Manuel Herruzo y su mujer, vecinos de El Patriarca. / Ramón Azañón Una de esas viviendas más elevadas en plena sierra pertenece a José Soto. Él y su esposa estaban fuera cuando comenzó el incendio y corrieron hacia su casa. Según relata, la situación se agravó hacia las 20.30 horas, cuando el humo y las partículas dificultaban la respiración, algo especialmente preocupante dado que su esposa padece insuficiencia respiratoria. “Sobre las 22 nos ordenaron evacuar; el fuego bajaba muy rápido”, explica. A pesar de todo, José asegura que mantuvo la calma gracias a la confianza que deposita en el Infoca. No obstante, admite que entre sus vecinos reinaban el nerviosismo y la confusión. “Nos preocupaba que los medios aéreos no pudieran intervenir por la noche y que el viento empeorara la situación”. Finalmente, alrededor de la medianoche, pudieron regresar a su casa. Aunque pasaron la noche con tensión y las ventanas cerradas, ahora se sienten aliviados. Suscríbete para seguir leyendo
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