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Crespo » Paralelo 32
Fecha: 23/07/2025 18:24
Las enfermedades neurológicas se han consolidado como la principal causa de discapacidad a nivel global, con un impacto profundo no solo en la calidad de vida de quienes las padecen, sino también en sus familias y en los sistemas de salud. En el marco del Día Mundial del Cerebro, especialistas de todo el mundo redoblan esfuerzos para generar conciencia sobre la importancia de cuidar la salud neurológica desde los primeros días de vida hasta la vejez. “El Día Mundial del Cerebro es una fecha crucial para concientizar a toda la población sobre la importancia de mantener una adecuada salud neurológica en todas las edades”, subraya la Dra. Griselda Oujo, neuróloga del equipo Neuroactiva. “Nuestro cerebro debe ser cuidado durante toda la vida, y la prevención, la detección y los tratamientos tempranos son fundamentales para lograr ese objetivo”. Un desafío creciente en una sociedad que envejece El aumento sostenido de la expectativa de vida ha venido acompañado por un crecimiento proporcional en la prevalencia de patologías neurológicas vinculadas al envejecimiento, como el Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y otras demencias. No obstante, muchas de estas enfermedades no son exclusivas de la tercera edad. Afectan también a personas jóvenes o en plena vida productiva, y en muchos casos, lo hacen de manera silenciosa y progresiva. “La idea de que estas enfermedades son cosa de ‘ancianos’ es un error común. De hecho, una gran parte de los pacientes con enfermedades como el Parkinson son personas en edad laboral, con responsabilidades familiares y sociales. La enfermedad interrumpe sus vidas de forma repentina y devastadora”, afirma la especialista. Más allá del temblor: la verdadera cara del Parkinson El testimonio de Leonardo Caseres, un exchofer de colectivos de 49 años, es una muestra concreta del impacto multifacético que estas patologías pueden tener. Diagnosticado con enfermedad de Parkinson, enfrentó no solo los síntomas propios de la afección, sino también el estigma y la exclusión laboral. “Cuando recibí mi diagnóstico hablé con la empresa para que me reubiquen en otro puesto. Pero solo me mandaron un telegrama que me desvinculó. Eso dolió más que la enfermedad. Me sentí solo, invisible, inútil y rechazado”, recuerda Leonardo. Contrario a la creencia popular, el Parkinson no se limita a los temblores. Incluye síntomas motores como la rigidez y la lentitud, pero también manifestaciones no motoras: dolor, trastornos del sueño, ansiedad, cambios en el ánimo, problemas cognitivos y aislamiento social. Terapias avanzadas: el renacer posible Frente a este panorama desafiante, los avances en neurociencias ofrecen nuevas herramientas. Una de las más esperanzadoras es la neuromodulación cerebral profunda, una cirugía que consiste en la implantación de electrodos en áreas específicas del cerebro para regular la actividad eléctrica anormal. “La neuromodulación no solo mejora los síntomas motores, sino que les permite a muchos pacientes retomar actividades cotidianas, recuperar su independencia e incluso volver al trabajo o practicar deportes”, explica la Dra. Oujo. “No es una solución mágica, pero puede transformar vidas si se aplica a tiempo y en el paciente adecuado”. Leonardo es testigo de esa transformación: “La operación fue un antes y un después. Recuperé el control de mis movimientos, pero sobre todo recuperé la confianza en mí mismo y las ganas de vivir. Fue como volver a empezar”. El rol clave de la prevención y el diagnóstico temprano Los especialistas insisten en que estas terapias no deben ser consideradas como “últimos recursos”. De hecho, los mejores resultados se observan en pacientes más jóvenes o con menos años de evolución de la enfermedad. Por eso, es clave promover la consulta temprana, el acceso al diagnóstico y una evaluación integral con equipos especializados.
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