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Gualeguaychu » Reporte2820
Fecha: 23/07/2025 16:42
En una columna de opinión que publicó LPO, el precandidato a diputado nacional por el peronismo entrerriano, Guillermo Michel afirmó que “las proyecciones del Fondo parecen diseñadas para justificar el préstamo, mucho más que para construir un escenario razonable de convergencia macroeconómica”. .“En abril de este año, el Fondo Monetario Internacional aprobó un nuevo acuerdo de facilidades extendidas (EFF) con Argentina por USD 20.000 millones, de los cuales ya se desembolsaron USD 12.000. El gobierno necesitaba esos fondos con urgencia: una combinación de cuestiones internas y shocks externos lo había llevado a perder USD 2.500 millones de reservas netas entre mediados de marzo y el 14 de abril, dejando al Banco Central en una situación crítica”. “Sin el rescate de último minuto que el Fondo le otorgó al Gobierno, el programa económico probablemente habría sufrido volatilidades extremas. Afortunadamente -para la estabilidad y tranquilidad de todos los argentinos- eso no ocurrió. El staff del FMI actuó con velocidad inusual para estructurar y aprobar el nuevo programa donde la motivación principal no fue evitar una crisis, sino más sostener el proceso electoral del gobierno. Sí, ya vimos esa historia en 2018”, advirtió Michel. “Ambas partes mostraron rápidamente sus cartas. El gobierno incumplió la meta de acumulación de reservas y dedicó más de USD 2.000 millones en intervenir el mercado de futuros, pese a que el acuerdo explicitaba que el equipo económico no esperaba tener que actuar allí. El Fondo, por su parte, giró el grueso del préstamo desde el inicio, perdiendo capacidad de control y priorizando cerrar el acuerdo para que Milei pueda llegar más holgado a las elecciones. Eso es lo que muestra el staff report: una batería de supuestos difíciles de defender, llenos de voluntarismo y con un uso creativo del Excel que remite directamente a 2018”, sostuvo. “La primera señal de esta contabilidad creativa está en la proyección de crecimiento. El escenario base del FMI prevé un 5,5% de crecimiento real del PBI en 2025, seguido por tasas decrecientes, pero aún elevadas, que convergen al 3% anual en 2030. Para un país con un desempeño tan magro como Argentina en la última década, ese sendero no es imposible, pero es bastante poco prudente hacer un programa considerando que vamos a tener en un año un cambio estructural de semejante magnitud. El programa debería procurar, al menos, funcionar en caso de que las cosas no salgan tan bien”. “Según el FMI, esta expansión vendrá impulsada por exportaciones e inversión privada. En el esquema proyectado, tanto el consumo como el gasto público crecen por debajo del PBI, mientras que la inversión y las exportaciones lo hacen por encima. En principio eso no es objetable, pero cuesta pensar en un boom de inversiones más allá de los sospechosos de siempre -energía y minería- sin una mejora real del entorno institucional. El "storytelling" de la lluvia de inversiones no se materializó en 2018 ni en 2021, y hoy tampoco parece haber condiciones estructurales que lo habiliten”, manifestó luego. “Aún con recursos naturales valiosos y un capital humano muy competitivo, Argentina sigue lejos de ser la primera opción de los inversores, en especial, viendo que hay un presidente que solo acumula conflictos, agresiones y propone una narrativa binaria para la continuidad de su propuesta: ‘yo o el caos’. Es difícil que una idea así pueda generar confianza y atraer capital”. “Si hasta ahí el optimismo resulta excesivo, las proyecciones del frente externo directamente desafían la lógica. El FMI estima que en 2025 Argentina tendrá un superávit comercial de bienes de USD 18.400 millones, un déficit en servicios de USD 9.800 millones, y un balance neto superavitario de USD 8.600 millones. Esas cifras ya eran inconsistentes al momento de la firma y hoy resultan insostenibles. Según el BCRA, en el primer semestre se acumula un déficit en servicios de alrededor de USD- 6.000 millones y un superávit comercial (base caja), con toda la cosecha gruesa ya liquidada, apenas por encima de los USD 5.000 millones. Los datos de Indec, base devengado, mostraba un superávit comercial de USD 2.000 millones y un déficit de servicios de USD -4.500 millones hasta marzo”. “Es muy difícil defender esas proyecciones comerciales sabiendo que los técnicos del FMI tienen información muy adelantada, respecto a la información pública disponible a ese momento. ¿Nadie miró estos números que menciono? Cuesta creerlo”. “El grueso de esta creatividad en lo comercial viene de las importaciones. Para 2025, el FMI proyecta que las importaciones aumentarán un 15%, consistente con una economía al 5,5% y luego crecerán 1 a 1 con el PBI. Es decir, si el PBI crece 1%, las importaciones crecen alrededor de 1%. Ese comportamiento, además de ser inusual en Argentina, es exactamente lo contrario a lo que el propio gobierno promueve: una apertura importadora agresiva, con bienes de consumo y autos que ya representan el 20% del total importado. No hay forma de sustentar esa desaceleración tan pronunciada de las compras externas con la política actual de apertura que estamos viviendo”. “La consecuencia de esas proyecciones es una estimación de cuenta corriente artificialmente optimista. El FMI proyecta un déficit de apenas USD -2.700 millones en 2025 (menos del 0,4% del PBI), pese a que solo en el primer trimestre, según el INDEC, el déficit ya fue de USD -5.191 millones. Según el BCRA, con los dólares de la cosecha ya ingresados, el rojo acumulado del primer semestre ronda los USD -4.500 millones. La cuenta corriente mide la diferencia entre lo que un país gasta y lo que produce (sector público + sector privado): si hay déficit, alguien tiene que financiarlo. Y si no hay inversión extranjera directa o financiamiento de algún tipo, la diferencia se cubre con más deuda externa o menos reservas (que no tenemos). Así de simple, así de grave”. “Esa brecha de financiamiento, idealmente se podría financiar con inversión extranjera o financiamiento vía deuda a proyectos de inversión para sectores exportadores, si no es posible ese financiamiento, típicamente el financiamiento se cubre con deuda externa del estado o pérdida de reservas. Por eso, la cuenta corriente es central para evaluar la sostenibilidad de este y de cualquier modelo económico. Así como no se puede gastar sistemáticamente más de lo que ingresa en el sector público, tampoco puede ocurrir en la economía como un todo”. “Este escenario optimista del fondo espera que, además de mantener un superávit comercial abultado, Argentina acumule más de USD 4.000 millones de reservas netas este año, y entre USD 8.000 y 19.000 millones anuales entre 2026 y 2030. Para lograrlo, se requiere cerrar un gap de financiamiento que supera los USD 20.000 millones anuales. Este año lo cubrió el propio Fondo. ¿Y después? El programa apuesta a que lo harán las inversiones extranjeras que lleguen a Argentina y eventual un retorno a los mercados voluntarios de deuda. Aunque sea un escenario posible, hoy con reservas aún en terreno negativo y riesgo país en torno a 750 puntos, pensar que Argentina colocará deuda sostenidamente y atraerá USD 10.000 millones de IED anuales es bastante difícil de sostener”. “Cuesta creer que se trate de un error técnico. Los técnicos del fondo son gente muy solvente que realiza muy seguido estas proyecciones y que están bastante entrenados para hacer estas cosas bien. Las proyecciones que están en el programa con el FMI parecen diseñadas para justificar el préstamo, mucho más que para construir un escenario razonable de convergencia macroeconómica. Como en 2018, lo que se firmó es una apuesta política con poco apego a los datos disponibles. Por el bien de todos los argentinos, esperamos que la apuesta salga bien, pero si sale mal el costo no se paga en el Excel. Lo paga, otra vez, la Argentina”, alertó.
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