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» Diariopinion
Fecha: 23/07/2025 02:30
En un nuevo episodio que retrata el profundo desprecio de algunos sectores del poder por quienes trabajan para garantizar la seguridad institucional, el bloque kirchnerista Unión por la Patria, que preside el senador formoseño José Mayans, protagonizó una escandalosa solicitud formal: pidió a la vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, que limite el uso de los baños del Senado a los efectivos de las fuerzas de seguridad. ¿La razón? "Generan molestias". La carta, firmada por senadores de su bancada y entregada el 18 de julio, reclama que Villarruel "adopte las medidas necesarias para ordenar y regular la presencia de los integrantes de las distintas fuerzas de seguridad en el ámbito del Honorable Senado", e insiste en que se limite su acceso a los espacios del Congreso, incluyendo los sanitarios, para "evitar molestias o situaciones que alteren el cómodo desenvolvimiento" de los legisladores. Es decir, mientras miles de argentinos reclaman en las calles por sus jubilaciones o por trabajo, y las fuerzas federales son desplegadas para garantizar el orden público y evitar el caos, Mayans y sus aliados se sienten "incómodos" por compartir un baño con los policías que los custodian. Este pedido no es sólo una anécdota indignante: es un reflejo perfecto de la casta política que José Mayans encarna. Con más de dos décadas ininterrumpidas ocupando una banca en el Senado y sin una sola propuesta destacable para mejorar la vida de los formoseños, Mayans se ha convertido en el símbolo viviente del privilegio enquistado. Mientras apoya las protestas piqueteras que cortan calles y cuestiona los operativos del Ministerio de Seguridad, se indigna porque un gendarme o un prefecto puede usar el mismo baño que él. ¿Eso es el "cómodo desenvolvimiento" que quiere proteger? La carta enviada a Villarruel también pone en evidencia la hipocresía del bloque que preside: cuestionan los operativos de seguridad como "represivos", pero cuando se despliegan para custodiar el Senado, los tratan como ciudadanos de segunda clase. Quieren que estén ahí, pero que no se vean. Que protejan, pero desde lejos. Que no molesten. José Mayans, que se ha opuesto sistemáticamente a cualquier reforma política que implique transparencia, alternancia o control del poder, vuelve a demostrar que lo único que le interesa conservar es su zona de confort. Aunque para eso tenga que pedir que quienes lo cuidan ni siquiera puedan ir al baño. Una vez más, el kirchnerismo revela su verdadera cara: la del poder que se encierra, se aísla y se cree superior al pueblo que dice representar.
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