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Parana » Entreriosya
Fecha: 18/07/2025 03:50
El conflicto permanente que plantea Javier Milei para gobernar, incluso con quienes apoyan el actual proceso, ya es visto como un problema en el círculo rojo. La pelea con los gobernadores aliados es el síntoma más visible de esa patología, pero no el único. “No se puede seguir dos años más así, Milei tiene que cambiar”, afirmó preocupado a LPO uno de los importantes más importantes del país, que por ahora elige comentarlo desde el anonimato para no quedar en la mira de la Casa Rosada. Quien lo dijo con todas las letras fue el ex juez de la Corte Suprema, Juan Carlos Maqueda, quien expuso el malestar en el Congreso y la Justicia con el estilo del Presidente. “En el ambito del presidente Milei hay un destrato muy grande por el sistema democrático. La falta de diálogo político lleva a la falta de acuerdos político. Yo le diría (al Presidente) vuelva al diálogo político, se va a encontrar con gente que no se hubiera imaginado, que quiere lo mejor para el país y que están dispuestos a llegar a acuerdos”. En la misma línea se pronunció Adelmo Gabbi, presidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, quien tras recibir a Javier Milei en la entidad confesó en declaraciones radiales que no le gustan los modales del Presidente. Tanto Maqueda como Gabbi, en sus silencios y entrelíneas, amplifican el malestar de sectores empresarios que ya no disimulan cierto fastidio. No se trata de una dupla que brinde entrevistas azarosamente. A la molestia por el estilo del Gobierno se suman razones objetivas que demoran las inversiones. “Para que lleguen las inversiones se tienen que cumplir tres condiciones: liberar el cepo a las empresas, subir de calificación en el MSCI que nos saque de la categoría standalone y que el gobierno gane en las elecciones”, enumeró un importante desarrollador. También el malestar industrial comienza a cobrar volumen y promete hacerse oír con más fuerza. La calma tensa que se venía respirando en el sector parece haber llegado a su fin. La queja más concreta de los industriales pasa por la apertura importadora, la elevada carga impositiva y el costo laboral, un combo que, aseguran, asfixia la competitividad. Aun así, hay quienes se aferran a la esperanza de que, después de las legislativas, el Gobierno avance con las reformas estructurales. Pero lo más grave son las importaciones. “Aun eliminando el fuero laboral y pagando cero impuesto, no podríamos competir con China”, reconoció un importante empresario industrial. De esto se desprende que para sostener el entramado productivo nacional, se necesitan políticas de protección industrial. En este sentido, Paolo Rocca, CEO de Techint, movió una ficha que en el Gobierno fue leída como una mojada de oreja: organizó para principios de agosto un encuentro en el marco de ProPymes que reunirá a los popes del proteccionismo industrial a nivel global. En el marco del XX Seminario Internacional del Boletín Informativo, que se realizará el 21 de agosto, Techint trae al país nada menos que Robert Lighthizer, un halcón del proteccionismo estadounidense y Dani Rodrik, un prestigioso académico de prestigio que siempre contrapuso al discurso del libre comercio la necesidad de pensar políticas productivas desde los Estados. En los pasillos oficiales, el evento genera ruido. No solo por el momento político, sino porque expone tensiones internas en un modelo económico que, en palabras de su principal promotor, Javier Milei, “la mejor política industrial es no tener política industrial”. La convocatoria llega en un contexto adverso para Ternium, la siderúrgica del grupo Techint que supo ser la columna vertebral del holding hasta que el boom del gas en Vaca Muerta empujó a Tecpetrol al centro de la escena. Ternium todavía no logró recuperar los niveles de actividad de 2023. Tras una tenue recuperación en el primer trimestre, volvió a terreno negativo. En el ideario libertario que inspira el rumbo económico del gobierno, el entramado productivo nacional no debe ser preservado sino reconvertido: los sectores tradicionales deberían ceder paso a una nueva matriz basada en servicios. Esta transición se justifica bajo la lógica de la “destrucción creativa” de Schumpeter: lo viejo debe caer para que surja lo nuevo. Pero esa reconversión, lejos de ser automática, implica un costo social significativo. El desempleo no es una falla, sino una consencuencia directa de la transición. Fuente: La Politica Online Podes comentar y leer comentarios sobre esta noticia mas abajo
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