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» Diario Cordoba
Fecha: 17/07/2025 13:44
Nunca creí en las dietas milagro. Hasta este verano, la experiencia nos había enseñado que acabar con las lorzas sólo estaba al alcance de los muy previsores, o de quienes usaban un traje de baño como el de Manuel Fraga en Palomares. Lucir palmito en la costa obligaba desde enero a aliñar las ensaladas con sacarina, que el último exceso en la mesa fuera el roscón de Reyes, y a que la bebida de mayor graduación alcohólica a los postres fuese agua con gas. Pero hoy nada de esto es necesario. Atrás quedan ya sacrificios en tantas ocasiones baldíos, y es que perder peso en tiempo récord está hoy al alcance de cualquier españolito. Basta con tener un papel sellado en el que figure tu nombre. ¿Una receta de Ozempic? No, una citación judicial. La peregrinación por los juzgados de quienes fueran mandamases patrios ha puesto de manifiesto que nada mejor que sentir el aliento de la Justicia en el cogote para estilizar la figura. Resulta paradójico que los más firmes defensores de la sauna y la dieta del cucurucho como medio de adelgazamiento, únicamente hayan perdido tripita tras el paseíllo a las puertas del Tribunal Supremo. Se ha demostrado que la implantación de un nuevo régimen era el cambio en la dieta de algunos. No hay mal que por bien no venga, pensarán, pero, de prolongarse la instrucción, hay quien no va a poder seguir haciéndole más agujeros al cinturón. Qué duda cabe que cerrar el pico ayuda a mantener la silueta, pero como estrategia de defensa puede causar efecto rebote. Hasta que los jueces se han arremangado la toga, desde Eva Nasarre nadie había hecho tanto por reducir el perímetro abdominal de algunos gerifaltes, y, a golpe de resolución judicial, me temo que algunos van a aprender la diferencia entre tener apetito y pasar hambre. Las únicas estrellas de las cocinas carcelarias son las de la sopa de sobre en la cena, de ahí que no resulte extraño que muchos estén pensando en apartar la lima para comerse la barra de pan. Es cierto que no en todas las cárceles se come igual; que se lo digan a Oriol Junqueras que, desde su ingreso en prisión, cogió un kilo por semana. «Si no me indultan, reviento allí dentro», cuentan que exclamó jadeante a la salida de chirona. Por aquello de coger fuerzas, también los hay previsores, como la concejal de Villaviciosa de Córdoba investigada por comprar langostinos, gambas y paté con cargo al presupuesto municipal. Al conocer la noticia, un nutrido grupo de sindicalistas ha demandado a la edil por competencia desleal. Hace días, al saber que, a las lorquianas cinco de la tarde, el presidente del Gobierno aún no había comido, pensé que era un deber cristiano practicar con él alguna obra de misericordia. Sin dudarlo, creí que la más urgente era la de dar de comer al hambriento. Para cumplir con la de visitar a los presos aún hay tiempo. *Abogado Suscríbete para seguir leyendo
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