Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Los últimos nobles

    » Diario Cordoba

    Fecha: 16/07/2025 08:41

    Aún quedan, en este páramo de gritos y codicias, seres humanos que custodian la belleza como quien vela a un ángel dormido; aún quedan -aunque ya no se les nombre, aunque su paso no resuene en los parlamentos ni en las plazas digitales- los últimos nobles: almas que resisten, sin aspavientos ni consigna, la vulgaridad de una época entregada al aplauso fácil y a la rentabilidad instantánea. No se alzan en tribunas, no hacen de su decencia espectáculo ni de su fe un eslogan. Pintan en un rincón de su casa mientras el mundo arde, recogen a un anciano con ternura como si en él habitara el mismísimo Dios, escriben versos en la soledad de la noche como si en cada palabra estuviera el rescate del mundo. Son cordobeses de carne y hueso, vecinos que uno encuentra en la cola del mercado o tras un mostrador de biblioteca, pero llevan en la mirada esa llama serena que sólo enciende la fidelidad sin testigos. Uno los encuentra en una iglesia vacía, recogiendo flores marchitas del altar sin que nadie se lo haya pedido; en la docencia callada que siembra asombro en alumnos que aún no saben agradecer; en un taller de restauración donde las manos se vuelven oraciones que salvan lo que otros consideran ruina. No alardean de ser distintos: lo son. Mientras se multiplican los ‘influencers’ de la nadería y los predicadores del egoísmo travestido de libertad, ellos custodian -como un relicario escondido entre escombros- la tradición, el arte, la plegaria, la compasión. Y en esa custodia silenciosa, en ese heroísmo sin pancarta, están salvando lo humano de su extinción. Como escribió Georges Bernanos, «el porvenir es de los humildes, de los que no claudican aunque no comprendan». Ellos no comprenden del todo este mundo ruidoso y obsceno, pero no claudican. Persisten. Perseveran. Son -como diría Péguy- «los que caminan en la noche con los ojos clavados en una estrella». En Córdoba, los hay aún. El anciano que da de comer a los gatos callejeros como si cuidara ángeles sin alas. La mujer que, sin hacer ruido, lleva cada semana flores a una tumba sin nombre. El joven que ha renunciado a triunfar en el escaparate digital para escribir, tocar el piano o cuidar a su madre enferma. En ellos brilla esa aristocracia sin linaje ni abolengo, esa estirpe de almas bellas que ya no figuran en los censos ni en las agendas del poder. Porque cuando todo haya sido arrasado por la moda, el cálculo o la algarabía, de ellos quedará algo más que un nombre en piedra: quedará el perfume de una dignidad que nunca se rindió. Como escribió Simone Weil, «el único honor verdadero es el que se ejerce en soledad, sin testigos, sin esperanza de recompensa». Ese honor es el que aún respira, como un rescoldo sagrado, en los últimos nobles. *Mediador y escritor

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por