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Crespo » Paralelo 32
Fecha: 15/07/2025 14:31
Desde pequeña, Alejandra estuvo rodeada de agujas, hilos y lanas. “Vengo de una familia de tejedoras”, contó. Sin embargo, la pasión profunda por el crochet y, particularmente, por los amigurumis –muñecos tejidos a crochet de origen japonés– la descubrió de adulta. “Fue buscando en una aplicación, encontré esos muñecos con un nombre raro, y no pude dejar de tejer más”, relató emocionada. Con ternura y detalle, Alejandra recordó su primer amigurumi: un osito con ojos de perlitas. Desde aquel momento, el tejido se convirtió en parte de su vida cotidiana. En plena pandemia, y gracias al impulso de sus hijas, decidió animarse a publicar sus creaciones en redes sociales. Así nació su emprendimiento, al que llamó con justa razón: "Amo Tejer". Hoy, Alejandra le dedica hasta ocho horas diarias a este trabajo que, si bien surgió como hobby, se ha convertido en su medio de vida. Cada muñeco que realiza lleva su impronta: “Uso patrones, pero yo elijo los colores, los detalles, la personalidad que les doy”, explicó mientras mostraba sus coloridos trabajos, como muñequitas, carpinchitos con mate y boina, y personajes como Lilo y Stitch. Del taller al corazón Sin contar con un local comercial, Alejandra se armó un pequeño taller en su casa donde trabaja y guarda stock para vender en ferias. "No tengo un espacio de exposición, todo lo voy preparando para las ferias. Ahí es donde me conocen, donde veo la reacción de la gente", comentó. Cada muñeco, generalmente de entre 15 y 20 centímetros, le puede llevar hasta dos días de trabajo. Utiliza hilo de algodón, vellón siliconado para el relleno y ojitos de seguridad, haciendo de sus creaciones piezas seguras, delicadas y resistentes, ideales tanto para niños como para adultos. “Muchos adultos compran para ellos mismos. El amigurumi despierta ternura en todos”, afirmó. Tejer, transformar y sanar El crochet no solo le dio un emprendimiento: también la ayudó en lo personal. “Soy una persona muy para adentro, y esto me obligó a salir, a mostrar lo que hago. Me ayudó a manejar mi ansiedad, a encontrar paz”, confesó. Ese proceso de sanación también se refleja en sus muñecos: “Lo que me cuesta expresar, mis muñecos lo expresan por mí”. Durante la entrevista, también compartió la emotiva historia detrás de los amigurumis: nacidos en Japón, las abuelas los tejían para los niños durante la guerra, y no llevan boca para que "guarden los secretos que se les confían" y reflejen las emociones de quien los mira. “Si estás triste, ves un muñeco triste; si estás feliz, lo ves feliz”, explicó Alejandra, fascinada por la filosofía detrás de su arte. Celebrar lo artesanal El Día Nacional de la Tejedora se celebra en homenaje a Paula Albarracín, madre de Domingo Faustino Sarmiento, quien se destacó por sus habilidades con las agujas. Alejandra lo recordó con orgullo y reivindicó el valor de lo hecho a mano: “Es mucho trabajo, pero todavía cuesta que la gente reconozca el valor de lo artesanal”. Para conocer su trabajo, se la puede encontrar en redes sociales como Ale Muller en Facebook y @alemullerbyamotejer en Instagram. Con cada puntada, Alejandra no solo crea muñecos: cose historias, emociones y una vocación tejida con amor.
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