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» Comercio y Justicia
Fecha: 15/07/2025 09:35
Por Luis Carranza Torres (*) y Carlos Krauth (**) Alguien que, como nosotros, tiene algunos años vividos, diría que el futuro ya llegó. Lo cierto es que los avances tecnológicos dan fe de la certeza de esta frase, más allá de la contradicción que en sí misma encierra. No caben dudas de que lo que, cuando chicos parecía ciencia ficción, ahora es realidad. Decimos esto porque se dio a conocer hace unos días que la empresa alemana Neura Robotics presentó en Múnich la tercera generación de sus robots humanoides -el 4NE1- que tienen la particularidad de que su uso está destinado a entornos cotidianos y domésticos, además de su empleo tradicional en la industria, como venía ocurriendo casi exclusivamente hasta su aparición. Según lo informado, el robot tiene aproximadamente 1,8 metros de altura, pesa unos 80 kilos, puede cargar hasta 100 kilos y se mueve a poco menos de 3 kilómetros por hora. Además, cuenta con una piel artificial que le permite detectar el contacto con otros seres u objetos antes de que ocurran y responder a caricias o presiones físicas. Asimismo, posee sensores especiales con los que puede detectar humanos y evitar colisiones, entre otras características. No es el único robot que anda dando vueltas: tanto Tesla como Boston Dynamics, también están trabajando en proyectos de la misma naturaleza, sin embargo, lo que distingue al 4NE1, es que a través del sistema Neuraverse, los usufructuarios de estas máquinas pueden adiestrarlas en nuevas habilidades permitiéndoles adaptarse a distintos entornos. Según el CEO de la empresa -que se está preparando para producir en 5 años 5 millones de robots- “la robótica está lista para llegar al mercado masivo”. Afirmación que creemos muy acertada, dado que su masividad, sin lugar a dudas, será muy difícil de impedir. Si bien hay voces como las de Sam Altman -director ejecutivo de OpenAI- que sostienen que “la sociedad no está preparada para convivir con robots humanoides”. coincidimos con lo informado en el portal Forbes.com respecto de que “Los robots humanoides eficientes, eficaces y a precios razonables revolucionarán el mundo. La fabricación, la logística, el mantenimiento, la atención médica, el cuidado de personas mayores, las entregas. La mayoría de las principales industrias se verían afectadas, y los países con mayores niveles de implementación podrían experimentar enormes aumentos de productividad”. Si la incorporación de los robots humanoides en la vida cotidiana determinará transformaciones de peso, como ya pasa en la actividad industrial, los problemas jurídicos que plantea tal desarrollo de la robótica no son menos, resultando tan fascinantes como complejos de abordar. Si bien le asiste cierta razón a quienes presentan ciertos reparos éticos a su utilización, su expansión y utilidad, es difícil de poner en tela de juicio. Como en no pocos casos, el papel de lo jurídico y sus posibles regulaciones deben encaminarse a resguardar derechos sin comprometer los beneficios de esta tecnología. En consecuencia, para encauzar correctamente su uso, aprovechar sus beneficios y reducir sus peligros, es fundamental promover la utilización de la robótica priorizando la responsabilidad individual y la inserción social. Para ello es imprescindible que las empresas, los legisladores, los científicos y la sociedad en general trabajen conjuntamente para su correcta aplicación y empleo. Asuntos relativos a la responsabilidad civil, como quien responde si un robot causa daño (¿el fabricante, el programador, el usuario?), o si se debe en los sistemas autónomos aplicarse responsabilidad objetiva o subjetiva y aun si debe crearse un régimen especial para robots “inteligentes”, van de la mano con la necesidad de legislar una personalidad electrónica o no en estos casos. Asuntos como la privacidad humana y la protección de datos y hasta los derechos del consumidor quedan igualmente comprendidos en estos desarrollos. Como puede verse, resultan tópicos de entidad y variados, cuestión que ha llevado a algunos estudiosos del tema a entender que resulta necesario establecer una nueva disciplina jurídica autónoma, como rama independiente: el derecho de los robots. Como siempre decimos en nuestras columnas, los avances científicos tecnológicos, de por si no son éticamente ni buenos ni malos. Esta calificación depende del uso que de ellos se hagan. Lo que no hay que permitir es que se impida su desarrollo por prejuicios o equivocadas posiciones ideológicas. Y en el caso, no tenemos ninguna duda de que bien usada la robótica producirá grandes beneficios a la humanidad. (*) Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas. (**) Abogado. Doctor en Derecho y Ciencias Sociales.
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