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  • Bullrich y Villarruel en el centro de la interna libertaria y la lucha por el Senado

    Parana » Informe Digital

    Fecha: 14/07/2025 18:32

    En un contexto en el que las declaraciones públicas suelen distanciarse de los movimientos subterráneos de la política, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich trabaja en desmentir su posible candidatura al Senado por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sin embargo, a través de una serie de gestos cuidadosamente orquestados por la Casa Rosada, tanto el presidente Javier Milei como la propia funcionaria sugieren lo contrario: el oficialismo considera su postulación no solo como una opción robusta para movilizar votos en la capital, sino también como una estrategia para reordenar la interna libertaria en la Cámara alta y debilitar a una figura incómoda y cada vez más desafiante: Victoria Villarruel. El panorama se hizo más evidente este fin de semana, cuando Milei compartió una foto de un desayuno con Bullrich en Olivos. Acompañó la imagen con un mensaje que destacaba la “defensa de los logros” del Gobierno y delineaba “nuevos objetivos” de cara a octubre. El tono afectuoso del mensaje —y el ritual habitual de compartir domingos con su ministra de Seguridad— no fue casual. La fotografía buscaba expresar un respaldo personal y político en medio del vendaval que sacude al oficialismo tras su derrota parlamentaria en el Senado, así como los crecientes enfrentamientos entre el Presidente y su vicepresidenta. Por su parte, Bullrich replicó la imagen en sus redes con una frase expresiva: “Con Javier defendemos ese rumbo frente a los de siempre, que quieren romper todo con tal de volver al poder. Nuestra respuesta: más transformaciones, más libertad, más prosperidad”. No hizo referencia alguna a las especulaciones electorales, a pesar de que todo el tono del mensaje alude a la contienda electoral. Candidata polifuncional Desde hace varias semanas, Bullrich desempeña un papel dual dentro del oficialismo: por un lado, es la cara visible del ala dura libertaria, alineada con la estrategia de confrontación de Milei; por el otro, emerge como un fusible ante el desorden institucional provocado por Villarruel en el Senado. La vicepresidenta fue acusada por el Presidente de haber “traicionado” al Gobierno al habilitar una sesión autoconvocada en la que se aprobaron leyes que contrarían la política mileista: moratoria previsional, aumento de jubilaciones y emergencia en discapacidad. Bullrich fue de las primeras funcionarias en manifestar su desacuerdo: “Villarruel es igual a los kirchneristas. Gasta y no dice de dónde va a salir la plata”, afirmó en declaraciones a LN+. La ministra también criticó el “doble estándar” de Villarruel al cuestionar los fondos destinados a la SIDE sin mencionar los gastos del Senado, y acusó a la vicepresidenta de intentar “volver a la enfermedad de la emisión, la inflación y la pobreza”. Su discurso sirvió de anclaje narrativo para respaldar al Presidente y establecer un contraste explícito entre dos modelos: el del ajuste ortodoxo que representa el Ejecutivo y el “populismo disimulado” que, según Bullrich, lidera la vice. Vice anticipada En este contexto, el nombre de Bullrich cobra cada vez más fuerza como candidata al Senado por la Ciudad. La elección en CABA —una de las ocho jurisdicciones que renuevan bancas en la Cámara alta— resulta crucial para el oficialismo, no solo por la relevancia de los escaños, sino porque La Libertad Avanza no se aliará con el PRO. Así, Milei necesita una figura que tenga peso propio, capaz de competir, contrarrestar la influencia residual del macrismo porteño y captar simultáneamente votos liberales, republicanos y antikirchneristas. Bullrich encarna esas características. Su perfil ideológico se alinea con el mileísmo, cuenta con una base electoral consolidada en la Ciudad, posee experiencia parlamentaria y un nivel de reconocimiento nacional que pocos dirigentes logran igualar. Además, su candidatura resolvería dos problemas simultáneamente: blindaría la elección en un distrito central y permitiría al Gobierno incorporar una voz leal en el Senado, que funcionara como contrapeso a una Villarruel cada vez más autónoma y crítica. Bullrich lo niega En público, Bullrich sostiene que no será candidata. “No hablamos de eso con el Presidente”, afirmó tras el desayuno en Olivos, enfatizando que la conversación versó sobre “los logros del Gobierno y los desafíos hacia adelante”. No obstante, esa negativa parece más una táctica que una convicción. En el actual escenario electoral, admitir una candidatura antes de tiempo puede conllevar quedar fuera de juego. La ministra aún dirige una cartera sensible y su salida debe ser gestionada con cuidado, sobre todo cuando el Gobierno enfrenta problemas de seguridad por resolver. Entre los posibles reemplazos ya circulan nombres como el intendente Diego Valenzuela o la actual secretaria de Seguridad, Alejandra Monteoliva. Además, la candidatura de Bullrich debe aún sortear tensiones internas. Aunque Milei y su círculo más cercano la respaldan, otros sectores aún no terminan de aceptar su presencia, considerándola un “resabio del sistema político tradicional”. Sin embargo, el pragmatismo electoral se impone: si el oficialismo desea realizar una buena elección en CABA y fortalecer su base legislativa, Bullrich parece ser el camino más efectivo. Disputa con Villarruel Trasfondo de esta historia es la reconfiguración del poder dentro del oficialismo. La vicepresidenta ha comenzado a construir un capital político propio, basado en sectores nacionalistas y conservadores que se sienten más representados por ella que por Milei. En las últimas semanas, Villarruel modificó su equipo de asesores, incorporando militares retirados al Senado, robusteciendo su discurso patriótico y dejando entrever que su proyecto político no se limita a apoyar al Presidente. Para Milei, este perfilamiento constituye una amenaza. Y para Bullrich, una oportunidad. Si la ministra llega al Senado con un importante caudal de votos, se convertirá en la referente oficialista más poderosa en la Cámara alta. Su presencia facilitaría al Presidente equilibrar la relación de fuerzas y evitar que Villarruel consolide una bancada paralela o —peor aún— se transforme en una figura de oposición interna. Octubre como plataforma Más allá del corto plazo, una candidatura de Bullrich posee un valor estratégico de cara a 2027. Si logra una elección sólida, podría posicionarse como la aspirante natural a la Jefatura de Gobierno porteña, aunque también se menciona como posible vice en un segundo mandato de Milei. En este juego a mediano plazo, la senaduría sería una plataforma ideal para relanzar su carrera ejecutiva, sin desdibujar su presencia en el ámbito nacional. Por el momento, todo se reduce a negaciones y especulaciones. Pero en política, como es sabido, los silencios a menudo transmiten más que las declaraciones. Y en este caso, los desayunos en Olivos, los ataques coordinados a Villarruel y la insistencia del Gobierno en convertir a Bullrich en su escudo narrativo, sugieren que su nombre estará en la boleta de octubre, a pesar de que ella aún no lo reconozca. por R.N. Galería de imágenes En esta Nota

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