Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • ¿Y ahora qué?

    » Diario Cordoba

    Fecha: 14/07/2025 10:25

    ¿No te pasa, me preguntó una amiga, que cuando te vas de vacaciones, después de un año agotador, que te ha dejado reventado, en un empleo que solo te produce ansiedad y te reclama mucho más de lo que te da, que siempre te cuestionas qué hacer con tu vida al regreso, porque seguir tal y como hasta ahora se parece demasiado a malgastarla? En ese minuto respondí que no, aunque matizando que media hora después a lo mejor podía decir que sí. Desconocer qué hacer con tu vida representa una inquietud viejísima. Aflora en distintas etapas, también en la adulta, por supuesto, cuando se supone que ya has hecho algo con ella. Es como si la vida nunca estuviese hecha, y hubiese que hacerla continuamente. Cuando eres muy joven resulta casi obligatorio no saber por dónde encaminarse. Si te preguntan qué quieres ser, qué menos que comentar con una ingenua superioridad y con toda tu vocación: «Yo no quiero ser nada». Para qué hay que ser algo. Pero esa época queda atrás, maduras, te conviertes en alguien, y en un momento dado adviertes que no te agrada en absoluto eso en lo que te has transformado. Hay personas que entran en este tipo de cuestionamientos, o crisis, cuando se adentra el verano y detienen su actividad, y otras cuando más bien finaliza el año y aparece en el horizonte el nuevo. Hasta entonces, las poderosas fuerzas de la inercia consiguen que no pienses demasiado, o no demasiado en serio, en si te encuentras o no a gusto con la forma en que quemas los días, los meses. Va todo a semejante velocidad, y estás tan absorbido por los infinitos acontecimientos y decisiones que debes tomar para lidiar con ellos, que no encuentras la hora perfecta para respirar y preguntarte «¿adónde voy?» y, sobre todo, «¿quiero ir a ese sitio?». El cerebro posee el poder de volver invisibles las aflicciones durante un tiempo. Se acomoda a la idea fantasiosa de que las circunstancias bien pueden cambiar solas y ponerse de cara el día menos pensado. Por otra parte, la vida no es un objeto, algo material, sino más bien un escenario, así que sin advertirlo dejas de preguntarte por ella, por el sentido que hay que darle, y te limitas a ir tirando. Cuando te das cuenta, no estás haciendo algo con ella, sino que ella te está haciendo a ti. En unos pocos momentos, cuando frenas y dejas de hacer eso que te consume enfermizamente casi todo el tiempo, te cuestionas si vas a acometer al fin cambios importantes o a seguir igual. De repente, entre las vacaciones y la vuelta al trabajo, entre el año viejo y el nuevo, las dudas resurgen y no puedes mirar para otro lado. ¿Estás llevando la existencia que te gustaría, o desaprovechas tus mejores años? Por supuesto, a la vuelta de un par de semanas, la intensidad del mundo vuelve a engatusarte. Te olvidas de todo. No sabes qué hacer de distinto con la vida, o no te atreves, así que haces lo de siempre. Aunque cómo no tener la esperanza de que un día al fin todo cambiará. Quizás sea este verano. Porque si no es este verano cabe la posibilidad de que no sea nunca. *Escritor

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por