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  • El fin del Relato Milei

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    Fecha: 13/07/2025 06:27

    “Total normalidad” El Gobierno argentino tuvo una funesta Semana de la Independencia: Durante los últimos días, uno de los expertos en informática que habló en la Cámara de Diputados por el escándalo $LIBRA (la criptomoneda promocionada por Javier Milei el 14 de febrero a través de sus redes sociales), denunció que Hayden Davis, el empresario detrás de la iniciativa, hizo transferencias millonarias en dólares usando plataformas digitales, destinadas a inversores desconocidos, después de reunirse con el presidente el 30 de enero; además, crecen las sospechas relacionadas con el avión propiedad del empresario Leonardo Scatturice que trasladó a Laura Belén Arrieta con diez valijas que entraron al país procedentes de Estados Unidos sin ser controladas por la Aduana; para colmo de males, a fin de disimular que los gobernadores le hicieron el vacío en la fecha patria, el oficialismo invocó que el presidente no viajaba a Tucumán por la niebla, pero este fenómeno meteorológico se terminó disipando en la mañana del 9 de julio. De este modo, el jefe del Ejecutivo se vio obligado a reconocer el fracaso de su convocatoria y terminó atacando a los propios gobernadores, a quienes acusó de querer “destruir al gobierno”. Para completar su infortunio, gobernadores y aliados, junto al peronismo y otros opositores, aprobaron en el Senado proyectos en los que el Primer Mandatario no tiene el veto asegurado: jubilaciones, discapacidad y asistencia a Bahía Blanca, lo que generó que La Libertad Avanza arremetiera contra la vicepresidenta reclamando la ilegalidad de la sesión. Aunque se trate de una disputa por caja, la presión de la calle contribuyó a que suene un tiro para el lado de la justicia. El que utilizamos en esta ocasión fue el titular del Gran Diario Argentino el 24 de Marzo de 1976, podría decirse que - con las salvedades del caso - muy a tono con el clima descripto por el lobby mediático que hoy blinda el proceso de desmantelamiento de la Nación Argentina a cargo del presidente Javier Gerardo Milei. Visto y considerando lo ocurrido entre principios de aquel año y finales de 1983, el orden establecido por el Estado de Excepción libertariano inaugurado el 10 de Diciembre de 2023 tranquilamente admitiría otra primera plana como esa, ahora que - por citar unos pocos ejemplos - ya contabiliza más de 60 pacientes oncológicos fallecidos por sus políticas de desfinanciamiento de la salud pública, numerosos jubilados apaleados semanalmente ante las cámaras del mundo, y cada vez más opositores (activistas o comunicadores sociales) judicializados… mientras buena parte de la dirigencia política tradicional, en plan institucionalista, aspira a llegar a 2027 en el marco de la ley y el orden. Así, aunque los gobernadores le hayan vaciado el acto del Día de la Independencia y la oposición haya votado por unanimidad en el Senado un aumento de jubilaciones, el Primer Mandatario se juramenta que, tras las próximas elecciones legislativas, volverá a fojas cero con todas las medidas que - a su criterio - alteren el equilibrio fiscal. Afortunadamente, acontecimientos como la recuperación del nieto número 140, apropiado durante el gobierno de facto, rasgan el velo de una supuesta normalidad pregonada por el periodismo adicto al régimen, ratificando una vez más que - como alguna vez se ha dicho - aquí “pasaron cosas”. En tanto, cada vez más cerca de los comicios de octubre - que pondrán en juego 24 bancas del Senado, correspondientes al electorado de la Capital Federal y a las provincias de Chaco, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Salta, Santiago del Estero y Tierra del Fuego, y en la Cámara de Diputados se elegirán 127 representantes nacionales en todo el país -, acaba de conocerse la esperada fumata blanca entre la Presidenta del PJ Nacional, Dra. Cristina Fernández de Kirchner – que en las últimas horas volvió a dirigirse a sus adherentes desde su prisión de la calle San José 1111 -, y el gobernador bonaerense Axel Kicillof… aunque las tensiones previas hayan puesto al Ministro de Infraestructura y Servicios Públicos de la Provincia de Buenos Aires, Gabriel Katopodis, y el Presidente del PJ de esa provincia, Máximo Kirchner, al borde del pugilato. Pese a la distancia que mantenemos desde hace tiempo con el peronismo institucional, el lugar común que ocupa su consideración en nuestras editoriales estriba en la gravitación que aún mantiene como principal fuerza opositora. Es más, con absoluto respeto por lxs amigxs y compañerxs de la izquierda parlamentaria y extra parlamentaria, estamos convencidos de que - al menos en su primer mandato presidencial - el movimiento que surgiera a la vida pública el 17 de octubre de 1945 fue lo más parecido a una Revolución que hasta la fecha vivió nuestro país. No, desde luego, comparable a la soviética, la china o la cubana, insoslayables referencias de la generación del 70, pero sí un hito de indiscutible empoderamiento y dignificación del pueblo trabajador, y puesta de límite a los intereses antinacionales. Quienes nos politizamos merced al eco de sus logros, atesoramos en nuestra memoria la vivencia intransferible de haber aterrorizado a los enemigos de la Nación entonando sin previo aviso La Marchita a la manera de un himno de guerra, en incontables actos relámpago realizados a lo largo y ancho del país, cuando aún tenía sentido corear aquello de “combatiendo al capital”. Mucha tinta ha corrido desde entonces, tratando de responder a los legos en la materia qué es el peronismo. A ese respecto, el inefable Mario Wainfeld imaginaba en sus editoriales para Página 12 la figura de un becario escandinavo que nunca daba con argumentos suficientes para explicar a su tutor de qué se trata el fenómeno en cuestión. Sin embargo, pese a sus Menem y sus Kirchner, el peronismo no es camaleónico, como lo definen sus múltiples detractores. En todo caso, su discutible ADN policlasista ha hecho que, ante coyunturas históricas cambiantes, ese sino - tal vez su karma - habilite que alguno de sus perfiles internos se torne hegemónico. Dicho esto sin pasar por alto que su otrora poderosa corriente revolucionaria fue prácticamente diezmada, muchas veces con la colaboración de sectores del propio movimiento. Algunxs protagonistas de esa experiencia aprendimos la lección, y hoy preferimos identificarnos con el nacionalismo popular revolucionario. Un nacionalismo que se define como tal en tanto patriótico, pero no chauvinista; lo hace como popular, dado que se identifica con el destino histórico de los sectores plebeyos; y revolucionario, toda vez que se declara categóricamente anticapitalista y antiimperialista. Esta tradición histórica que abreva en la experiencia del malón originario y la montonera criolla, así como en las gestas anarquistas, en el federalismo de la Argentina Profunda, en la chusma yrigoyenista, en lxs descamisadxs de Evita, y que siempre ha dialogado en buenos términos con el marxismo, constituye un legado ineludible de - y para - la lucha histórica y futura de nuestro pueblo. Volviendo al escenario político institucional presente, resulta insoslayable que la dirigencia política en general y la del peronismo en particular, demandan un recambio. Pero la experiencia indica que, en vida de su máximo liderazgo, a ese movimiento le costará “componer nuevas canciones”. No obstante, a su vez resulta evidente que el Argentinazo de 2001 puso en jaque a la generación de dirigentes que se hizo cargo del país a partir de 1983, y que el voto a un panelista de Intratables como Milei expresa la impugnación a la generación de dirigentes que encauzó el país a partir de 2002. Ante semejante panorama, un dato de ineludible y rigurosa consideración es la creciente deserción del electorado, conducta netamente diferenciable del “voto bronca” de principios de este siglo, ya que constituye un gesto pasivo y de compleja traducción, que lleva a sospechar de una creciente desconfianza en el sistema que nos rige, lo cual - como hemos repetido hasta el cansancio - constituye una problemática de alcance global. Todo lo cual nos lleva a inferir que mal puede enfrentarse a la ferocidad manifiesta del oficialismo con una moderación mendicante de votos, sino más bien con un programa de cambios radicales. Y seguramente coincidamos con lectores identificados con otras tradiciones de lucha, en que, para gestar una nueva representación de lo popular, con el peronismo no es suficiente. Encontrar pues el antídoto contra este orden ponzoñoso, depende - cuándo no - de la unidad que seamos capaces de forjar respetando nuestra diversidad. – Por Jorge Falcone-La Gomera de David

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