13/07/2025 11:25
13/07/2025 11:24
13/07/2025 11:24
13/07/2025 11:23
13/07/2025 11:23
13/07/2025 11:23
13/07/2025 11:21
13/07/2025 11:20
13/07/2025 11:17
13/07/2025 11:17
» Radiosudamericana
Fecha: 13/07/2025 04:04
Sábado 12 de Julio de 2025 - Actualizada a las: 21:18hs. del 12-07-2025 PSICOLOGÍA María Virginia Lissa, especialista en psicología infantil, dialogó con www.radiosudamericana.com y explicó el impacto que puede tener en la salud emocional de niñas y niños la exposición a disputas entre sus padres. “No es la separación lo que daña, sino cómo los adultos la gestionan”, advirtió. En medio de casos mediáticos como el de Wanda Nara y Mauro Icardi, y de situaciones que atraviesan muchas familias, la psicóloga infantil María Virginia Lissa analizó en www.radiosudamericana.com los efectos que tienen los divorcios conflictivos en la salud emocional de niños y niñas. “Lo que más daña no es la separación en sí, sino cómo los adultos la llevan adelante”, explicó. La preocupación por el bienestar infantil trasciende el caso Nara-Icardi. En el plano internacional, hubo varios divorcios escandalosos recientes donde los hijos quedaron atrapados en disputas familiares. Un ejemplo resonante fue la separación de la cantante Shakira y el exfutbolista Gerard Piqué, que acaparó la atención mundial. La artista colombiana volcó su dolor y enojo en canciones dirigidas a su ex (“Te felicito”, “Monotonía” y la explosiva Music Session 53 con Bizarrap), llenas de mensajes contra Piqué, su nueva novia y hasta contra su exsuegra. Piqué respondió con actitudes provocadoras en redes, alimentando el conflicto. En medio de ese fuego cruzado, sus hijos Milan (9 años) y Sasha (7) fueron involuntariamente expuestos al escrutinio público de la pelea de sus padreslistindiario.comlistindiario.com. Analistas señalaron que tanto Shakira como Piqué parecían “no pensar en las consecuencias para sus hijos”, invisibilizando el posible trauma que esta guerra mediática podía provocar en los pequeños. Finalmente, tras meses de tensiones, la expareja logró un acuerdo de custodia, Shakira se mudó con los niños a Miami, pero el daño emocional de haber presenciado esa confrontación pública es algo que solo el tiempo (y eventualmente un acompañamiento terapéutico) podrá determinar. La especialista remarcó que el daño varía según la edad, pero que la exposición a conflictos, comentarios negativos sobre uno de los progenitores o presiones para tomar partido dejan marcas profundas. “A los ocho o nueve años, por ejemplo, aparece el conflicto de lealtades: los chicos no quieren traicionar, ni a mamá ni a papá”, sostuvo. Lissa explicó que las niñas y niños pueden sentirse culpables, confundidos, tristes o enojados si son usados como intermediarios o testigos de peleas. “Si el adulto con el que conviven transmite tensión, enojo, frustración o comentarios descalificadores hacia el otro, eso los afecta directamente”, indicó. Consultada por el concepto de “chicos rehenes”, lo validó: “Sí, claro, y es muy común. Se ven muchas situaciones donde el niño queda atrapado entre el enojo de los adultos y se transforma en una herramienta de castigo o manipulación”. También confirmó que es real que algunos chicos repiten lo que uno de los padres les dice que digan. “Sí, eso existe. Pero lo grave no es solo eso, sino que lo que menos se considera en esos casos es el estado emocional de esas criaturas”, señaló. Según Lissa, se pueden observar consecuencias como bajo rendimiento escolar, dolores físicos, trastornos del sueño y altos niveles de ansiedad. “A veces, los niños no copian el pizarrón porque están pensando en todo lo que pasa en su casa”, dijo. Aquí, la labor del docente para detectar las primeras anomalías es importante para empezar a trabajar con el niño. Respecto a cómo preservar su bienestar, la psicóloga sugirió mantener las rutinas previas a la separación, como seguir llevándolos a las mismas actividades o sostener los roles cotidianos de cada progenitor. “Eso da seguridad. La idea es que el niño vea que, aunque papá y mamá ya no sean pareja, siguen siendo sus padres”, remarcó. También aconsejó evitar comentarios como “tu papá no te compró tal cosa” o “se fue con los hijos de su nueva pareja”. “Eso genera sentimientos de rechazo, vergüenza, indignación o pérdida. Y muchas veces, los chicos no tienen herramientas para procesarlo solos”, advirtió. En cuanto al rol de terceros, Lissa destacó que la familia extendida y los docentes son fundamentales. “A veces, cuando se corta la relación de pareja, también se corta con los abuelos. Eso es otro sufrimiento. Y los docentes deben estar al tanto, sin necesidad de contar detalles íntimos, para acompañar y detectar señales”, explicó. Sobre el espacio terapéutico, sostuvo que es es importante recurrir a un psicólogo infantil si se detectan síntomas de malestar. “Los chicos no hablan como los adultos. No dicen ‘me duele porque mamá me habló mal de papá’, pero lo dicen a través del juego, del cuerpo, del rendimiento escolar”, señaló. Y añadió: “En esos espacios también se trabaja con los padres, para dar herramientas. Muchas veces no hacen daño por maldad, sino por dolor, enojo o frustración. Hay que enseñarles a separar esos sentimientos del vínculo con los hijos”. ¿Habrá heridas? Al respecto, la especialista señaló que es posible que un niño salga ileso de una separación. “Pero depende de los adultos. Si hay contención, si se prioriza el bienestar emocional, si se evita usarlos como mensajeros o armas, el daño se puede evitar. El problema no es el divorcio, es cómo lo vivimos”, finalizó.
Ver noticia original